(Universidad Católica Argentina)
“-¡Ay, es tan difícil ser católico!
-¿Cambia algo que lo seas o no?
-Claro, lo cambia todo.”
Evelyn Waugh Retorno a Brideshead
Introducción:
Con este epígrafe comenzamos este trabajo, en el cual nos proponemos analizar la dicotomía entre cristiandad y cristianismo, que se traduce en la cuestión acerca de cómo volverse subjetivo; en otras palabras el problema del devenir cristiano. ¿Cambia o no, las cosas, el que uno sea o no sea cristiano? ¿Afecta nuestra vida la toma de postura frente a
Los libros son un reflejo de la realidad que vivimos en varios aspectos, y Retorno Brideshead de Evelyn Waugh es una imagen de este problema, de esta dicotomía entre Cristiandad y Cristianismo, y por eso lo hemos elegido para analizar este problema, desde lo que el mismo Kierkegaard plantea acerca de la ilusión de
La comunicación directa del Cristianismo: La ilusión de
La primera pregunta que se nos viene a la cabeza es ¿qué es
a. Lady Marchmain:
Comenzamos por la matriarca de la familia Flyte. Encantadoramente manipuladora, toda una dama católica de sociedad; dice su propia hija Cordelia acerca de ella: “A veces pienso que cuando la gente quería odiar a Dios, odiaba a mamá. (…) verás... Era como una santa, pero sin serlo. Nadie podría odiar de verdad a un santo ¿verdad? En el fondo tampoco somos capaces de odiar a Dios. Cuando se quiere odiar a El y a sus santos, es preciso encontrar algo parecido a ellos mismos, pretender que es Dios, y entonces odiarlo. Supongo que piensas que digo tonterías.”[6] Lady Marchmain era como una santa pero sin serlo. Esto era, porque imitaba todos los movimientos de los santos, pero quitándoles su contenido esencial, el cual es la pasión; dice Kierkegaard: “Mientras la fe tenía hasta ahora un pedagogo oportuno en la incerteza, en cambio ahora tiene en la certeza su peor enemigo; en efecto una vez eliminada la pasión, la fe ya no existe más en la ecuación, ya que certeza y pasión se excluyen mutuamente. En un mundo perfecto la fe es impensable, es por ello que se dice que en la vida eterna la fe será abolida (I Cor., 13, 10)”[7] En el mundo perfecto de la matriarca de la familia Flyte, la fe ha tomado la forma de certeza objetiva; esta es la forma en que debe ser el mundo. Esto dará resultados desastrosos, cuando intente comunicar directamente el cristianismo a sus hijos; sobre todo a Sebastian. Dirá Charles con respecto a esto: “Pero su fe me dejó tan frío como su encanto; o, mejor dicho, ambos me impresionaron de la misma manera. En aquella época sólo pensaba en Sebastian. Incluso entonces le veía amenazado, si bien no sabía aún hasta qué punto era sombrío la amenaza. Su ruego continuo y desesperado era que le dejaran solo. Al abrigo de las aguas azules y palmeras susurrantes de su propia mente era tan feliz e inofensivo como un polinesio. Cuando (…) llegaba la malévola invasión (…), entonces, y sólo entonces, llegaba el momento de desenterrar las arcaicas armas de la tribu y de hacer sonar los tambores en las colinas; o bien, lo que era más fácil, de dar la espalda a la puerta soleada y echarse en la oscuridad, donde los dioses pintados, impotentes, desfilaban en vano por las paredes; o toser hasta echar el alma entre botellas de ron. Además, como Sebastian consideraba como intrusos a su propia conciencia y todas sus necesidades de afecto humano, sus días en Arcadia estaban contados. Porque fue en esta época, para mí tranquila, cuando Sebastian empezó a sentir miedo. Yo conocía bien ese estado suyo: alerta y suspicaz, parecía un ciervo que de repente levanta la cabeza al oír el ruido lejano de la cacería. Ya le había visto volverse cauteloso con respecto a su familia o su religión, pero entonces descubrí que yo también le resultaba sospechoso. (…). A medida que crecía mi intimidad con su familia, me convertí en parte del mundo del que anhelaba escapar. A lo largo de nuestras pequeñas charlas, su madre intentaba precisamente que yo desempeñara ese papel.”[8] Charles mismo señala el efecto, que la comunicación directa de la fe de Lady Marchmain ejerció en él “me dejó tan frío como su encanto”[9].
b. Lord Brideshead:
Le toca el turno al hermano mayor de la familia Flyte: Brideshead, cuando nos lo presentan en la novela lo describen de la siguiente manera: “Está Brideshead, un poco arcaico, salido de una caverna sellada hace siglos. Tiene una cara que parece obra de un escultor azteca que se hubiera propuesto hacer el retrato de Sebastian; es un intolerante ilustrado, un bárbaro ceremonioso, un lama atrapado por las nieves...”[10] La descripción, nos deja clara el tipo de persona que Brideshead es, siempre preocupado por las formas morales de
“-No tiene nada de malo estar físicamente destrozado ¿sabes? No existe ninguna obligación moral de convertirse en director de Correos o en maestro montero de una jauría, ni de caminar diez millas al día a la edad de ochenta años.
-Malo, obligación moral... -objeté-. Ya has vuelto otra vez al tema de la religión.
-No lo he abandonado ni por un momento -repuso Brideshead.
-¿Sabes una cosa, Bridey? Si alguna vez se me ocurriera convetirme al catolicismo, sólo tendría que hablar contigo cinco minutos para renunciar a la idea. Consigues reducir al absurdo lo que en principio pudieran parecer proposiciones bastante sensatas.
-Es extraño que me digas eso. No es la primera vez que me lo dicen. Es una de las muchas razones por las que no creo que fuera un buen sacerdote. Supongo que debe ser algo relativo al funcionamiento de mi mente.”[11]
Sobre este tipo de personas, como Lord Brideshead, dice Kierkegaard: “A veces aparece un entusiasta religioso: arremete contra
c. Rex Mottram:
Para cerrar este apartado pasamos al personaje que encarna la ilusión de
-Eso sí es algo que tu Iglesia sabe hacer -dijo-: montar un buen espectáculo. No hay nada comparable a esos cardenales. ¿Cuántos tenéis en Inglaterra?
-Sólo uno, querido.
-¿Sólo uno? ¿Podríamos alquilar algunos más de otro país? Entonces se le explicó que un matrimonio mixto requería una boda muy sencilla, sin ostentaciones.
-¿Qué quieres decir con «mixto»? No soy negro ni nada parecido.
-No, querido, eres protestante.
-¡Oh, eso! Bueno, si sólo es eso, tiene fácil remedio. Me haré católico. ¿Qué hay que hacer?”[15]
Sobre ese “fácil remedio” de Rex, Kierkeegaard nos advierte en las Apostillas: “Si se quisiese acentuar el sacramento del bautismo y fundar la propia salvación eterna en el hecho de que se está bautizado, se recae en lo cómico: no porque la pasión interesada infinitamente, sea comica; sino que al contrario (…) porque el obejeto de ella no es un objeto de aproximación. (…) ¡Ay! La desgracia es que respecto a un hecho histórico (el bautismo) uno puede solamente obtener una aproximación: (…) un certificado” y en una nota al pie añade “Así en el momento del escrúpulo la fe no torna hacia Dios sino que la fe se convierte en la confianza de que se está efectivamente bautizado”[16] Entiéndase que Kierkegaard no desmerece el sacramento, sino que advierte contra el hecho de que la esperanza no caiga en el sacramento instaurado por Cristo, sino que recaiga en el certificado del mismo. Así Rex es el ejemplo de la ilusión que es
-Pero si no la tengo. ¿No acabo de decir que nos divorciamos hace seis años?
-Pero no puedes divorciarte si eres católico.
-No era católico y me divorcié. Tengo los papeles en alguna parte.
-Pero ¿no te explicó el padre Mowbray todo lo referente al matrimonio?
-Dijo que no podía divorciarme de ti. Perfecto. Tampoco quiero hacerlo. No me acuerdo de todo lo que dijo... Monos sagrados, indulgencias plenarias, las postrimerías... Si me acordara de todo lo que dijo no tendría tiempo para nada más. Por otra parte, ¿qué hay de tu prima italiana, Francesca? Ella se casó dos veces.
-Obtuvo la anulación.
-Muy bien; conseguiré la anulación. ¿Cuánto cuesta? ¿Quién ha de concedérmela? ¿Tiene alguna el padre Mowbray? Quiero hacer las cosas como es debido. Nadie me dijo nada.”[17]
Esta actitud tiene consecuencias en la ontología de la persona, ya que ésta se pierde tanto a sí misma, viviendo en la superficie, que poco a poco va perdiendo su consistencia de hombre; al respecto dice Julia sobre su marido: “El padre Mowbray acertó en seguida con respecto a Rex; a mí me costó un año de matrimonio comprenderlo. Pura y simplemente le faltaba algo. No era en absoluto un ser humano completo sino un trocito de ser humano, que se había desarrollado de una manera extraña, poco natural; como dentro de una botella, como un órgano mantenido vivo en un laboratorio. Yo creía que era algo así como un salvaje bueno, pero me equivoqué; era algo absolutamente moderno y al día, que sólo esta época espantosa podría producir. Un trocito muy pequeño de hombre que juega a ser un hombre entero.”[18] Sobre esto Kierkegaard nos advierte en La enfermedad mortal[19] diciéndonos que el hombre define su yo, su consistencia, en relación a su Autor, si esa relación se enferma o se vacía como en el caso de Rex, este pierde poco a poco su ser de hombre deviniendo en algo que no es sí mismo, como dice Julia: “Un trocito muy pequeño de hombre que juega a ser un hombre entero.”[20]
La comunicación indirecta del Cristianismo: el devenir Cristiano
La última parte de la novela está titulada: “A Twitch upon the Thread”[21] frase que está inspirada en un diálogo que sostiene el Padre Brown (personaje policial de G.K.Chesterton) al final de uno de sus casos. El cuento se llama: Los raros pasos y el diálogo del Padre Brown es el siguiente:
“-Y ¿atrapó al sujeto?- preguntó el coronel, frunciendo el seño.
El padre Brown lo miró de hito en hito.
-Sí- respondió -, lo atrapé con un anzuelo que no se ve y un cordel invisible que tiene la suficiente longitud para dejar que él vague por los confines del planeta, pero así y todo puedo traerlo con un simple tironcito del hilo”[22]
Esta es una idea análoga a la de comunicación indirecta, ya que ésta comunica
Así al final de nuestra historia, el Maestro tiró del hilo y Charles Ryder retornó a Brideshead. De este modo la imagen de Retornar a Brideshead, se traduce en la de retornar a la casa del Padre, volver a lo que es familiar y hacerlo propio, es la representación al fin y al cabo del devenir Cristiano. Un devenir que no se consigue mediante la comunicación directa del cristianismo, que ha establecido
Lo primero que escucha Charles acerca de Cordelia es el testimonio de Anthony Blanche en el cuál le cuenta que su institutriz se había tirado al río en un ataque de locura. Pero nuestra atención irá al primer encuentro de Charles con Cordelia y a su primera charla personal:
“Hablaré un poco con Charles.
-¿Charles? -le reprochó Sebastian-. ¿Charles? Señor Ryder para ti, hija mía.
-Vamos, Charles.
Cuando estuvimos solos me preguntó:
-¿De verdad eres agnóstico?
- ¿Tu familia habla siempre de religión?
-No siempre. Es uno de esos temas que surgen de manera espontánea ¿no crees?
-¿Ah, sí? A mí nunca me ha sucedido.
-Entonces quizá seas un verdadero agnóstico. Rezaré por ti.
-Muy amable de tu parte.
-No puedo dedicarte un rosario entero, ¿sabes? Sólo diez avemarías y un padrenuestro. Tengo una lista tan larga de gente... Rezo por ellas siguiendo un orden y les tocan diez oraciones, más o menos, una vez por semana.
-Estoy seguro de que es mucho más de lo que merezco.
-Oh, tengo casos más difíciles que el tuyo. Lloyd George, el káiser y Olive Banks.”[26]
En este momento Charles conoce a una niña entusiasta a la cuál el tema religioso le sale de manera natural, no por herencia de su familia; sino porque, ya a esa edad temprana, se había apropiado de
“-Bridey y el obispo han cerrado la capilla de Brideshead. El réquiem por mamá fue la última misa que se celebró allí. Después de enterrarla entró el cura -yo estaba sola, no creo que me viera-, retiró la piedra del altar y la guardó en su bolsa. Luego quemó las hebras de lana con el santo óleo y aventó las cenizas. Vació la pila de agua bendita y apagó la lamparilla del Santísimo. Abrió y vació el sagrario, como si a partir de aquel momento siempre fuera Viernes Santo. Supongo que todo esto no significa nada para ti, Charles, pobre agnóstico. Me quedé allí hasta que se hubo marchado, y entonces, de repente, ya no hubo capilla; sólo una estancia con una decoración extraña. No puedo describirte lo que sentí. Nunca has asistido al oficio de tinieblas, supongo.
-Nunca.
-Pues si hubieras presenciado esa ceremonia, sabrías cómo se sentían los judíos con respecto a su templo. Quamodo sedet sola civitas... Es un cántico precioso. Deberías ir una vez, sólo por oírlo.
-¿Sigues intentando convertirme, Cordelia?
-Oh, no. Todo eso también se ha acabado. (…) La gente reacciona ante la religión de maneras diferentes. Al menos, en la familia no han sido muy constantes ¿verdad? (…). Pero Dios no permitirá que la dejen por mucho tiempo ¿sabes? Me pregunto si te acuerdas de la historia que nos leyó mamá la primera noche que Sebastian se emborrachó...; quiero decir la noche mala. El padre Brown dijo algo así como «le cogí (al ladrón) con un anzuelo y una caña invisibles, lo bastante largos como para dejarle caminar hasta el fin del mundo y hacerle regresar con un tirón del hilo».”[28]
De este modo, en boca de Cordelia aparece la cita que le da nombre a ésta parte del libro. Ella no intenta convertir a Charles pero al hablarle, de nuevo tiene conciencia de que la conversión de Charles y de su familia no depende de ella, sino del Maestro quien ha tirado el anzuelo a través de ella y Él, sólo Él, le dará la condición a Charles y a los suyos para su retorno. Así Cordelia, imagen de la comunicación indirecta, es la única verdadera cristiana de la familia Flyte, la única que desde un principio ha descubierto que “El hecho de que el conocimiento no se pueda transmitir directamente, porque lo esencial en el conocimiento es la apropiación, hace que la comunicación se vuelva un secreto para cualquiera que no tenga adentro suyo una doble reflexión similar al modo en que la tiene el que transmite la comunicación; pero el hecho de que esa sea la forma esencial de
Entonces, llegamos al final del libro, que curiosamente es el principio. Charles ha vuelto a Brideshead, pero no ya como un extraño agnóstico, sino como alguien que se ha apropiado de
Conclusión:
¿Es válida hoy en día la pregunta por el Cristianismo, como lo era en la época de Kierkegaard, como lo fue para Charles en
Bibliografía:
· Gilbert Keith Chesterton, El candor del Padre Brown, editorial Norma, Bogotá,2000
· Mariano Fazio Fernández Un sendero en el bosque, Educa, Bs. As., 2007
· Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993
· Søren Kierkegaard, Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993.
· Søren Kierkegaard Mi punto de vista, traducción cedida por Aguilar S.A., traducción de José Miguel Velloso, Sarpe, Madrid, 1985
· Søren Kierkegaard, Tratado de la desesperación, Leviatán, Bs.As., 2005
· Søren Kierkegaard Temor y temblor, AGEBE, Bs. As., 2005.
· Søren Kierkegaard Migajas filosóficas o un poco de filosofía, edición y traducción de Rafael Larrañeta, Editorial Trotta, Madrid, 1999.
· A Companion to Evelyn Waugh’s Brideshead Revisited by David Cliffe en: http://www.abbotshill.freeserve.co.uk/Brideshead.html
· Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993
· Evelyn Waugh Brideshead revisited: The sacred and profane memories of Captain Charles Ryder,Penguin Books Harmondsworth Middlesex, 1951.
[1] Søren Kierkegaard Mi punto de vista, traducción cedida por Aguilar S.A., traducción de José Miguel Velloso, Sarpe, Madrid, 1985, p.49-50.
[2] “¡Y el cristianismo entonces! La lección que enseña a que ese individuo, como todo individuo -por lo demás no importa quien, marido, esposa, criada, ministro, comerciante, barbero, rata de biblioteca, etc...-, es que ese individuo existe en presencia de Dios, que ese individuo, que quizás estaría orgulloso de haber hablado por lo menos una vez en su vida con el rey, ese mismo hombre que ya sería alguien para entablar amistad con tal o cual, ese hombre está en presencia de Dios, puede hablar con Dios cuando quiere, con la seguridad de ser escuchado siempre que hable, ¡y es a él a quien se ofrece vivir en la intimidad de Dios! Incluso más aún: es por ese hombre, también, para quien Dios ha venido al mundo, se ha dejado encarnar, ha sufrido y murió; y es ese Dios de sufrimiento quien casi le ruega y le suplica que quiera aceptar ese socorro, ¡que es una ofrenda!” Søren Kierkegaard Tratado de la desesperación, Editorial Leviatán, Bs.As., 2005, p.119
[3] Søren Kierkegaard Mi punto de vista, traducción cedida por Aguilar S.A., traducción de José Miguel Velloso, Sarpe, Madrid, 1985, p. 52
[4] Cfr. “El secreto de la comunicación es lograr que el otro sea libre, y es precisamente por esto que no se debe comunicar directamente” Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 297 traducción propia al castellano.
[5] Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 298 traducción propia al castellano.
[6] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p. 210
[7] Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 274 traducción propia al castellano.
[8] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.122-123
[9] Cfr. Op cit.
[10] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.56
[11] Evelyn Waugh , ibídem, RBA Editores, Barcelona, 1993, p. 158-59
[12] Søren Kierkegaard Mi punto de vista, traducción cedida por Aguilar S.A., traducción de José Miguel Velloso, Sarpe, Madrid, 1985, p.51
[13] Søren Kierkegaard, ibídem, p.52
[14] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.159
[15] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.183
[16] Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 282-83 traducción propia al castellano.
[17] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.187
[18] Evelyn Waugh, ibídem, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.190-91
[19] Cfr ““El hombre es una síntesis de infinito y finito, de temporal y eterno, de libertad y necesidad, en resumen, una síntesis. La discordancia de la desesperación no es una simple discordancia, sino la de una relación que, refiriéndose íntegramente a sí misma, es planteada por otra; así, la discordancia de esta relación, existiendo en sí, se refleja además al infinito en su conexión con su autor.” “(…) lejos de morir de ella , hablando con propiedad, o de que ese mal termine con la muerte física, su tortura, por el contrario, consiste en no poder morir, (…) Así, estar enfermo de muerte, es no poder morirse” “De aquí surge que haya dos formas de verdadera desesperación. Si nuestro yo se hubiese planteado el mismo, no existiría más que una: no querer ser uno mismo, querer desembarazarse de su yo, y no se trataría de esta otra: la voluntad desesperada de ser uno mismo” Søren Kierkegaard, Tratado de la desesperación, Leviatán, Bs.As., 2005, p. 19-21
[20] Evelyn Waugh, ibídem, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.190-91
[21] “Tirando del hilo”
[22] Gilbert Keith Chesterton, El candor del Padre Brown, editorial Norma, Bogotá, 1995 p. 72
[23] Verdad que interesa al sujeto para su felicidad eterna.
[24] Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 297 traducción propia al castellano.
[25] Cfr. “De este modo, justamente (…), el maestro aleja a el discípulo de sí; ya que el discípulo con volver sobre sí mismo, no descubre que el sabía, en un primer momento la verdad, sino que descubre su no-verdad. Respecto a este acto de conciencia, vale el principio socrático: el maestro es solamente una ocasión, porque mi no-verdad sólo la puedo descubrir por mí mismo”, “Dios quiere enseñar, y la presencia de Dios en ese puesto, no es algo casual con respecto a su doctrina, sino que es el momento esencial. La presencia de Dios en la figura de hombre, es más en la figura de siervo (Fil. 2,7); constituye precisamente la doctrina; y así Dios es el mismo que proporciona la condición (cfr. Cap I); de otra manera el discípulo no entendería nada” Søren Kierkegaard, Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993. p. 207 y 229. Traducción propia al castellano.
[26] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.91-92
[27] Søren Kierkegaard Mi punto de vista, traducción cedida por Aguilar S.A., traducción de José Miguel Velloso, Sarpe, Madrid, 1985, p. 56
[28] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.209.
[29] Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 300 traducción propia al castellano.
[30] Evelyn Waugh Retorno a Brideshead, RBA Editores, Barcelona, 1993, p.328-329
[31] Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 346 traducción propia al castellano.
[32] Ap. 3-20
[33] Cfr. Søren Kierkegaard Postilla conclusiva non scientifica alle Briciole di filosofía, en Kierkegaard opere, a Cura di Cornelio Fabro, Sansoni, Firenze, 1993, p. 346 traducción propia al castellano.