PABLO URIEL RODRÍGUEZ: "'Todos éramos feuerbachianos': la presencia de Feuerbach en 'El concepto de la angustia'"
***

§ 1.
“Sólo habiendo vivido la acción liberadora de este libro, podría uno formarse una idea de ello”[1]. Con estas elogiosas palabras, Engels rememora la conmoción intelectual que produjo la aparición de La Esencia del Cristianismo de Feuerbach. Tras su publicación en 1841 toda la juventud hegeliana se convirtió en feuerbachiana[2]. Kierkegaard fue, de una forma sumamente peculiar, partícipe de esta totalidad. “La influencia de Feuerbach sobre Kierkegaard –anota Schmidt en su examen de la obra del filósofo alemán– puede probarse casi sólo por los contenidos, pero apenas filológicamente”[3]. Así las cosas, en El Concepto de la Angustia[4] encontramos un caso que, de modo paradigmático, convalida dicha afirmación: en primer lugar, no se registra en esta obra ninguna referencia textual en torno al autor de La Esencia del Cristianismo; en segundo lugar, el análisis con el cual Kierkegaard se ocupa aborda temáticas típicamente feuerbachianas.
Feuerbach había planteado que la clave de acceso a lo real no la constituyen ni una «ciencia del ser», ni una «ciencia de la razón» sino, más bien, una «ciencia del hombre». La filosofía del futuro, es decir, la filosofía consumada sólo puede ser una «ontología a partir del hombre». En los hechos, la elaboración conceptual feuerbachiana no estuvo a la altura del proyecto que ella misma se había trazado. Su filosofía no trascendió los límites de una «soma-ontología»; no obstante, al dedicarse de lleno a la reflexión en torno al cuerpo del hombre –que ya no era ni la materia individuadade la antigüedad, ni el mecanismo de relojeríamoderno– el pensamiento feuerbachiano se ocupó del resto no resuelto que el idealismo había dejado en herencia al pensamiento, es decir, del intersticio abierto entre la «animalidad» y la «humanidad»[5].
En esta línea, y a través de estas páginas, quisiéramos sentar las bases para una posible interpretación de El Concepto de la Angustia cuyo hilo conductor sea, la hipótesis de que este texto explora la transición de la animalidad a la humanidad. Semejante lectura de una obra que se presenta a sí misma como una «investigación psicológica» “en la dirección del problema dogmático del pecado original[6] es posible, precisamente, gracias al gesto feuerbachiano de reducción tanto de la teología como de la filosofía idealista a la «antropología».
En primer lugar, intentaremos justificar nuestra lectura a partir de una comprensión de la psicología kierkegaardiana. A continuación, analizaremos de qué modo Kierkegaard aborda dos tópicos fundamentales del pensamiento de Feuerbach. Primeramente, nos ocuparemos del tipo de relación que hay entre el animal y el hombre; por último, investigaremos qué valor posee para el danés la «diferencia sexual» y qué consecuencias se extraen de esta valoración.
§ 2.
En El Concepto de la Angustia, la reflexión se encamina a dar cuenta del pecado, es decir, de aquello que «enferma mortalmente» al ser humano. Rápidamente,  Kierkegaard desiste de un examen directo del pecado y propone, en su lugar, un análisis de aquel fenómeno, la angustia, que lindando con la «inocencia» y la «culpa» es capaz de describir el origen del mal[7]. Los motivos de esta decisión metodológica se explicitan en la Introducción del libro. Allí, Kierkegaard constata que las categorías lógico-filosóficas resultan impotentes a la hora de pensar la situación concreta del individuoen su aspecto más profundo y radical. Pese a ello, si el pensamiento desea ser efectivo debe comenzar, justamente, por la «realidad»y no por la «idealidad»[8]. En la tensión que se juega entre aquella imposibilidad y esta necesidad, el pseudónimo propone un acceso indirecto u oblicuo a lo «real». Se trata de pensar la facticidad del hombre a través del esclarecimiento de la experiencia que la conciencia del individuo hace de su propia existencia. Esta metodología de análisis es comprendida por Kierkegaard bajo el título de «investigación psicológica».
Con todo, la «psicología»kierkegaardiana no accede a sus resultados a través de la descripción empírica de un acontecimiento real[9]. Tal proceder no se debe a una incapacidad cognoscitiva de la «psicología» sino al hecho de que, como es el caso de la angustia,  esta ciencia apunta a desentrañar fenómenos que en la realidad no se dan en su pureza, sino ocultándose. Justamente es el carácter poietico de la psicología[10] lo que le permite sortear esta dificultad a partir de la «construcción» de un sujeto experimental ficticio. En este sentido, la «psicología»parece ser la disciplina indicada a la hora de estudiar un fenómeno que, en la medida en que no puede ser observado de modo directo, nos obliga a ensayar un abordaje conjetural. Un fenómeno tal, es el que, a nuestro criterio, explora El Concepto de la Angustia: el tránsito de la animalidad a la humanidad.
¿Qué tipo de relación puede trazarse entre la «psicología»kierkegaardiana y el «giro antropológico»feuerbachiano? Feuerbach, como hemos señalado, insistió sobre la necesidad de que la «antropología» reemplace a la teología. No obstante, este cambio de óptica significa, en realidad, un volver visible la verdadera esencia de la teología ya que, como se dice en el final de La Esencia del Cristianismo, “el secreto de la teología es la antropología”[11]. En su relación con la teología, la antropología es, de hecho, una nueva verdad, pero lo es sólo en la medida en que esta verdad aparece separada de los elementos que anteriormente la falseaban[12]. En otras palabras, la teologíaes una «antropologíaalienada», es decir, una «antropología»que se desconoce a sí misma como tal. El mismo reproche que se le hace a la teologíadebe extenderse a la filosofía especulativa: ambas transforman la realidad del hombre en una realidad trascendente[13]. Sin embargo, en el caso de la filosofía especulativael carácter alienado de la «antropología»se ve agravado por el hecho de que ella, en comparación con la teología, tiene una perspectiva más estrecha y parcial de la realidad humana. Mientras la teologíaproyecta toda la esencia humana, es decir, sus aspectos psíquicos y físicos; la filosofíareduce al hombre a la razón y, como señala Heller, “se limita a la proyección de una única facultad de la naturaleza humana, a saber la capacidad de pensamiento”[14].
Ahora bien, Feuerbach, tal y como él mismo lo aclara en el primer prólogo a su más célebre obra, es perfectamente consciente de que la teologíacomo ciencia no se ha desarrollado jamás de modo autónomo sino que lo ha hecho, por así decirlo, contaminada por la filosofía. La teologíaha sido, desde sus inicios, “crítica del dogma”[15]y, por ello, una suerte de «filosofía de la religión» encubierta que, en tanto que filosofía, no permite a la religión sino decir lo que la razón misma ya ha pensado[16]. Por lo dicho, se entiende que el «giro antropológico»feuerbachiano posee un primer momento ineludible que consiste en la depuraciónde los errores teológicos en pos de la recuperación del sentido primitivo de la religión[17]. Precisamente, El Concepto de la Angustia dedica su primer capítulo ha «desmontar» las interpretaciones que la teologíaha tejido en torno al concepto del «primer pecado». Dicha tarea, ofrece como resultado el antiguo texto bíblico que, a los ojos de Kierkegaard, es la única concepción que atina a decir que el pecado viene al mundo por un pecado[18].  
Al mismo tiempo, la «investigación psicológica» del pseudónimo al centrarse en la categoría de la angustia refiere, o por lo menos intenta referir, a la estructura completa de la realidad humana. La angustia de Kierkegaard, apunta Torralba Roselló, “no es un epifenómeno de la racionalidad, sino un estado anímico arraigado en la intimidad más íntima del sujeto”[19]. No se trata, ni de un fenómeno estrictamente espiritual ni de un fenómeno puramente corporal (ni ángeles, ni animales se angustian[20]), sino de un fenómeno espiritual y corporal, es decir, un fenómeno que afecta al espíritu en el conjunto de su finitud[21]. En este sentido, debe decirse que, la utilización que el pseudónimo realiza de una serie de términos que designan disposiciones del cuerpo, como ser, «vértigo» o «desmayo» a la hora de describir la angustia[22] no es un mero recurso estilístico. La angustia es, de hecho, algo que se sientetanto en la dimensión espiritual como en la dimensión corporal.
Es posible concluir, en función de lo dicho, que, desde un punto de vista feuerbachiano, la «investigación psicológica» de Kierkegaard podría llegar a considerarse como un intento por pensar la totalidad de lo real a partir de la existencia concreta del individuo humano atendiendo no sólo a sus aspectos intelectuales sino también a sus aspectos emotivos y corporales. Sin embargo, y al mismo tiempo, a la luz de la perspectiva de Feuerbach el ensayo kierkegaardiano se revela insuficiente. Si bien Kierkegaard abandonael punto de vista filosófico del Espíritu Absoluto para ocuparse del existente en su finitud; su pensamiento aún queda ligado a la «historia de la teología»[23] en la medida en que, como todo el protestantismo, desarrolla una «antropología teológica», es decir, un estudio del «ser del hombre en el mundo» a partir de categorías «religiosas»[24] 
 
§ 3.
Conforme a nuestra hipótesis, El Concepto de la Angustia estudiaría el tránsito de la animalidad a la humanidad desde el punto de vista del individuo[25]. Por este motivo, Kierkegaard se centra en la angustia, puesto que ella acompaña todo cambio en la vida del hombre[26]. En los términos específicos de esta obra, se trata de explicar de qué modo el hombre pierde su inocencia. “En la inocencia –anota el pseudónimo– no está el hombre determinado como espíritu, sino sólo anímicamente determinado en unidad inmediata con su naturalidad”[27]. Precisamente, lo que hay que explicar es cómo el hombre desprendiéndosede la «naturaleza» accede al reino del «espíritu». La explicación que el texto nos ofrece es, si se quiere, una salida elegante: el hombre deviene espíritu porque en todo momento lo es.
“El hombre –afirma Kierkegaard– es una síntesis de alma y cuerpo. Ahora bien, una síntesis es inconcebible si los dos extremos no se unen mutuamente en un tercero. Este tercero es el espíritu…[en el estado de inocencia] el espíritu está presente en la síntesis, pero como algo inmediato como algo que esta soñando”[28]. La angustia, por su parte, es el fenómeno que revela la presencia indudablede este espíritu dormido, sin embargo, la angustia no manifiesta la presencia de una realidad, sino de una posibilidad.
¿Qué es lo que surge con el advenimiento del espíritu? El par de opuestos sueño-vigilia nos permite comprender esta cuestión “En el estado de vigilia aparece la diferencia entre yo mismo y todo lo demás mío; al dormirse, esa diferencia queda suspendida…”[29]. Lo que acontece con la pérdida de la inocencia no es sino el pasaje de la mera «conciencia de los objetos» a la «autoconciencia»[30]. En este sentido, es correcta la valoración que Torralba Roselló hace de la angustia, ella “es el estado anímico del individuo que abandona la substancia, es decir, que abandona la Totalidad para pensarse a sí mismo, para construir desde sí mismo su existencia”[31]. El advenimiento del espíritu es, en definitiva, el surgimiento de la individualidad[32] que, en el itinerario propuesto por el danés, estará llamada a asumirse tal ante Dios.
Habíamos dicho que la explicación kierkegaardiana del tránsito de la inocencia a la culpa era, más bien, una posposición del problema. De hecho, tal posposición pondría en jaque nuestra interpretación: si en el estado de inocencia, el espíritu está presente, aunque dormido; entonces, en tal estado, “no es el hombre meramente un animal; porque si el hombre fuera meramente un animal en algún momento de su vida, no importa cuándo, entonces jamás llegaría a ser hombre”[33]. No obstante, pese a que estas palabras refutanel término inicial del tránsito propuesto, no por ello nieganla existencia de tal tránsito ni la existencia de su término final. En otras palabras, si el ser humano deviene «hombre» no lo hace sobre la base de la «animalidadsin más», sino a partir de lo que, convendremos en llamar, «animalidad humana». En los términos de Kierkegaard, la animalidad se designa como la unidad entre el cuerpo y la psiquis y, aquello que le confiere su carácter humano es el hecho de que ella esté sustentada por el espíritu[34]. Mas al reconocer el carácter intrínsecamente humanode la realidad psicosomática del hombre, lo que aquí está en juego, aún cuando Kierkegaard no es completamente consciente de ello, es la afirmación de que ya no podemos hacer abstracción de la corporalidad  concreta y material del hombre a la hora de pensar o realizar su esencia. 
En este punto central, las consecuencias del pensamiento kierkegaardiano comulgan con Feuerbach. Para el pensador alemán el cuerpo del hombre ya no es un cuerpo animal: la del hombrees una «corporalidad universal» que se eleva por encima “de la barrera de la particularidad y de su sujeción a la necesidad”[35]. Ahora bien, Feuerbach lleva al extremo su intuición: lo que confiere «humanidad» al hombrees, justamente, la posesión de esta «corporalidad universal»[36]; por este motivo, su proyecto político-emancipatorio consiste en conduciral hombrea la conciencia del carácter humano, es decir libre y universal, de su cuerpo.
Kierkegaard no podía compartir el entusiasmo feuerbachiano por alcanzar una transición no disruptiva de la «sensibilidad restringida» hacia la «sensibilidad universal o espiritualidad». La diferencia entre ambos pensadores estriba en que la distinción que el danés traza entre cuerposin más y cuerpo del hombre no se asienta, como es el caso de Feuerbach, en características propias de la corporalidad humana; sino que, para Kierkegaard, lo que «humaniza» el cuerpo del hombre es la autoposición del espíritu[37]. Ahora bien, en el marco de la antropología kierkegaardiana, esta humanización del cuerpo aún no se ha alcanzado y continua siendo una tarea. Puesto que, como se afirma en Los Estadios Eróticos Inmediatos, el espíritu no se ha introducido en «armonía y unidad» con el cuerpo, sino en su «oposición»[38].  Ser hombre es realizar la doble experiencia de un cuerpo que se angustia ante el espíritu y de un espíritu que se angustia ante el cuerpo[39]. El que este antagonismo sea tematizado por Kierkegaard como un dato esencial de la existencia humana–y no como consecuencia de un determinado orden económico/social[40]– es lo que lleva al danés a plantear la solución del conflicto en los términos de una decisión entre lo uno o lo otro. La peculiaridad propia de El Concepto de la Angustia es el hecho de que en este libro, como en ningún otro lugar de su obra, Kierkegaard explicita a fondo esta tensión espíritu-cuerpo en la medida en que desarrolla un análisis del espíritu encarnado que le permite escribir, con un inconfundible sesgo feuerbachiano, que el hombre “al hacerse hombre no resulta tal sino en la medida en que también es animal”[41].
 
§ 4.
Una de las contadísimas referencias directas de Kierkegaard a Feuerbach puede encontrarse en una entrada del Diario del año 1844 contemporánea a la redacción de El Concepto de la Angustia. Allí, se califica al autor de La Esencia del Cristianismo como alguien que se agita para hacer resaltar la importancia de la diferenciación sexual[42]. El hecho, extremadamente curioso, de que Kierkegaard ponga el acento en este particular aspecto del pensamiento de Feuerbach –al cual la casi totalidad de sus intérpretes otorgan un papel cuasi marginal– tal vez nos indique que, para alcanzar una comprensión más profunda del análisis que el pensador danés realiza en torno a la cuestión de la sexualidad en El Concepto de la Angustia  se vuelve necesario confrontar los resultados de esta obra con el desarrollo conceptual alcanzado en la obra del filósofo alemán. 
La «antropología» feuerbachiana eleva la corporalidad al nivel de la espiritualidad. El rasgo más original de este pensamiento consiste en que la mencionada elevación no es selectiva; sino que, por el contrario, Feuerbach consagra, en el sentido religioso del término,la materialidad humana en su «totalidad». En materia de sexualidad, Feuerbach postulando como premisa el hecho de que la «diferencia sexual» no se restringe a lo estrictamente genital, al punto de que es posible incluso hablar de un cuerpo masculino y un cuerpo femenino, termina concluyendo que la caracterización sexual es una nota esencial del espíritu del hombre[43]. Queda por zanjar la cuestión acerca de si Feuerbach sostiene o bien que el sexo específico del espíritu viene ya determinado por el propio sexo del cuerpo, o bien si la sexuación del cuerpo indica meramente que el espíritu está compelido a autodeterminarse sexualmente pudiendo optar entre lo masculino o lo femenino. 
Al analizar la teoría kierkegaardiana de la sexualidad salta a la vista el diálogo polémico que ésta guarda con el pensamiento feuerbachiano. En El Concepto de la Angustia el «sexo» es, en primera instancia, una determinación inmediata de la corporalidad; no así, la «diferencia sexual» que es una determinación mediada por la «autoposición» del espíritu[44]. En la medida en que la «sexualidad» del «animal» está destinada exclusivamente a la procreación de la especie, el «animal» posee un conocimiento instintivo de la «sexuación» de los cuerpos. En la «animalidad», por tanto, la «sexuación» de los cuerpos, macho y hembra, sólo determina este aspecto específico del comportamiento del individuo. En el caso del «hombre», comenta Collado interpretando el texto kierkegaardiano, “las reacciones del sexo… ya no responden exclusiva, ni siquiera principalmente, al mecanismo esquemático del instinto, sino que están expuestas al riesgo de la libertad”[45]. Para Kierkegaard, en la “síntesis que es el hombre, el espíritu no sólo se encuentra determinado como perteneciendo al cuerpo, sino como cuerpo con determinada diferencia sexual”[46]. De este modo, la «sexuación» del cuerpo al ser asumida por el espíritu, en la síntesis de lo humano, trasciende el límite al cual permanecía restringida en el ámbito de la «animalidad», la función reproductiva, y comienza a jugar, como ya veíamos en Feuerbach, un rol fundamental en la totalidad de la vida del individuo. Ahora bien, la «sexuación» a la cual el espíritu se somete en el momento en que se hace cargo de la realidad humana entra en contradicción con la naturaleza del espíritu. En numerosas ocasiones, a lo largo de El Concepto de la Angustia, el pseudónimo aclara que “en cuanto al espíritu no hay ninguna diferencia entre el hombre y la mujer”[47]. La vida del hombre se juega en el seno de una curiosa paradoja: por una parte, sólo en el ser humano hay verdadera «diferencia sexual» en la medida en que sólo el hombre es consciente de su propia «sexualidad»; pero, por otra parte, la determinación sexual es una caracterización extraña a aquel elemento que constituye esencialmente al hombre, es decir, el espíritu. Esta tensión en tanto que pathos constitutivo del hombre es, mundanamente hablando[48], insalvable. No obstante, algo debe hacerse con ella. El pseudónimo propone, en el marco de una clara opción espiritualista, no el «dominio despótico» del espíritu sobre el cuerpo sino, la posibilidad de una «convivencia jerárquica» entre lo espiritual y lo corporal[49].
El hecho de que Kierkegaard traicione esta propuesta al considerar que la tarea del hombre es devenir un espíritu asexuado[50], nos resulta demasiado evidente como para detenernos en ello. Lo que si queremos evaluar es el tipo de consecuencias éticas que se derivan de los planteamientos de Feuerbach y Kierkegaard.
El marcado interés de Feuerbach por la «sexualidad», sobre el cual vuelca su atención Kierkegaard, encuentra una explicación directa en La Esencia del Cristianismo. En el décimo capítulo de la obra mencionada, el filósofo alemán señala que “la base de la moralidad es la diferencia sexual”[51]. La «sexualidad» es el fundamento de la ética puesto que, en la antropología feuerbachiana, el hombre reconoce la «finitud» de su existencia en la conciencia que adquiere de su individualidad «sexuada». El impulso hacia el «sexo opuesto» es, en definitiva, una particularización de aquella necesidad metafísica[52] del otro que todo individuo, en esencia, posee. Feuerbach entiende a la «sexualidad», conforme a lo dicho, como el fenómeno que, con mayor énfasis, manifiesta el hecho de que el individuo sólo llega a coincidir con su esencia en la «vida comunitaria»[53]. En este punto, la polémica con el cristianismo es directa. De acuerdo con Feuerbach, el cristianismo sacraliza el valor del individuo al afirmar, en la figura de Cristo, que un único hombre puede desarrollar todas las facetas de la esencia humana; tarea que, conforme al marco conceptual del filósofo alemán, sólo puede llevar a cabo la totalidad del género humano[54].
Kierkegaard considera, al igual que Feuerbach, que el carácter «sexuado» del individuo es indicativo de su pertenencia a una especie[55]; en el «pudor» el saber aún inconsciente de la propia determinación «sexual» es presentimiento del otro «sexo»[56]. En el caso de los espíritus puros, como los ángeles, estamos en presencia de seres a-sexuados y, por ello, únicos en su especie[57]; ahora bien, el del hombre es un espíritu encarnado. En este sentido, si el hombre kierkegaardiano es, al mismo tiempo, sí mismo y la especie[58] lo es, exclusivamente, en la medida en que posee un cuerpo. Determinado estrictamente como espíritu, recordemos aquí que éste esen sí mismo a-sexuado,el hombre es una individualidad absoluta, es decir, únicamente un si mismo. El individuo sólo precisa de los demás para satisfacer sus necesidades psico-somáticas, no obstante, en lo que respecta a sus necesidades espirituales no precisa del otro.
Obviamente, esta «independencia» a la que aquí nos referimos es «relativa». En La Enfermedad Mortal el pseudónimo de turno determina que el espíritu del hombre no es «autosuficiente» sino que debe fundarseen el poder que lo ha creado, es decir, Dios. Así, Kierkegaard se confirma, a los ojos de Feuerbach, como un cristiano consecuente: para el cristianismo, nos dice el filósofo alemán, “el hombre lo tiene ya todo en sí mismo, pues tiene todo en su Dios. En consecuencia, no necesita completarse por otro representante de la especie… Dios es la única necesidad de los cristianos –ellos no necesitan de la especie humana, ni del mundo: no necesitan de los demás”[59].
  
§ 5.
El Concepto de la Angustia intenta pensar radicalmente la realidad del hombre a partir de categorías estrictamente antropológicas. De aquí su «parecido de familia» con La Esencia del Cristianismo, obra con la cual, a nuestro entender, entra en constante discusión. Sin embargo, la «investigación psicológica»sobre el «pecado»no constituye la última palabra de Kierkegaard al respecto y, por lo mismo, tampoco ofrece una réplica concluyente al modelo feuerbachiano. Tal respuesta sólo se concreta en La Enfermedad Mortal, obra que completa el análisis abierto en El Concepto de la Angustia.  
Kierkegaard y Feuerbach elaboran dos modelos antropológicos contrapuestos. El hombre de Feuerbach es, en definitiva, el hombre dividido de Aristófanes. La subjetividad feuerbachiana es una «herida» que anhela al otro. El hombre de Kierkegaard, por el contrario, es una singularidad que, en principio, está cerrada sobre sí misma. La subjetividad kierkegaardiana refleja el dolor de una necesaria «individuación». El hombre feuerbachiano ya está abierto a sus semejantes, él está ontológicamente destinado a la relación amorosa que lo liga a la comunidad. El hombre kierkegaardiano, acechado por la «desesperación», debe abrirse a su Creador y, en obediencia incondicional al mandato de Dios, amar a su prójimo.
 


[1] ENGELS F., Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana, trad. Cast., Méjico, Ediciones Gernika, 1984, p. 23.
[2] Cfr. Ibíd., p. 23..
[3] A. SCHMIDT, Feuerbach o la sensualidad emancipada, trad. Carabaña, Madrid, Taurus, 1975, p. 165.
[4] Kierkegaard compra La Esencia del Cristianismo el 20 de marzo de 1844; por su parte, El Concepto de la Angustia es publicado el 17 de junio del mismo año. La cercanía de estas fechas nos ofrecen una base sólida para presumir que el pensador danés elaboró El Concepto de la Angustia al tiempo que leía La Esencia del Cristianismo.
[5] Cfr. AGAMBEN G., Lo Abierto. El hombre y el animal, trad. Cuspinera, Valencia, Pre-Textos, 2005, p. 23.
[6] KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, trad. Rivero, Madrid, Ediciones Orbis, 1984, p. 25
[7] Cfr. Ibíd., p. 45
[8] Cfr. KIERKEGAARD S., op. cit., pp. 39 – 43.
[9] El psicólogo “ni siquiera necesita complicarse la vida yendo de acá para allá con el afán de fijar su atención en esto o aquello” (KIERKEGAARD S., op. cit., p. 82)
[10] Kierkegaard señala que es condición indispensable del psicólogo el poseer suficiente “originalidad poética para hacer en seguida un resumen total y sacar una regla general de aquellas cosas que en el individuo nunca se dan sino de un modo fragmentario e irregular” (KIERKEGAARD S., op. cit., p. 82)
[11] FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, trad. Huber, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1963, p. 251.
[12] Cfr. Ibíd.
[13] Kart Löwith señala que, para Feuerbach, “La filosofía especulativa es culpable del mismo error que la teología; es decir, convirtió en determinaciones de lo infinito a determinaciones de la realidad finita, con sólo negar el carácter determinado de las últimas y por las cuales, justamente, la realidad es lo que es” (LÖWITH, De Hegel a Nietzsche. La quiebra revolucionaria del pensamiento en el siglo XIX. Marx y Kierkegaard, trad. Estiu, Buenos Aires, Sudamericana, 1968, p. 113).
[14] HELLER A., “Ludwig Feuerbach redivivo” en Crítica de la Ilustración, trad. Gustau Muñoz, Barcelona, Península, 1999, p. 105.
[15] FEUERBACH L., op. cit., p. 10.
[16] Cfr. Ibíd., p. 7.
[17] “En esta obra las imágenes de la religión no serán convertidas en ideas –por lo menos no en el sentido de la filosofía especulativa religiosa– ni serán convertidas en cosas; sino que serán consideradas como imágenes, vale decir, que la teología será tratada no como una pragmatología mística, tal como lo hace la mitología cristiana, ni como ontología, tal como lo hace la filosofía especulativa religiosa, sino como patología psíquica” (FEUERBACH L., op. cit., p. 9).
[18] Cfr. KIERKEGAARD S., op. cit., p. 56.
[19] TORRALBA ROSELLÓ F., Poética de la libertad. Lectura de Kierkegaard, Madrid, Caparrós Editores, 1998, p. 90.
[20] Cfr. KIERKEGAARD S., op. cit., p. 191.
[21] Cfr. BALTHASAR H., El Cristiano y la Angustia, trad. Valverde, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1960, pp. 113 – 114.
[22] Cfr. KIERKEGAARD S., op. cit., p. 88.
[23] “El Dios que es hombre, el Dios humano, es decir, Cristo y sólo él, es el Dios del protestantismo. El protestantismo ya no se preocupa, como el catolicismo, de lo que Dios es en sí mismo, sino únicamente de lo que él es para el hombre y por eso ya no tiene tendencia especulativa o contemplativa como el catolicismo; ya no es teología, esencialmente sólo es Cristología, es decir, antropología religiosa” (FEUERBACH L., La Filosofía del futuro, trad. Vera, Argentina, Ediciones Calden, 1969, p. 56).
[24] En rigor de verdad, debe decirse que Kierkegaard no realiza una antropología sino, más bien, una «psico-ontología» puesto que su investigación más que girar en torno al «ser del hombre en el mundo» gira en torno a la conciencia subjetiva que el individuo posee de su «ser en el mundo». El carácter eminentemente religioso de esta «psico-ontología» queda manifiesto por el hecho de que Kierkegaard se sirve de categorías religiosas para describir la conciencia desesperada: Kierkegaard, en La Enfermedad Mortal, utiliza el símbolo del «pecado» para designar la desarticulación entre el ser mismo del hombre y su existencia.A su vez, no contempla la posibilidad de que el hombre supere el carácter alienado de su existencia a través de un esfuerzo individual o colectivo –las esferas estética y ética son descartadas–; la única posibilidad real de una existencia positiva se brinda al hombre si éste se entrega incondicionalmente a Dios.
[25] En la Introducción, Kierkegaard nos recuerda que la psicología es ciencia del «espíritu subjetivo», es decir, del espíritu individual (Cfr. KIERKEGAARD S., op. cit., p. 47)
[26] Cfr. MUNNICH S., Kierkegaard y la muerte del padre humano y divino, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1986, p. 188.
[27] KIERKEGAARD S., op. cit., p. 66.
[28] Ibíd., pp. 68 -69.
[29] Ibíd., p. 67.
[30] En La Enfermedad Mortal Anti-Climacus, el pseudónimo kierkegaardiano de turno, caracteriza al espíritu como «autoconciencia»: “El hombre es espíritu. ¿Pero qué es el espíritu? Es el yo. Pero entonces, ¿qué es el yo? El yo es una relación que se refiere a sí misma o, dicho de otro modo, es en la relación, la orientación interna de esa relación; el yo no es la relación, sino el retorno a sí misma de la relación” (KIERKEGAARD S., Tratado de la Desesperación, trad. Liacho, Buenos Aires, Santiago Rueda Editor, 1960, p. 19).
[31] TORRALBA ROSELLÓ F., op. cit., pp. 88 – 89.
[32] Así lo explica Celia Amorós retomando la interpretación sartreana: “La angustia se relaciona de este modo con una especie de destete ontológico de la criatura: «es el abandono del ser a la posibilidad prohibida de elegirse finito por un brusco retroceso de lo infinito» (AMOROS C., Sören Kierkegaard o la subjetividad del caballero. Un estudio a la luz de las paradojas del patriarcado, Barcelona, 1987, p. 228).
[33] KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., pp. 68 – 69.
[34] Cfr. Ibíd., p. 73.
[35] FEUERBACH L., La Filosofía del futuro, trad. Julio Vera, Buenos Aires, Calden, 1969, p. 148).
[36] Cfr. “Déjale al hombre su cabeza pero dale el estómago de un león o de un caballo: seguramente dejará de ser hombre” (FEUERBACH L., La Filosofía del Futuro, op. cit., p. 149).
[37] Cfr. “Cuerpo y psique, en síntesis exclusiva –con exclusión absoluta del espíritu–, dan por resultante un animal; sin embargo lo que hace al hombre ser hombre es la relación esencial que el cuerpo y la psique dicen al espíritu, de modo que sólo en virtud de éste el cuerpo es cuerpo humano, y la psique, psique humana” (COLLADO J., op. cit., pp. 100 – 101)
[38]Como principio, como fuerza, como sistema en sí, la sensualidad es puesta por primera vez en el cristianismo; podría añadir a esto otra determinación que tal vez muestre de manera más enfática lo que quiero decir: en el cristianismo, la sensualidad es puesta por primera vez bajo la determinación del espíritu. Es totalmente natural que así sea, pues el cristianismo es espíritu, y el espíritu es el principio positivo que aquél introdujo en el mundo. Pero, puesto que la sensualidad se ve bajo la determinación del espíritu, se entiende que su sentido está en que debe ser excluida; pero justamente porque debe ser excluida está determinada como principio, como poder; pues aquello que el espíritu, que es él mismo un principio, debe excluir, debe ser algo que se muestre como principio, por más que sólo se muestre como principio en el momento en que es excluido” (KIERKEGAARD S., Escritos de Soren Kierkegaard. Volumen 2/1. O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida I, trad. Saez Tajafuerce y González, Madrid, Trotta, 2006, p. 85.
[39] O, si se quiere, en los términos de la tradición filosófica, ser hombre es hacer, al unísono, la experiencia de que el cuerpo es la cárcel del espíritu y el espíritu la cárcel del cuerpo
[40] Con su caracterización de la angustia como el sentimiento de «incomodidad» psicosomática ante una libertad trabada (Cfr. KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 75), Kierkegaard contaba con una base sólida como para llegar a comprender que la verdadera libertad debe incluir tanto la libertad del espíritu como la del cuerpo. En este sentido, la presencia misma de la angustia es un indicio de que el cuerpo está instalado en un medio que le es adverso. 
[41] KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 74.
[42] Cfr. KIERKEGAARD S., Diario Íntimo, trad. Bosco, Buenos Aires, Santiago Rueda Editor, 1955, p. 125.
[43] Cfr. “La diferencia sexual no es superficial y no se limita a ciertas partes del cuerpo; es más bien esencial, penetra por todo el cuerpo. La esencia del hombre es la virilidad, la de la mujer la feminidad. Por más que sea el hombre espiritual e hiperfísico, siempre queda siendo hombre, lo mismo que la mujer. Por eso la personalidad es una nada sin la diferencia sexual. La personalidad se distingue esencialmente en una personalidad viril y femenina” (FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, op. cit., p. 97)
[44] Cfr. “En la inocencia está ya puesta la diferencia sexual, pero no en cuanto tal. Sólo en el momento de cometer el pecado queda también puesta la diferencia sexual en cuanto impulso” (KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 109)
[45] COLLADO J., op. cit., p. 116.
[46] KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 96
[47] Ibíd., p. 99.
[48] Kierkegaard plantea que esta contradicción puede ser superada en la vida futura, en la cual el espíritu no está contaminado por ninguna de las determinaciones del cuerpo (Cfr. KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 108).
[49] Cfr. “Aquí, como en todas partes, debo prohibirme el sacar cualquier consecuencia sin sentido, como por ejemplo, la de que la verdadera tarea en este punto consistiría en hacer abstracción de todo eso, es decir, en eliminar todo lo sexual en el sentido externo. La verdad es que de nada sirven todas las abstracciones una vez que lo sexual ha sido puesto como punto culminante de la síntesis. La tarea consiste, naturalmente, en incorporarlo a la esfera del espíritu. Afirmemos, entre paréntesis, que aquí radican todos los problemas morales que plantea lo erótico. La realización de esta tarea representa la Vitoria del amor en el hombre, y con esta victoria el espíritu llega a triunfar de tal suerte que se ha olvidado lo sexual y sólo se recuerda como olvidado. Cuando esto acontece, la sensibilidad ha quedado transfigurada en el espíritu y con ello disipada la angustia” (KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 109)
[50] La lectura psicoanalítica que ofrece S. Munnich en torno a este problema resulta sumamente sugerente (Cfr. MUNNICH S., op. cit., pp. 174 – 187).
[51] FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, op. cit., p. 98.
[52] Cfr. FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, op. cit., p. 163,
[53] Cfr. “…el hombre que no niega su virilidad, que se siente como hombre, y reconoce esta sensación como una sensación natural y legítima, recién entonces tal hombre se sabe y se siente sólo como un ser parcial, que necesita de otro ser parcial, para producir lo total, es decir, la humanidad verdadera” (FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, op. cit., p. 163)
[54] Cfr. FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, op. cit., pp. 148 – 156.
[55] Cfr. COLLADO J., op. cit., pp. 112 – 113.
[56] “El pudor, desde luego, es un saber acerca de la diferencia de los sexos, pero no implica una relación con esa diferencia sexual. Lo que significa que el impulso no ha hecho, en cuanto tal, acto de presencia (…) En el pudor queda puesta la diferencia sexual, pero sin la orientación correspondiente del uno al otro sexo” (KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., pp. 96 -97)
[57] Cfr. KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 59 y p. 74
[58] Cfr. KIERKEGAARD S., El Concepto de la Angustia, op. cit., p. 53
[59] FEUERBACH L., La Esencia del Cristianismo, op. cit., p. 157.

Volver

Usted es bienvenido a contactarse mediante el siguiente formulario:

(*) Campos requeridos

Para quienes estén interesados en enviarnos alguna nota, artículo o comentario pueden hacerlo en este espacio:

(*) Campos requeridos

 
Carlos Calvo 257 - C1102AAE Buenos Aires - Argentina -
Ir arriba