ELODIE GONTIER: "EL CONCEPTO DE 'REANUDACIÓN' DE KIERKEGAARD EN LA FENOMENOLOGÍA EXISTENCIAL DE SARTRE
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Resumen
Este artículo examina el lugar y la naturaleza de la reanudación en el trabajo de Kierkegaard. El escritor danés separa su propio concepto de reanudación con la reminiscencia de Platón y también con el Aufhebung de Hegel, lo que le permite crear un concepto nuevo en el que la filosofía moderna, como la de Sartre, utiliza para pensar las categorias de la existencia.         
 
Palabras-clave
Kierkegaard, reanudación, diferencia, modernidad
 
Abstract
The article examines the place and nature of repetition in Kierkegaard’s works. The danish author separates his own repetition to the plato’s reminiscence and also to the hegel’s Aufhebung that allows him to create a new concept which enables the modern philosophy (for example Sartre’s philosophy) to think about this categories of existence. 
 
 
Es en su obra La Repetición, Ensayo de psicología experimental (1843) que Kierkegaard evoca en profundidad el concepto de reanudación. No fue la primera vez que habló de este concepto porque, ya lo había evocado en su gran obra O lo uno o lo otro y al mismo tiempo, en Temor y temblor. Entonces, ¿por qué escribe sobre la repetición? ¿Que más nos da con ella? Kierkegaard anuncia desde las primeras páginas que es una nueva categoría que debemos descubrir. Es decir que lo nuevo se encuentra en la repetición porque es para siempre. Pero, lo que existe hoy –en la época de Kierkegaard- es el hegelianismo y su concepto primordial: el Aufhebung (Aufheben = suprimir, conservar y elevar). La mediación se define como la alianza de los contrarios ya que el Aufhebung expresa a la vez el hecho de borrar, conservar, mantener y superar. Pero, pretender poner la mediación dentro del ser puro es sólo ilusión porque cuando hay identidad no hay espacio para el movimiento. Es en este sentido que Kierkegaard habla de que “la época de hacer distinciones ha pasado”: porque el sistema de Hegel borra las distinciones. Su punto de ataque se presenta así contra el sistema. Primero, porque el mismo desarolla el ser idéntico, el ser soñado pero no real. Por eso, se referirá al pensamiento de Heráclito, el único que muestra la evolución[1], el movimiento del ser y del flujo de las ideas como el flujo de un río. Segundo, Kierkegaard se lamenta de que Hegel con su Sistema hace del “llegar a ser” un progreso racional, suponiendo la objetividad. En este caso, el autor danés critica el hecho de que el valor del Sistema reside en la capacidad de explicar lo real como es en sí mismo, sin relación con el sujeto singular. La reanudación kierkegaardiana vive gracias a la categoría de la subjetividad. Entonces, el sujeto individual existe –existir ya es un hecho- y existe de manera necesaria de modo que es siempre aquí concretamente. No puede ser una abstracción. La reanudación pone de relieve el hecho de que la existencia no puede ser analizada como un objeto. Es la razón por la cual Kierkegaard se vuelve a la filosofía griega. Podemos decir que para él es el punto de ruptura con Hegel y el retorno de la creación desde el movimiento griego del dinamismo, del parecido/diferente, continuidad/ruptura, temáticas fecundas para él.
Sin embargo, intentamos aquí ver como la reanudación kierkegaardiana se manifiesta en el terreno del espacio y cómo enriquece a la ontología fenomenológica de Sartre.
 
La reanudación empieza con la decisión de Constantin Constantius, el seudónimo de La Repetición, de realizar la reanudación en el espacio. Para lograrlo, se va a Berlín y durante una representación teatral al Konigstadter Theater, nota la presencia de una mujer, espectadora como él. Regresa otra vez, intentando ver de nuevo a la mujer, pero “es imposible descubrir a la mujer, o, si estaba aquí, (sería) imposible de reconocerla en la sociedad[2]”. Esa decepción que consiste en no verla pone de relieve el primer encuentro: mientras que Constantin, durante su primer viaje, siente deleite al mirar al actor Beckmann, fue sorprendido por la presencia de la mujer en el tercera butaca. Entonces, el espectáculo del teatro se borra; la mirada de Constantin se establece sobre ella y se muta del segundo plano, es decir, como una espectadora como otros, al primer plano, objeto de su alta atención. La reanudación, por el contrario, revela la ausencia de la mujer. En efecto, Kierkegaard, apoyándose en el sistema del vaivén, de presencia-ausencia, pone una reflexión sobre el espacio de la reanudación. ¿Cuál es el espacio de la reanudación? Es el teatro. Sin embargo, este teatro que se caracteriza por su materialidad (bancos, pisos, escena, decorado) permanece y, al mismo tiempo, se difumina, regresa o se adelanta según el plano del espacio por el hecho de la percepción de los personajes. Es decir que si la naturaleza del teatro es la misma, la percepción tendría el poder de modificar el sitio de este teatro. Así la reanudación presenta a un espacio que es de misma naturaleza material pero, puede variar entre “el más cerca” al punto que el personaje espectador se confunda con el espacio gracias al juego teatral, o “el cercano” que pone una cierta distancia y “el más lejano” del punto de vista de la percepción.
El personaje percibe el espacio como se le da a él pero su subjetividad del estado estético intenta entender lo que sucede sin éxito. Es así que, en el primer tiempo, desaparece el teatro porque en en fondo hay la mujer que satura el espacio, y, en el segundo tiempo, la ausencia de la mujer llama la atención porque el fondo aparace de nuevo, de manera necesaria. 
Sartre experimenta lo mismo en su obra Ser y Nada en la página 44. Se enfrenta a la doble posibilidad de la reanudación que es la presencia y la ausencia del ser con respeto al espacio que parece determinado:
 
“Análogamente, la presencia actual de Pierre en un lugar que yo no conozco es también plenitud de ser. Parece como si encontráramos la penitud en todas partes (…). Y esta organización del café en fondo es una primera nihilización. Cada elemento de la pieza, persona, mesa, silla, intenta aislarse, desaparecer del fondo constituido por el fondo, se diluye en este fondo. Pues el fondo es lo que no se ve sino por añadidura, lo que es objeto de una atención puramente marginal. Así, esa nihilización primers de todas las formas, que aparecen y se sumergen en la total equivalencia de un fondo, es la condición necesaria para la aparición de la forma principal, que en este caso es la persona de Pierre. (…) Empero, si finalmente descubriera a Pierre, mi intuición se llenaría con un elemento sólido, me quedaría de pronto fascinado por su rostro y todo el café se organizaría a su alrededor como presencia discreta. Pierre está ausente de todo el café; su ausencia fija el café en su evanescencia, el café permanece como fondo, persiste en ofrecerse como totalidad indiferenciada a mi atención marginal únicamente, se desliza hacia atrás, prosigue su nihilización[3] ».
 
Sartre encuentra a Pierre una primera vez. El espacio está lleno, saturado porque Pierre está presente físicamente. La tensión se concentra sobre Pierre como, en el texto de Kierkegaard, donde es Constantin quien mira a la mujer porque sale de sí mismo. Pero cuando Pierre está ausente, el bar – Kierkegaard habla del teatro- experimenta el proceso de la “nihilización” es decir que la “nada” no anula la relación sino que, por el contrario, mantiene la relación entre el ser ausente y el espacio. Cuando Sartre habla de Pierre, él sale de sí mismo y también niega lo que rodea (es decir, el bar). Lo que llama la atención es que la “nihilización” se define como el acto de poner entre paréntesis el bar, ponerlo de lado para que aparezca el objeto o el ser. Además, se nota que si el teatro kierkegaardiano viene de nuevo como el fondo del espacio, ya no puede ser el espacio “más cerca” porque no representa la percepción imediata y la imaginación sino simplemente el “cercano”, en el sentido de que Constantin percibe el espacio del teatro en su totalidad, en su unidad. El ser humano no puede participar en el comercio con el juego teatral, darse de manera entera; por el contrario, se crea una distancia entre él y el espacio que provoca la decepción. Como se señala en la página 724, Constantin se confronta al exterior de sí mismo, al olvidado de sí: “Beckmann no me hizo reír. Al fin de una media hora, no pude quedarme màs aquí, me marché del teatro”. El hecho que no consigue quedarse en el teatro y sentir placer como antes, es una prueba de que encuentra un nuevo Yo. La nihilización del teatro crea una nueva subjetividad: otra subjetividad que la del ser-en-sí, es decir de la identidad. Entonces, la nada aparece como la diferencia que permite a Kierkegaard y a Sartre también concebir un ser realmente consciente de sí mismo y en relación con el espacio de tal manera que entiende la ambigüedad de su ser: pertenece a un espacio que es como tal su fondo, pero con la percepción puede alejarlo o por el contrario acercarlo.
Para concluir, podemos decir que la reanudación de Kierkegaard manifiesta el acto de repetición, de reproducción de una experiencia, aquí se ha tratado de una experiencia del placer de ver un juego teatral, pero, más lejano en la historia de la filosofia, Sartre experimenta también lo mismo y lo explica en relación con la fenomenología. La originalidad de Kierkegaard consiste en hablar de un hecho de percepción en un campo fundamentalmente existencial. Ya podemos afirmar que Sartre con su interpretación del concepto de nada asociado a la imagen del bar y del ser Pierre se dedica a Kierkegaard y su concepto de reanudación.  


[1] Soeren Kierkegaard, La répétition, Edition Robert Laffont, Paris, 1993, p.776.
[2] Ibid., p. 724.
[3] Jean-Paul Sartre, L’être et le néant, Essai d’ontologie phénoménologique, Tel Gallimard, Paris, 1943, p. 44.

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