ARTURO MORALES ROJAS: "La perspectiva ética kantiana vista en la filosofía existencial de S. Kierkegaard"
Universidad de Málaga - Colombia

Resumen
En este trabajo se propone analizar los postulados éticos de Immanuel Kant con el pensamiento existencial de Søren  Kierkegaard. Para lograr tal objetivo, en un primer momento se plantea destacar las ideas fundamentales de la ética kantiana; luego, en un segundo momento, se pretende destacar la postura ética de Kierkegaard, y por último, contrastar ambos planteamientos para identificar diferencias y similitudes inherentes a la realización racional del ser humano, manifiesta en Kant, y, por otro lado, la dimensión existencial en el Kierkegaard pseudónimo de Víctor Eremita.
Palabras clave: Kant, deber, imperativo categórico, Kierkegaard, individuo, amor

I. Introducción
Durante los siglos XVIII y XIX surgen, sin duda alguna, brillantes pensadores que embellecieron y consolidaron la actividad filosófica entre la modernidad y la época contemporánea. La aparición de diversas y particulares corrientes artísticas, científicas, culturales y, naturalmente, filosóficas; además de grandes acontecimientos históricos, como la revolución industrial y la revolución francesa, han sido hechos destacables en el devenir de la humanidad durante dichos siglos.
La reflexión filosófica se ha visto revitalizada y adornada con las indagaciones, rigurosas y  siempre vigentes, de grandes pensadores como: Immanuel Kant[1] y Søren  Kierkegaard, quienes con sus aportes y profundos planteamientos, concitan y estimulan nuevos interrogantes, alcanzan respuestas y, sobretodo, promueven una mirada analítica al ser y al hacer del ser humano. En este sentido, este trabajo tiene como objetivo precisar las nociones nucleares en la ética Kantiana y su contraste con el pensamiento de Kierkegaard. En efecto, reflexionar sobre el imperativo categórico kantiano, expuesto en la Metafísica de las Costumbres (1785), y en el opúsculo, muy conocido de su época pre-crítica, denominado: Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración? (1784), procurando identificar los aspectos convergentes con el pensamiento Kierkegaardiano; para ello, los planteamientos de O lo Uno o lo Otro Un fragmento de vida II (1843), serán determinantes en el instante de considerar los puntos de vista de ambos pensadores.
La amplitud y cobertura que la obra kantiana permite en múltiples cuestiones, denota que la encomiable labor intelectual del sabio de Königsberg, representa para el pensamiento actual un tesoro para siempre[2] de la cima filosófica moderna. De este modo, dichos aportes, sopesados con la sugerente filosofía del Caballero de la subjetividad[3]: Søren Kierkegaard, aquel escritor poliédrico de Copenhague, cuyo legado es considerado como uno de los cimientos esenciales del existencialismo. Dado lo anterior, procuraremos precisar las implicaciones de uno y otro pensamiento, explicitando las ideas fundamentales, en este caso primariamente, el tema de la ética, haciendo un movimiento pendular constante entre la meta-ética y la ética normativa y las nociones éticas descriptivas y existenciales de Kierkegaard.
La antigua filosofía griega post-socrática se dividía en tres ciencias, a saber: la ética, la física y la lógica[4]; por lo que, desde sus inicios, la reflexión sobre la conducta humana, los principios o criterios para definir lo bueno y lo malo, estuvieron presentes en el pensamiento antiguo. De allí que la consideración de la relación entre naturaleza y ley moral, así como la voluntad, hayan sido enfocadas como una afectación de la naturaleza y no, en tanto, como una razón para actuar.

II. Kant y su sistema ético
El pensamiento ético kantiano representa uno de los grandes sistemas de la ética normativa actual, teniendo en cuenta que su visión y postura frente a los criterios  que nos ayudan a identificar cuándo una acción es buena o mala son encomiables, y, sin embargo, procurar identificar, mediante las categorías de su filosofía,  cuál es el origen de lo bueno y de lo malo como fundamentación metafísica, y puntualizar, de manera simultánea, quien debe definir las razones a través de las cuales podemos justificar dichas determinaciones; hacen que la figura de Kant, sea punto ineludible para la sociedad de hoy.
De forma que para precisar el inicio del análisis de sus nociones, es sugerente retomar la cuestión desarrollada por Kant en el opúsculo de la Ilustración: “La ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la ayuda de otro. ¡Sapere Aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la ilustración” (García Belsunde, 2007), de esta forma, Kant, parte de que la mayoría de edad consiste en servirse de su propio entendimiento. Esta capacidad singular de la naturaleza humana, no sólo apunta a la capacidad de pensar y adquirir un saber teorético, sino que también lo conecta con lo práctico. Este aspecto nos permite desvelar que el Sapere Aude va dirigido a promover un actuar precedido de acto racional, a una razón práctica.
Ahora bien, en cuanto a la razón práctica y a la ética kantiana, éstas se van perfilando con un carácter distintivo, en comparación con los postulados éticos griegos y medievales. Schopenhauer afirma: “Kant posee el gran mérito de haber limpiado la ética de todo eudemonismo. La ética de los antiguos era una doctrina de la felicidad; la de los modernos, por lo general, una doctrina de salvación eterna. Los antiguos querían demostrar como idénticas la virtud y la felicidad: pero éstas eran como dos figuras que jamás se corresponden. Los modernos querían relacionarlas, no según un principio de identidad, sino según el de la causalidad de ambas, es decir, hacer la felicidad consecuencia de la virtud” (Schopenhauer, 1965); en consecuencia, la ética kantiana, adquiere en Kant una depuración, es decir, prescinde de un interés, ya sea de la virtud (Ética Aristotélica), de la felicidad (los estoicos y epicúreos) o de la vida eterna (Platonismo). Ahora bien, Kant propone una ética no instrumentalizada, sin medios para obtener fines, sino el fin en sí mismo.
La novedad de su postura ética es la cuestión del deber por el deber, su enfoque es deontológico por excelencia; es decir, que un sujeto A cuando hace una acción X, dicha acción, únicamente tiene valor moral, cuando su razón para actuar es el deber. Kant manifiesta, al respecto: “En cambio, cuando las adversidades y una pena sin consuelo han arrebatado a un hombre todo el gusto por la vida, si éste infeliz, con ánimo entero y sintiendo más indignación que apocamiento o desaliento, y aun deseando la muerte, conserva su vida, sin amarla, sólo por deber y no por inclinación o miedo, entonces su máxima sí tiene un contenido moral” (Kant, 1921), de aquí se infiere que una acción contiene valor moral en cuanto la razón de materializarla sea única y exclusivamente por el deber.
Frente al tema de la ley moral, Kant, establece que es la universal legalidad de las acciones, y de esta forma se configura el denominado Imperativo Categórico Kantiano: “No que nada más que la universal legalidad de las acciones en general – que debe ser el único principio de la voluntad-; es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal” (Kant, 1921), el actuar, la voluntad y todas las inclinaciones busquen ser modelo para todos, es la entronización del deber. De este imperativo, su sistema ético, responde a la definición de la ética como deber ser, incorporando y amplificando cada acto (particular) a una ley universal (general).
En otra formulación del imperativo, Kant explica: “Resulta de aquí que el imperativo universal del deber puede formularse: Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza” (Kant, 1921), de este planteamiento, se derivan nociones como las de máxima y Ley universal, cuyos extremos (lo subjetivo y lo objetivo) se ven entrelazados por la voluntad. Cuando se habla de máxima en Kant, se relaciona con el criterio particular del sujeto y, por otro lado, cuando usa la expresión ley universal, hace referencia a la ley objetiva, a la que todos debemos cumplir, pues está dirigida a todos los seres racionales.
En todos los planteamientos relacionados por Kant en su sistema ético, se puede intuir, una concepción Kantiana del individuo, es decir, del sujeto, del particular. En primer momento, en el Sapere Aude, la expresión que usa es, en forma de imperativo: “Ten valor de servirte de tu propio entendimiento”; Ciertamente se dirige al sujeto, su destinatario es el individuo concreto, yuxtaponiendo a la mayoría que piensa por cada sujeto. En consecuencia, el espíritu ilustrado, es un proceso racional cuyo fin es el sujeto, despertar su capacidad racional y valorar sus criterios y posibilidades. Posteriormente, en las diversas formulaciones de su imperativo categórico, Kant, parte del individuo: “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”(Kant,1921) , de esta forma, el valor del individuo queda valorada, no al margen correlacional con el otro, sino tanto en tu persona, ésta es una aproximación a la noción de sujeto o individuo en el pensamiento ético kantiano.

III. Kierkegaard: La Ética y el Individuo
Para este punto de nuestro trabajo, procuraremos abordar y ahondar en la noción ética en el pensamiento Kierkegaardiano. De tal manera, que cuando se hace alusión a Kierkegaard, se piensa en: existencialismo, pseudónimos, diarios o en su radical adhesión a la fe cristiana; sin embargo, la ética adquiere una interesante percepción en sus posturas.
Cuando usamos la expresión ética en Kierkegaard, se debe tener presente a su obra: O lo uno o lo otro, Un fragmento de vida II, escrita en 1843, con el pseudónimo de Víctor Eremita; la concepción ética y estética, como dos realidades antagónicas pero existencialmente necesarias en la condición de ser humano. En este sentido, lo estético hace hincapié a aquello que un hombre inmediatamente es, y por otro lado, lo ético definido como aquello a través de lo cual un hombre llega a ser lo que llega a ser (Kierkegaard, 1843).
En primera instancia, Kierkegaard, cuando toma en consideración la expresión ética, lo primero que se ha de tener en cuenta, es su interés y la corriente filosófica en la que se circunscribe su pensamiento. De este modo, puntualizando su existencialismo y su posición frente a la vida, el compromiso, el ser y Dios. Kierkegaard dará ciertas particularidades a términos universalmente filosóficos imprimiéndoles su estilo y su significado. En efecto, contextualizar lo estético y lo ético, llevan a interpretar lo que dice y la forma (modo) en que lo dice; además de su obra verónima y su obra pseudónima, que conforma la totalidad de la obra kierkegaardiana.
La ética adquiere relevancia en función de algunas categorías fundamentales como son: la elección y la decisión, por ello, afirma Kierkegaard: “Pienso en mi temprana juventud, cuando con una confianza pueril escuchaba hablar a los mayores sin entender muy bien la importancia que el hecho de elegir tiene en la vida, cuando, aun eligiendo según las indicaciones de otro, el momento de la elección me resultaba solemne y venerable”(Kierkegaard, 1843, 149), en este punto concreto, la posibilidad de elegir en medio de infinitas posibles posibilidades, se vislumbra el componente ético de su pensamiento. En consecuencia, a la relación libertad- elección se va a desprender la relación  elección- decisión, pues continúa Kierkegaard: “Pienso en momento posteriores de mi vida en los que, encontrándome en una encrucijada, mi alma maduraba a la hora de la decisión” (Kierkegaard, 1843, 149). De este modo, la madurez vital se examina en la decisión como punto determinante de la ética que conlleva a ser lo que se es como el deber ser por antonomasia en su filosofía.
Kierkegaard, como filósofo intimista y existencialista, percibe que en la posibilidad de elección-decisión, se confronta la aspiración humana a la verdad, la justicia y a la santidad, contrastadas con las flaquezas, debilidades y pasiones que subyacen en la condición humana. Ahora bien, de esta tensión constante, se infiere la concepción antropológica Kierkegaardiana, en cuanto que el hombre es relación consciente en la relación de libertad-necesidad, eternidad-temporalidad, infinitud-finitud. Seguidamente, en la base de esta antropología,  se configura su objetivo que es despertar espíritus para que cada individuo sea lo que es.
Un elemento significativo, es el aspecto descriptivo que hace Kierkegaard, de la existencia humana, en los momentos de la vida: estadio estético, ético y religioso[5]. Cada una de estas etapas, contiene una serie de vivencias y momentos significativos de elección en los que nos vamos identificando, para llevar a cabo el movimiento dialéctico que posibilite ser yo, como  Den Enkelte, un individuo[6], y no uno más, absorbido en la mayoría. La personalidad de dicho individuo, va a ser modelada y determinada por el instante de elección: “La elección misma es decisiva para el contenido de la personalidad; ésta, al elegir, se sumerge en lo elegido, y si no elige, se atrofia y se consume” (Kierkegaard, 1843, 154), de tal forma, que la elección implica identificación con la personalidad del individuo. Desde esta perspectiva, en el estadio ético el hombre se compromete, asume responsabilidad y se aleja de la sensualidad del estadio estético. Lo anterior, nos lleva a comprender los actos éticos y el asunto de la responsabilidad, dado que sólo son éticos aquellos en los cuales existe un compromiso, como el matrimonio.
Lévinas, acerca de Kierkegaard y su ética: “Este estallido del sistema a partir del Otro    no es una imagen apocalíptica, sino la imposibilidad misma en la que se halla el pensamiento reductor de todo lo otro a lo mismo cuando pretende reducir al Otro. Imposibilidad que no se queda  en esta significación negativa, sino que de inmediato pone en cuestión  al yo para con el Otro. La subjetividad es en esta responsabilidad, y sólo la subjetividad irreductible puede asumir una responsabilidad. Eso es la ética.” (Lévinas, 2005), por consiguiente, los actos éticos consisten en tratar a otro individuo como otro y no como lo mismo; es decir, sólo yo siendo lo que soy, puedo tratar e interactuar con el  otro como lo que es.
Por último, en el estadio religioso, el individuo autodesvela su genuinidad ante Dios, pues el yo es yo ante Dios. Es en este escenario, en el cual el hombre como individuo, en la perspectiva de Kierkegaard, comienza una ética auténtica, es decir, una ética del amor, basada y sostenida por el amor, pues sólo el amor posibilita relacionarse con otros individuos, mediante la dinámica del amor. 
En las implicaciones del amor y con la finalidad de extraer las nociones éticas en el Kierkegaard verónimo, como él mismo se define:  un escritor religioso[7]; leemos, en las Obras del Amor: “Sin embargo, el cristianismo está enterado de todo lo que es amor y de lo que es amar mucho mejor que cualquier poeta; precisamente por eso, sabe también, cosa que probablemente los poetas eluden, que el amor que ellos cantan es en el fondo el amor de sí, y de ahí que justamente se explique su expresión ebria de amar a otro más que a sí mismo. La pasión amorosa no es todavía lo eterno, es el hermoso vértigo de la infinitud, cuya máxima expresión es la temeridad de lo enigmático” (Kierkegaard, 2006,36-7), de esta manera, es en el cristianismo – no la cristiandad - en donde se conjuga y se expone el amor en su sentido más sublime y auténtico, teniendo en cuenta que no es un amor egoísta ni para sí, sino al contrario, es un amor para el otro, es una salida de sí mismo y amar hasta el extremo; un amor oblativo que trasciende, incluso las categorías humanas, para dimensionar la valía del otro[8].

IV. Conclusiones
Para resaltar algunas consideraciones acerca de la indagación propuesta, se puede destacar la importancia que dibujan ambos postulados – Kant y Kierkegaard- sobre el concepto del individuo. A saber, en Kant, el sujeto con sus máximas puede llegar a ser de éstas, ley universal. Es el sujeto el que debe alcanzar la mayoría de edad, servirse de su propia capacidad de entendimiento, de su racionalidad. El  sujeto ilustrado kantiano es el que actúa conforme a la razón práctica y es precisamente el que Kant quiere ensalzar y rescatar. Por otro lado, el camino de rescate o despertar del individuo singular en Kierkegaard, no es por la vía racional, sino más bien por la vía existencial religiosa, pues, en su pensamiento, la razón no es suficiente para llegar a ser lo que es, es necesario un compromiso, y ante todo, el verse reflejado en la verdad absoluta, que es Dios[9].
Otro aspecto conclusivo destacable, es que la ética en Kant proyecta una exigencia máxima con el deber por el deber. La posibilidad que afirma de hacer de mis actos leyes universales y ver en mi persona y en los otros, no medios únicamente, sino fines al mismo tiempo, es de enorme valía; sin embargo, en Kierkegaard la ética limita con la etapa religiosa y entra en escena, cuando construyo relaciones inter-individuales que permitan ver al otro como lo que es porque lo es.
Por último, es adecuado precisar que la ética propiamente dicha, abordada con rigurosidad y objeto de estudio filosófico, fue mucho más explicitada y desarrollada en Kant que en Kierkegaard, por  los intereses y aspectos de cada filósofo; no obstante, la exigencia ética de sobrepasar los actos movidos por el deber y  visualizar, con mirada cristiana y metafísica a los otros individuos, se vuelve un desafío ineludible para todo ser humano, en especial, a los creyentes.

BIBLIOGRAFÍA
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FRANCESC TORRALBA ROSELLÓ, El Camino espiritual de Søren  Kierkegaard, Editorial San Pablo. Madrid, 2008.
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KANT IMMANUEL, Fundamentación Metafísica de las Costumbres. Traducción y prólogo de Manuel García Morente. Edición de Pedro M. Rosario. Madrid, 1921 (Primera edición) p. 15-16
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KIERKEGAARD SØREN, Temor y Temblor. Alianza editorial ISBN 978-84-206-8615-8
KIERKEGAARD SØREN, O lo uno o lo otro, Un fragmento de vida II. Escritos de Søren Kierkegaard. Editorial Trotta. Madrid, 2007.
KIERKEGAARD SØREN, Las Obras del Amor, Meditaciones cristianas en formas de discurso. Ediciones Sígueme. Salamanca, 2006.
KRÁLIK ROMAN, VALCO MICHAL, GARCÍA MARTÍN JOSÉ, Person and Society, 2014. Central European Research Institute of Søren Kierkegaard, Constantine the Philosopher University. ISBN 978-0-9878168-6-3
LÉVINAS EMMANUEL, Kierkegaard Vivo: Una reconsideración. Traducción y edición de Agustín Serrano de Haro. Ediciones Encuentro. Madrid. 2005, p. 76
MARÍA GARCÍA AMILBURU, La Existencia en Kierkegaard. Ediciones Universidad de Navarra S.A., Pamplona. ISBN 84-313-1172-X
M. HOLMES HARTSHORNE, Kierkegaard: El divino burlador. Cátedra, colección teorema. ISBN 84-376-1071.
MARÍAS JULIÁN, Historia de la Filosofía. Primera edición en manuales, 1998. Alianza Editorial S.A. Madrid.
SOCIEDAD HISPÁNICA DE AMIGOS DE KIERKEGAARD, SOCIEDAD IBEROAMERICANA DE ESTUDIOS KIERKEGAARDIANOS, UNIVERSIDAD DE NITRA (ESLOVAQUIA). Kierkegaard and Faith. ISBN 9788447532605 (Publicacions i Edicions Universitat de Barcelona.

 
 

[1] Con respecto al Congreso Internacional Reencuentro con Kant, he identificado la vigencia kantiana cuya razón de ser estriba en sus juicios y responsabilidades. Al respecto, Nietzsche afirma: “El valor de Kant para la filosofía, es la novedad que radica en los juicios sintéticos a priori, como facultad humana”, Véase NIETZSCHE FRIEDRICH, Más allá del bien y del mal. Ed. Fontana. Traducción de Enrique Eidelstein. Barcelona 2017.p.19 ISBN 978-84-15999-09-6
[2] Expresión particular extraída de Tucídides, el historiador ateniense, del s. V a. C, cuando en su obra: La Guerra del Peloponeso en Thc. 1.22 afirma la validez, grandeza y utilidad de su obra.
[3] Este interesante elogio se ha extraído de las intervenciones de eminentes filósofos invitados al ciento cincuenta aniversario del nacimiento del insigne danés. Como fruto de dicho encuentro se editó un libro denominado: Kierkegaard vivo, Una reconsideración. Jean Paul Sartre lo define así. Véase J. P SARTRE, G. MARCEL, K. JASPERS, E. PACI, E. LÉVINAS, J. DERRIDA, M. GARCÍA –BARÓ, Kierkegaard Vivo, Una reconsideración. Ed. Encuentro, Madrid 2005, p. 11-5. ISBN 87- 7490-767-5
[4] INMANUEL KANT, Fundamentación de la Metafísica de las costumbres. Traducción y prólogo de Manuel García Morente. Edición de Pedro M. Rosario. Madrid, 1921 (Primera edición) p. 1-3
 
[5] Para profundizar este comentario, véase la Introducción que hace Demetrio Gutiérrez Rivero en Estudios Estéticos I. Kierkegaard Søren, Estudios Estéticos I (Diapsálmata. El Erotismo musical), Traducción directa del Danés, notas y prólogo de Demetrio Gutiérrez Rivero. Editorial Librería Ágora, S.A, Málaga ( España), p. 9-30 ISBN 84-8160-042-3
[6] Entre los múltiples aportes que ha generado Kierkegaard, se destaca la noción de individuo como categoría conceptual importante, dado que expresa la singularidad del ser humano, a la que después de una travesía existencial, se llega a ser lo que se es porque se es.  Véase Persona y sociedad Person and Society, Scientific Studies Monograph Series, 2014 ISBN 978-0-9878168-6-3
[7] Uno de los elementos claves en Obra de Kierkegaard, según su propio parecer, se encuentra en la obra Mi punto de vista,  trabajo cuyo papel es ofrecer principios hermenéuticos determinantes para comprender su pensamiento. “El contenido de este pequeño libro afirma, pues, lo que realmente significo como escritor: que soy y he sido un escritor religioso, que la totalidad de mi trabajo como escritor se relaciona con el cristianismo, con el problema de llegar a ser cristiano” KIERKEGAARD SØREN, Mi punto de vista, traducción de José Miguel Velloso. Ed. Aguilar. Madrid, 1988, p.14-15 ISBN 84-03-87039-6
[8] Para este planteamiento, confrontar con el Himno paulino del amor, expresado en 1 Co 13, 4-7
[9] El concepto de Dios equivale en Kierkegaard a la “Diferencia absoluta”. Véase fe y saber: leer a Kierkegaard después de Nietzsche. Kierkegaard and Faith, Universitat de Barcelona, 2008, p. 22-5. ISBN 978-84-475-3260-5

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