VELGA VEVERE: "El teatro épico de Kierkegaard: prefacios y prólogos de escritos seudónimos"
Universidad de Letonia (Riga, Letonia)

Introducción
En el prefacio de su libro, firmado por Nicolaus Notabene "Prefacios", Kierkegaard describe un experimento mental: "pero nadie piensa en lo que se podría conseguir si se pudiese instruir a algún Literatus [erudito] para leer solo prefacios, si bien haciéndolo de modo tan exhaustivo que comenzase por los tiempos más remotos y siguiese a través de los siglos hasta nuestros días". Concluye que el arte de los prefacios ha recibido un golpe mortal en la autoría moderna, ya que los prefacios se han vuelto accidentales, insignificantes; luego declara su intención de hacer una ruptura en serio. "Esto indica que un prefacio es algo esencialmente distinto al libro y que escribir un prefacio es algo muy distinto a escribir un libro". En mi opinión, estas declaraciones de Kierkegaard pueden percibirse como una especie de provocación, es decir, qué pasa si alguien se atreve a leer detenidamente sus prefacios y qué pasa si los prefacios se ven en el contexto de su comunicación existencial (los prefacios como comunicación interrumpida que no guarda relación con el cuerpo principal del texto crea una tensión, ansiedad en el lector que estimula su autorreflexión). En la presente conferencia me gustaría ceder a la provocación de Kierkegaard y seguir todos sus prefacios a las obras seudónimas como parte importante de su proyecto de comunicación existencial. Como herramienta de interpretación emplearé el concepto de efecto de alienación (Verfremdungseffekt), también traducido como el efecto de desfamiliarización propuesto por el dramaturgo alemán Bertold Brecht. Él formula este principio en el ensayo "Efectos de alienación en la actuación china": "Los efectos en cuestión estaban dirigidos a actuar de tal manera que el público no podía simplemente identificarse con los personajes de la obra".


Juego de prefacios en filosofía
El papel de los prefacios en la literatura y la filosofía es especial, desempeñan diferentes funciones: presentar, explicar, orientar al lector potencial, así como obstaculizar y desorientar. En filosofía, el tema de los prefacios fue revelado por Hegel, Kierkegaard, Nietzsche, Derrida. Aunque, en general, los prefacios sirven como herramienta hermenéutica para la interpretación del texto, en algunos casos los prefacios dejan bastante confundido al lector, ya que no están relacionados con el texto principal. Así, por ejemplo, el crítico literario francés Gerard Genette, en su libro “Paratextos. Umbrales de interpretación”, caracteriza el prefacio como un umbral que debe traspasarse para llegar al cuerpo principal del texto, o puede impedir la entrada en absoluto. Aun así, en ambos casos presupone una pausa. Escribe: “En efecto, esta franja, siempre portadora de un comentario autoral o más o menos legitimado por el autor, constituye una zona entre el texto y el fuera del texto, una zona no solo de transición sino también de transacción: un privilegiado lugar de una pragmática y una estrategia, de una influencia en el público, una influencia que, bien o mal comprendida y lograda, está al servicio de una mejor recepción del texto y una lectura más pertinente del mismo (más pertinente, por supuesto, a los ojos del autor y sus aliados)”. El lugar único del prefacio como prólogo fuera del texto ha sido señalado también por Jacques Derrida en sus “Diseminaciones”. Escribe: "Desde el punto de vista del preámbulo, que recrea la intención-de-decir después del hecho, el texto existe como algo escrito - un pasado - que bajo la falsa apariencia de un presente, un autor omnipotente oculto (en pleno dominio de su producto) está presentando al lector como su futuro. Aquí está lo que escribí, luego leí, y lo que estoy escribiendo y que usted va a leer. Después de lo cual podrá volver a tomar posesión de este prefacio que, en suma, todavía no ha empezado a leer, aunque una vez leído usted ya habrá anticipado todo lo que sigue y, por tanto, mejor prescindir de leer el resto". En otras palabras, el autor habla de la imposibilidad de un pre-facio, un texto antes del texto.
O, muy por el contrario, hay prefacios sin ningún texto que los siga. Por ejemplo, en 1872, Friedrich Nietzsche envió un regalo de Navidad a Cósima Wagner: un manuscrito escrito a mano encuadernado en cuero "Cinco prefacios de cinco libros no escritos". Por supuesto, esto puede considerarse como un buen gesto para contarle a un amigo sobre los planes de escritura que se llevarán a cabo o no en un futuro previsible. Podría ser, si no fuera, primero, que los diarios de Nietzsche contienen varias versiones de cada prefacio (así que debería haber algún plan, ya que se seleccionaron los presentados) y, segundo, que los prefacios contienen temas pertenecientes a toda su autoría. Así, en el prefacio titulado “Pensamientos sobre el futuro de nuestras instituciones educativas”, escribe que el lector deseado debe tener tres cualidades: primero, debe estar tranquilo y sin prisas, no debe considerar todo como tiempo de ocio o pérdida de tiempo; segundo, el lector no debe imponer al texto sus cualidades personales; en tercer lugar, el lector debe reducirse a la inestabilidad, inquietarse al final. Suena casi a lo que Kierkegaard tenía que decir en su pequeño volumen de prefacios. Según él, un prefacio es como un momento fugaz, una broma, como escupir por la ventana, como tocar un timbre para gastar una broma. El prefacio establece el estado de ánimo, aunque a veces crea el impacto del texto que sigue: el lector es incapaz de identificarse a sí mismo con la historia, ya que va contra la corriente, contra la promesa del prefacio. Por tanto, no sorprende que la mayoría de los prefacios de Kierkegaard a sus escritos seudónimos puedan verse como piezas separadas fuera del cuerpo principal del texto. En mi opinión, Kierkegaard lo hace de forma intencionada para llevar a cabo su estrategia de comunicación existencial. Pero volveremos a esto en la última parte de la conferencia.
Aun así, hay una opción más, la cuarta, que debe considerarse, y es la famosa introducción a la ``Fenomenología del espíritu'' de Hegel (varios investigadores creen que el volumen de prefacios de Kierkegaard fue una reacción a la declaración de Hegel). Según Hegel, el texto filosófico es la unidad encerrada en sí misma, contenida en sí mismo. Por tanto, cualquier prefacio o introducción romperá la integridad textual. Escribe: “Se acostumbra anteponer una obra con una explicación del objetivo del autor, por qué escribió el libro y la relación en la que cree que se encuentra con otros tratados anteriores o contemporáneos sobre el mismo tema. Sin embargo, en el caso de una obra filosófica, tal explicación no sólo parece superflua sino, en vista de la naturaleza del tema, incluso inapropiada y engañosa".

El teatro de la alienación de Brecht
Propongo ver el tratamiento de los prefacios de Kierkegaard en su autoría seudónima en los términos del efecto de alienación de Bertold Brecht (Verfremdungseffekt), una angustia existencial persistente, una forma especial de expresión, empleada en el teatro épico. Quizás una de las mejores características del efecto de alienación se encuentra en el texto de Bertold Brecht "Efecto de alienación en la actuación china": "Los esfuerzos en cuestión se dirigieron a representar de tal manera que el público se veía impedido de identificarse con los personajes de la obra. La aceptación o el rechazo de sus acciones y expresiones estaba destinado a tener lugar en un plano consciente y no en el del inconsciente como hasta ahora. En otras palabras, la actuación está destinada a despertar el pensamiento racional de los espectadores, lo que significa que los propios espectadores están construyendo los esquemas interpretativos. Con el efecto de alienación, Brecht propone seis características descriptivas:
1) Participación sin ilusión alguna de ser el espectador invisible en un evento por parte del público; además, el actor se observa a sí mismo mientras interpreta
2) El objetivo del actor es aparecer como extraño, como algo fuera de lo común, las cosas cotidianas se elevan por encima de lo obvio y parecen automáticas: “La autoobservación del actor, un acto ingenioso y artístico de autoalienación, impidió al espectador perderse completamente en el personaje, es decir, hasta el punto de renunciar a su propia identidad [..] Sin embargo, la empatía del espectador no fue rechazada del todo. El público se identifica con el actor como un observador y, en consecuencia, desarrolla su actitud de observar o mirar”.
3) La falta de pasión o frialdad: “La frialdad proviene de que el actor se mantiene alejado del personaje retratado, en la línea descrita. Tiene cuidado de no convertir sus sensaciones en las de un espectador".
4) Rechazo de la conversión completa por parte del actor: “El efecto de alienación no interviene en forma de ausencia de emoción, sino en forma de emociones que no tienen por qué corresponder a las del personaje retratado”.
5) El efecto de alienación no es una estilización ordinaria, "por el contrario, el logro de un efecto de alienación depende absolutamente de la ligereza y naturalidad de la interpretación".
6) Ningún trance místico como el momento de la creación presente durante la actuación, ninguna comprensión del proceso creativo por parte de la audiencia.
Entonces, ¿cómo se puede relacionar esto con el juego de Kierkegaard con los prefacios en su autoría seudónima?

El efecto de alienación en Kierkegaard
En mi opinión, el efecto de alienación en Kierkegaard, por analogía con el brechtiano, se puede interpretar a través del lente del doble movimiento de la comunicación, que implica el acto de distanciamiento. El concepto del doble movimiento de la comunicación es el decisivo para comprender la teoría de la comunicación existencial de Kierkegaard. En un nivel, el doble movimiento significa comunicación en el nivel del individuo (comunicación consigo mismo como primer tú), que presupone en primer lugar el autoextrañamiento o la revocación de la propia identidad y sólo entonces el movimiento hacia la autenticidad del yo. En otro nivel, el doble movimiento significa en primer lugar la separación del individuo y solo después de eso, las relaciones con otras personas. Es importante señalar que en ambos casos el intermediario y principal garante de la humanidad para Kierkegaard es Dios. Aun así, el interés principal de Kierkegaard radica en la subjetividad, en la cosmovisión subjetiva, por lo que puede ocurrir que en el nivel social su visión de la comunicación sea unilateral y egoísta y las preguntas planteadas por el sujeto individual pueden ser como estas: ¿de qué modo afectan otros yoes las condiciones de mi propia existencia? ¿Cómo afectan otras personas mi cosmovisión? Y, finalmente, ¿cómo percibiría a los demás mi yo transformado (después del doble movimiento)? Pero en el caso de Kierkegaard no es tan simple ya que durante el doble movimiento el yo se convierte en el otro para uno mismo y los otros yoes se convierten en condiciones para mi subjetividad. Además, la posición del yo no es la exclusiva porque otras personas también pueden plantear preguntas similares. Y las preguntas antes mencionadas ahora se pueden reformular de la siguiente manera. ¿Cómo influyo yo como persona en la condición existencial de otros seres humanos? ¿Qué cambios evoco en los demás? Y, finalmente, ¿cuál sería la actitud de los demás hacia mi yo ahora transformado? Según Kierkegaard, el primer movimiento (el aislamiento) significa que el yo es algo ya dado pero aún no comprendido. Así, todas las expresiones como elegirse a uno mismo, obtenerse a sí mismo, capturarse a sí mismo, pueden interpretarse como convertirse en el individuo concreto, el que realmente somos. El yo realiza la separación inicial, es decir, se admite a sí mismo como diferente, diferente de sí mismo y diferente de los demás, excluyéndose así de su existencia histórica concreta, mientras que el contra-movimiento vuelve a la concreción e historicidad y a la trama de relaciones sociales. Ahora es el momento de que Kierkegaard haga la pregunta sobre la autenticidad / inautenticidad de las relaciones humanas. Él cree que las relaciones inauténticas entre los seres humanos se derivan de su autorrealización no auténtica, es decir, de su incapacidad para verse a sí mismos como individuos y, por lo tanto, de su incapacidad para asumir la responsabilidad ética. Por tanto, el acto de autorrealización es la condición previa absoluta para cualquier relación humana significativa. Así, si el primer movimiento de comunicación es el acto de aislamiento, el segundo acto (contramovimiento) es asumir la responsabilidad de uno mismo y de los demás; estas son las bases de la continuidad, y salvo que el individuo no se haya aprehendido a sí mismo como una personalidad concreta en continuidad primero, no sentiría la continuidad con otros más adelante. Así, para Kierkegaard, cualquier acto de comunicación existencial presupone el proceso de distanciamiento del otro, la alienación.
Kierkegaard representa el proceso de alienación del lector con sus prefacios que, en la mayoría (aunque no en todos) de los casos, no están relacionados con el cuerpo del texto. Veamos brevemente los prefacios de Kierkegaard escritos con seudónimo.

“O lo uno o lo otro” (1843; autor: Víctor Eremita) - además de la historia de Víctor Eremita que encuenntra un manuscrito, hay algunos pasajes narrativos relacionados con el texto y el lector. Me gustaría mencionar dos de ellos: "A veces, querido lector, se te puede haber ocurrido dudar un poco de la exactitud de esa conocida tesis filosófica de que lo externo es lo interno y lo interno es lo externo". Más adelante sigue con la afirmación de que cada autor quiere guardarse algo para sí mismo, esto de hecho es lo que se entiende por el término danés meddelelse (compartir, pero no revelar). Entonces aquí de nuevo: “Lee unas cosas de modo que tú, habiéndolas leído, seas como quien no las ha leído, y lee las otras de modo que tú, habiéndolas leído, seas como quien no ha olvidado lo leído". Fue firmado por el editor, noviembre de 1842.

“Temor y temblor” (1843, autor: Johnanes de Silentio). Un discurso contra la filosofía (filosofía sistemática). “El presente autor no es en modo alguno filósofo; es, poetice et eleganter [poética y elegantemente], un copista, que no escribe el Sistema ni promesas del Sistema, que no se compromete con el Sistema ni para el Sistema. Escribe porque es para él un lujo, que se hace más placentero y evidente cuantos menos sean los que compran y leen lo que escribe.”

“La repetición” (1843, autor: Constantius Constantius) - curiosamente, casi la única obra que no ofrece ningún prefacio en absoluto. ¿Es esto sintomático?

“Migajas filosóficas” (1844, autor: Johannes Climacus). Teniendo en cuenta que este trabajo es el segundo intento de discurso de Kierkegaard sobre el método (el primero es Johannes Climacus, el Postscriptum), define el libro como folleto (con todas las implicaciones que esto conlleva). "Líbrenos el cielo, a mí y a mi opúsculo, de esa situación en la que uno de estos «tontos bulliciosos» me arrancara, con su influencia, de mi despreocupada autosatisfacción como autor de un opúsculo, e impidiera a un buen y bienintencionado lector examinar con toda tranquilidad si en el opúsculo hay algo que le sirva."

“El concepto de la angustia” (1844, autor: Vigilius Haufniensis). Sobre escritura y publicación de libros. Pero termina con una declaración: “No tengo nada más que añadir, salvo desearles sinceramente lo mejor a todos aquellos que compartan mi intuición tanto como a aquellos que no la compartan, a aquellos que lean el libro tanto como a aquellos que ya han tenido bastante con el prólogo."

“Prefacios” (1844, autor: Nicolaus Notabene). Ya hemos hablado de esto antes.

"Postscriptum no definitivo y científico a Migajas filosóficas" (1846, autor: Johannes Climacus). “Por consiguiente, según una comprensión dialéctica, lo negativo no representa una intromisión, sino tan solo lo positivo.”

“La enfermedad mortal” (1849, autor: Anti Climacus). “A muchos quizá les parezca un poco extraña la forma de esta «exposición», creyéndola demasiado rigurosa como para que pueda ser edificante, y demasiado edificante como para que pueda ser rigurosamente científica. Por lo que se refiere a lo último, no tengo formada
opinión alguna”. En mi opinión, este es uno de los trabajos más importantes sobre el distanciamiento del yo.

“Ejercitación del cristianismo” (1850, autor: Anti Climacus). "Ha de oirse la exigencia; y entiendo lo dicho como dicho solamente a mí mismo — que debería aprender no solo a buscar amparo en la 'gracia', sino también a confiarme en ella respecto del empleo que hago de la 'gracia'. " Firmado por el editor S.K.

Por supuesto, todo esto requiere un análisis más profundo, tratando de identificar los vacíos, las lagunas que Kierkegaard crea en sus textos.

En mi opinión, Kierkegaard utiliza sus prefacios para dilucidar su estrategia filosófica de alienación para que el lector pueda encontrar su propia voz, para convertirse en sí mismo en el proceso de lectura.
[Traducción del original en inglés: Anna Fioravanti]

NOTA. Las citas de los seudónimos de Kierkegaard son tomadas de las versiones en castellano de los respectivos libros.

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