Se puede considerar que esta es una pregunta retórica en varios sentidos: a) damos por sentado que no hay universal femenino y que nos referimos a la posición femenina de un sujeto, es decir a quien, respecto de los tres tiempos de la identificación sexuada tal como Lacan la ubica en la primera clase de... ou pire (1), ha decidido un modo particular de relación al goce (no-todo fálico); b) es sabido que Lacan retoma una afirmación Kierkgaard (en El concepto de la angustia), especialmente en su Seminario X, de que la mujer se angustia más que el hombre ante el deseo del Otro; c) cualquier mujer, esto es decir: cualquier ser parlante que se ubique en una posición femenina, sabe por su experiencia que su angustia puede estar fuera de toda medida; d) la experiencia en la clínica muestra que esa mujer se angustia “más” que los hombres o, para decirlo mejor, su angustia no tiene común medida con la del hombre.
No tenemos una respuesta tan contundente de parte de Freud. Hemos repetido, a partir particularmente de “Inhibición, síntoma y angustia”, que él considera que la angustia femenina esta ligada al temor a la pérdida del amor del objeto, pero no dice nada si esto la hace mas angustiada. Sus originales reflexiones en “La neurastenia y la neurosis de angustia. Sobre la justificación de separar de la neurastenia cierto complejo de síntomas a título de ‘neurosis de angustia’”(1894) y la “Crítica de la neurosis de angustia” (1895) puede orientarnos pues hay en ellos una invención freudiana, la de “neurosis actuales” con la que nombra al conjunto neurastenia-neurosis de angustia para diferenciarlo del conjunto “psiconeurosis”. Pero en el interior de las neurosis actuales Freud propone separar la neurastenia de la neurosis de angustia (“complejo de síntomas agrupados en torno a uno principal, la angustia”) ya que, según afirma, ambas tienen distintos mecanismos y distinta etiología. Nuestro afán por lo nuevo se vería seriamente dañado si leyéramos la lista de ese complejo de síntomas, especialmente los referidos a los ataques de angustia, (tanto los rudimentarios como sus equivalentes) ya que parece extraída del DSM IV pero, en fin... basta con ir a leer el texto. Resumamos el argumento de Freud: en la neurastenia, una excitación puramente somática acumulada se elabora psíquicamente y se convierte en libido (es la primera vez que Freud usa este término) pero pretende descargarse con la acción menos adecuada (masturbación) y la libido se estanca; en la neurosis de angustia, la excitación somática acumulada no se elabora psíquicamente y pretende descargarse con una acción nada adecuada (ejemplo: coitus interruptus); la tensión que se genera en ambos casos es angustia pero en la neurosis de angustia hay una “falta de capacidad psíquica para dominar la excitación sexual” ya que la psique se conduce como si la excitación fuera un peligro exterior y no produce libido.
“En la mujer, es más rápida y más difícil de suprimir que en el hombre la emergencia de un extrañamiento entre lo somático y lo psíquico durante el curso de la excitación sexual”.(2)
Esta última frase es todo lo que tenemos de Freud aquí acerca de la diferencia que tratamos. Pero no es poco. Veamos como se conjuga con lo que agrega en el segundo texto: al refutar las críticas de Lowenfeld, quien ponía a cuenta de la herencia la causa de estos complejos síntomas, Freud afirma que “existen mujeres afectas de una neurosis de angustia congénita (...). Las mujeres de esta clase de sexualidad son incapaces de satisfacción, incluso en el coito normal, y desarrollan la neurosis de angustia, bien espontáneamente, bien después de la emergencia de otros factores eficaces.”
Al referirse, más adelante, a la palabra “congénito”, Freud aclara que “El factor específico sexual se nos evidencia en la inmensa mayoría de los casos. En otros (congénitos) no se distingue la herencia sino que queda cumplido con ella misma, o sea que los enfermos llevan en sí como un estigma aquella particularidad de la vida sexual (la insuficiencia psíquica para dominar la tensión sexual somática) que en las demás ocasiones conduce a la adquisición de la neurosis”.
En el texto que es hoy clásico, “Actualidad de la neurosis actuales” (3), Germán García analiza con detenimiento esta neurosis de angustia que propone “un estallido de los cuadros” y que presenta lo somático “como aquello que por carecer de historia no puede ser articulado: el cuerpo de los orígenes” para el que no se encuentra un representante. Es justamente con relación a las neurosis actuales que Freud acuña la frase que encierra en sí el secreto del psicoanálisis: “las dos neurosis actuales (...) constituyen la facilitación somática de las psiconeurosis y suministran el material excitativo que luego será seleccionado y revestido psíquicamente, de modo que, en términos generales, el núcleo del síntoma psiconeurótico, el grano de arena en el centro de la perla (4), está formado por la manifestación sexual somática” y por ello se trata de síntomas “que no pueden ser descompuestos analíticamente”.
Queda claro que, para Freud, las neurosis actuales o, lo que es lo mismo, la angustia que está en el centro del cuadro como equivalente al “grano de arena en la perla” psiconeurótica funciona como un litoral (para usar el término que Lacan presentaría muchos años más tarde) que se actualiza cada tanto como lo que, del cuerpo, no es representable.
Solo que se trata de responder por al particularidad de la angustia en las mujeres, en las que se sitúan como tales. En los textos que comentamos, Freud ha afirmado que a) en ellas la emergencia de ese litoral es más rápida y más difícil de suprimir, b) en algunas, su neurosis de angustia puede ser congénita, esto es, independiente de las contingencias de la excitación somática, c) se trataría de una insuficiencia para dominar la tensión sexual somática con representaciones.
¿Por qué les sucede esto a las mujeres? Freud no lo dice; recurre a su experiencia clínica para decir que ha verificado en algunas de ellas una relación particular con el cuerpo y la angustia; a la vez no parece dejarse seducir por las típicas respuestas despectivas de su época acerca de la “debilidad mental” de (todas) las mujeres (Moebius), aunque su lenguaje médico sí sea de su tiempo y lo conduzca a nombrar esa “X” que retrocede a medida que avanzamos (como podrá decir muchos años más tarde en ISA) con el nombre de “insuficiencia congénita”. Podríamos evocar aquí a Kierkegaard: “Aunque la angustia sea más propia de ella que de éste (el varón), la angustia no es, en modo alguno, un signo de imperfección”. (5)
¿Es la mujer más angustiada que el hombre? En cada una, la angustia no tiene medida común, lo demuestra el mismo Freud al situar, del lado de ellas, una insuficiencia en la explicación. En consecuencia, la pregunta por si es “más” angustiada es una pregunta que proviene, podría decir Lacan, de la otra raza de discursos.
Notas
Graciela Musachi
Psicoanalista
Libros publicados: - Nombres del psicoanálisis. Anáfora, 1995.
- El Oriente de Freud Editores Contemporáneos 2005
- Mujeres en movimiento. Eróticas de un siglo a otro. FCE. 2001.
- Pos o CPC Grama ediciones 2002
- Georgie y yo. Lo que pasó con Estela Canto. Editores contemporáneos. 2005.
- Con German García: La entrada del psicoanálisis en la Argentina Catálogos 2da.. edición. 2006