MARIO GERMÁN GIL CLAROS: “El ascenso de la singularidad para una época en crisis - Volver a Kierkegaard”
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… La vida es un discurso oscuro. (Kierkegaard. 2010, p.58)
Resumen
Cultivar la subjetividad por medio de una radical singularidad es, para Kierkegaard, definirse por medio de una “ruptura” ante el mundo en su modo de ser y ante su crisis. ¿Qué es el sujeto concreto? ¿Qué es la subjetividad? ¿Qué es la existencia? ¿Qué es la singularidad? Son preguntas que han interesado y atravesado el pensamiento filosófico y religioso de SørenKierkegaard, que hoy vuelven a tomar fuerza en las vidas de los seres humanos y que abordaremos de manera especial a través de su escrito Postscriptum no científico y definitivo a migajas filosóficas, (Kierkegaard, 2008) el cual va más allá de las posturas académicas y científicas, pues solo la vida, sucintamente la existencia concreta y singular, da herramientas al existir, desde una mirada ontológica, en un mundo cargado de fuertes turbulencias y de generalizaciones.
Palabras clave. Existencia, singularidad, sujeto, subjetividad.
The rise of the singularity for a time in crisis
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Summary
Cultivating subjectivity by means of a radical singularity is, for Kierkegaard, to define by means of a "rupture" before the world in its way of being and its crisis. What is the concrete subject? What is subjectivity? What is existence? What is singularity? They are questions that have interested and crossed the philosophical and religious thought of Søren Kierkegaard, Which today are again gaining force in the lives of human beings and that we will address in a special way through his writings Postscriptum non-scientific and definitive philosophical crumbs, (Kierkegaard, 2008)
Which goes beyond academic and scientific positions, because only life, succinctly concrete and singular existence, gives tools to exist, from an ontological view, in a world charged with strong turbulences and generalizations.
Keywords: Existence, singularity, subject, subjectivity
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Kierkegaard es el pensador que asume la existencia desde posturas ontológicas, ligadas al pecado, entendido como la superación del momento que se vive por la libertad y las consecuencias que de él se derivan para la vida de los sujetos, como es el sufrimiento, el cual se aborda desde una mirada y una conducta filosófica, en franco diálogo con lo religioso y la fe, asumido como pasión, como fuerza que va más allá de toda racionalidad o sistema.El pecado es lo que marca la condición humana y lo diferencia de los otros seres de la naturaleza.* En esta dirección, las figuras emblemáticas de Sócrates y Jesús, se convierten en referentes paradigmáticos para una mejor vida interior, cargada de ética y de fe, en la que el constructo,el sistema, la dialéctica, brilla por su cuestionamiento, en el que la vida carece de conclusión alguna. “El proceso sistemático lo promete todo aunque no cumple nada” (Kierkegaard, 2008, p. 14) Al igual que los regímenes políticos amparados en dispositivos racionales invariables, que niegan todo principio de elección,de decisión y de libertad en las singularidades ciudadanas, de Estados totalitarios que implementaron políticas de sumisión y obediencia, en donde la singularidad era borrada por una aparente felicidad común. Es la crítica que Kierkegaard realiza a la filosofía hegeliana en dicho espíritu de sistematicidad, que ahoga cualquier voz de disidencia, contraria a la idea del Estado, carente de pasión, de felicidad, en aras de una razón ordenadaque paradójicamente pretende la felicidad en la vida de sus miembros, tal como se refleja con la droga somaen la novela Un mundo feliz, de AldousHuxley (Huxley, 2013).
Ahora bien, esta crítica apunta a una historia objetiva, donde el sujeto en cuestión en su radical singularidad queda absorbido como verdad objetiva, frente a una verdad de la fe. Así, esa verdad cuestionada es de orden externo y epistemológico (Teoría del conocimiento científico), no del sujeto concreto que se apropia de una verdad interna, como un saber específico, que además es fe. Esla eterna ambivalencia de Kierkegaard entre razón y fe.
Ahora bien, frente a la idea del individuo liberal, asumido como un ente trascendental y abstracto, embriagado de razones mercantiles (Gil, Mario. 2014, p.91) o el sujeto de conocimiento, saturado del discurso positivista o seudocientífico, como hoy vivimos;está la singularidad especifica del ser viviente, aquel que corre, que come, que sufre, que es alegre. El individuo en este caso, es una apariencia vacía*, el singular es el sujeto palpable, que se teje, se agarra, se sujeta, se solidariza, se construye; pues vivimos un mundo de lo genérico que apabulla lo singular, que Kierkegaard cuestiona.En este sentido es hora de liberar al sujeto de la concepción liberal burguesa: del sujeto jurídico, del sujeto económico, del sujeto de conocimiento, del sujeto estético y del sujeto moral, en su condición mundana, bajo una concepción paradigmática productiva y de riqueza del mismo. Así, surge la pregunta: ¿Por qué la urgencia de una nueva invención de la subjetividad, que rompa con el paradigma del sujeto productivo liberal y en su reemplazo podemos ver el nacimiento de un sujeto de pasión? En este sentido, el sujeto se desubstancializa de toda condición productiva, la pasión en él no sería tal, sino mera fuerza variable en su devenir mundano y vital. Para algunos, el sujeto deriva de la Voluntad, para Kierkegaard de la Fe. A todo esto surge una última pregunta. Si el sujeto no es substancia alguna y sólo es quien interpreta y construye realidad: ¿quién interpreta? De ahí que la relación del sujeto frente a la verdad, asumida como un ejercicio parresiástico, no es de orden científico obligatoriamente, de hecho, en la vida cotidiana, la verdad toma diversos rostros, como es el caso de la fe, o simplemente, es una mera ficción que se acomoda al mundo construido por nosotros. Es así como la verdad se vuelve un asunto central para la subjetividad en su devenir mundano, frente a una postura que da una exagerada importancia a la objetividad vulgar, que hoy satura las relaciones entre hombres y mujeres, lo que ha llevado al olvido de sí mismo, es decir, el lado espiritual que ha de emerger en las vidas de los seres humanos.
En la crítica a la modernidad,al presente, Kierkegaard arguye que la pérdida de la fe, es debida a la entrega a un mundo objetivo, metódico, sin mediación alguna, que impide el cuestionamiento que la misma fe nos da, pues en ésta hay pasión como incertidumbre, otra cosmovisión de mundo, que obliga a mirarnos a sí mismos como ejercicio pedagógico de orden socrático. “Es decir, si se hace a un lado la pasión, la fe deja de existir, y es un hecho que la certeza y la pasión no hacen migas”. (Kierkegaard, 2008, p. 30) El conflicto se establece entre fe y razón, entre pasión y certeza, entre subjetividad y objetividad, pero en Kierkegaard va más allá de dicha polarización, ya que él no deja de ser un hombre tanto de fe como de razón. El conflicto se da en la espiritualidad del hombre moderno de su época, del hombre del presente, que se manifiesta en la soledad, en la angustia de los modos de vivir; tal es el grito del hijo de Frankenstein ante su soledad en el mundo. (Shelley, 2015). Pues, mientras más objetivo sea, menos feliz se es, en lo que el filósofodanés ha llamado la felicidad eterna. Es la felicidad de quien convierte su vida en una obra entregada a su espiritualidad, a la fe de sí mismo. Por tanto, el sujeto, como un ser que se caracteriza por elegir y decidir libremente, está ligado a la pasión, fuente de poder, de fuerza, de voluntad, de saber, para existir.* “Toda decisión, esencial, encuentra su fundamento en la subjetividad”. (Kierkegaard, 2008, p. 33). Precisamente, a pesar de las aventuras de nuestro mundo, de los placeres extremos, en fin de todo lo que en la actualidad se vive, tenemos seres carentes de pasión y de espiritualidad. En otras palabras, para Kierkegaard es un asunto de espíritu, de subjetividad, de singularidad, de interioridad. Por tanto, una fe, una filosofía del sujeto, da importancia a la singularidad que centra sus reflexiones en sí mismo y ensu relación con el mundo. En este tipo de saber, ¿qué papel juega el sujeto? El quid del asunto, se encuentra en la condición, en el estado mismo del saber, parte primordial de nuestra manera de ser. Para el especulador, estos asuntos del saber, de la fe, carecen de la menor importancia, presume de su condición retórica e histórica, preso de un discurso positivista y alienado en el que se da una negación de sí mismo, de la felicidad, del amor.¿Hasta qué punto seguimos negándonos a sí mismos, en aras de un mundo especulativo, de oropel, de la ilusión mediática? Pues el hombre, para Kierkegaard, es una síntesis entre lafinitud y la infinitud.
Ahora bien, la felicidad no vendría a ser un asunto de egoísmo liberal, o, de orden genérico, aunque las multitudes tengan momentos de euforia, de alegría, o situaciones que podríamos decir de placidez, es más, se podría confundir con el bienestar. En este sentido, siguiendo a nuestro pensador, la felicidad sólo sería unacuestión estrictamente singular; la felicidad eterna, si se llegara a dar, se daría en el sujeto de manera concreta y no de forma abstracta. Así, tanto la fe como la filosofía tomarían su importancia en los modos de vivirlas, de asumirlas, en los asuntos en los cuales nos vemos confrontados, pero de una manera radicalmente distinta a un modo de vida que no va más allá del mero acto del vivir básico, en el que están atrapados muchosseres humanos, por múltiples razones, muchas de ellas ajenas a sus modos de vivir, ya sean económicas, políticas, sociales o espirituales. “Es probable que el mundo siempre haya tenido una carencia en lo que se refiere a aquello que podríamos denominar como auténticas individualidades, o subjetividades resueltas, aquellos revestidos artísticamente con la reflexión, los pensadores independientes que difieren de los que vociferan y de los pedagogos. Cuanto más objetivo se ha tornado el mundo y las individualidades, más subjetivas, se han vuelto más complicadas las categorías religiosas, mismas que pertenecen, justamente a la esfera de la objetividad”. (Kierkegaard, 2008, p. 66). En otras palabras, la espiritualidad no es solamente un asunto colectivo, sino que es estrictamente singular, en la que seda unpensamiento propio, unareflexión propia y una comunicación directa con el Otro, sin recurrencia mediática del Like (me gusta). La verdad se vuelve un asunto directo y no mera ilusión histórica, sujeta a manipulación, según las circunstancias del poder. Kierkegaard es contundente: “La certeza sensible es un engaño (recordemos el escepticismo griego y el planteamiento de la cuestión en la filosofía moderna, pues de ello se pueden aprender muchas cosas); el conocimiento histórico es una ilusión (en tanto que es un conocimiento aproximativo); y el resultado especulativo un fantasma”. (Kierkegaard, 2008, p.82). Lo único claro es mi existencia, llena de pasión, de fe y de conciencia temporal, tal como le interesa a Sócrates al dirigirse a los ciudadanos de la polis ateniense.
Como vemos, la subjetividad es una existencia inacabada, no es un producto o mercancía alguna, a diferencia de las pretensiones que sobre ella se dan en esta última etapa social y económica del llamado capitalismo cognitivo, o como lo manifiesta el filme Le confessioni, de RobertoAndo, donde las políticas monetarias de las corporaciones financieras determinan las vidas de millones de seres humanos desarraigados en países pobres, y por qué no en países ricos, donde lo ético entra en franca confrontación con dichas medidas. “Pero, ¿qué es la existencia? Es el hijo concebido por lo infinito y lo finito, lo eterno y lo temporal, y que por ello se encuentra en constante lucha”. (Kierkegaard, 2008, p. 94). La vida no deja de ser una mera lucha, sumida en los laberintos de la ilusión, en la que el pensamiento es inmanente a su naturaleza, a pesar de que se pueda tener un sistema de pensamiento lógico, pero no un sistema de la existencia, como el filósofo danés lo formula.
En consecuencia, volver la mirada a lo singular en la existencia humana, es rescatar el derrotero de la subjetividad, del existir, de la fe, de la propia filosofía, como tabla de orientación para una época en crisis y como experiencia íntima, que permite comprender y transformar nuestro presente, de la razón al servicio de la vida, de la felicidad y del amor como efectivo reconocimiento de lo que soy ante el Otro, de nuestra finitud, regulada por la decisión que hace falta a nuestro mundo contemporáneo, bombardeado por el temor, el miedo y la desorientación, en especial de los jóvenes, en un mundo vacío y sin ideas. Pues, a diferencia de esto último, quien o quienes esperan algo en sus vidas, se ocupan no sólo de su presente, sino de su porvenir. “Resulta entonces que la subjetividad, la interioridad, es la verdad”. (Kierkegaard, 2008, p. 209). Que no deja de ser mera pasión (hominepassion) y que hoy se encuentra extraviada en una red mediática de rostros anónimos, que la manipulan con segundas intenciones del enigmático pos verdad, que por medio de las emociones ultraja el pensamiento de las multitudes.
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Bibliografía
Gil Claros, Mario Germán. (2014). El tormento de una vida estética o la tragedia política del pecado moderno. En El individuo frente a sí mismo. México. Rosa Ma Porrúa.
Huxley, Aldous. (2015). Un mundo feliz. Bogotá. Edigrama.
Kierkegaard, Søren.(2008). Potscriptum no científico y definitivo a Migajas filosóficas. México. Universidad Iberoamericana.
Kierkegaard, Søren. (2010). Discursos edificantes. Tres discursos para ocasiones supuestas. Madrid. Trotta.
Nietzsche, Friedrich. (2008). Fragmentos póstumos. Volumen IV. Tecnos. Madrid.
Shelley, Mary. (2015). Frankenstein o el moderno Prometeo. Peguin. Bogotá.
Strauss, Leo. (2007). El renacimiento del racionalismo político clásico. Amorrortu. Buenos Aires.
*Para Nietzsche, el pecado en sus orígenes es cuando algún espíritu es gravemente ofendido, por lo tanto, se constituye en una falta. (Nietzsche, 2008, p. 50) También podemos decir que el pecado es la perdida de la inocencia ante el mundo.
* En este sentido, valga la aclaración, que no nos estamos refiriendo a la vacuidad de Schopenhauer, ni la del pensamiento budista, mucho menos a una teoría cuántica de la brevedad de las cosas.
*Es interesante citar a Leo Strauss de lo que él entiende por pasión y que serví para nos propósitos del presente escrito. “… la pasión es más elevada o más noble, porque en esencia obedece a la razón, mientras que el deseo se revela contra ella”. (Strauss, 2007, p. 247)
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