-Introducción
“El que tiene un porqué puede soportar casi cualquier cómo” Nietzsche
El propósito de este trabajo es establecer un paralelismo entre el Dios inconsciente de Frankl y el Dios cristiano de Kierkegaard porque pensamos que son concepciones asimilables solo que uno se acerca desde lo inconsciente mientras que el otro lo hace desde la conciencia. En todo caso lo que los distingue y complementa es el modo de enfocar por dos caminos diferentes el mismo concepto, ese punto de convergencia entre ambos autores es el sentido de la vida (llámese Cristo o Dios inconsciente), sentido que permite anudar y disolver a través del compromiso existencial hacia esa trascendencia todas las determinaciones unilaterales que provocan la desesperación.
Comenzamos construyendo la desesperación siguiendo las huellas de Kierkegaard para disolverla siguiendo las huellas de Frankl.
-Construyendo la desesperación I:cuando verdad y sentido coinciden en la existencia
“Hallar una verdad, pero una verdad para mi, encontrar la idea por la que quiero vivir y morir”[Jolivet 1962.Pág. 40, citando a Kierkegaard]
Para el danés verdad y sentido coinciden, son lo mismo, esa verdad debe arraigar en la profundidad del individuo para poder llegar a ser plenamente su verdad embebiendo de sentido esa voluntad de tal modo que “Vivir realmente, existir, es vivir tan intensamente en el interior de un postulado que éste deje de ser un postulado”[Wahl 1989.Pág. 10]
En Kierkegaard el camino elegido para arribar a la verdad del Único es el camino de la desesperación, desesperación tematizada en el Tratado de la Desesperación (en adelante TD) que despliega las diferentes formas de desesperación, estado que el mismo Kierkegaard designa como enfermedad, enfermedad que busca su remedio; ya que “lo contrario de desesperar es creer”[Kierkegaard 2012.Pág. 88] ese remedio es una creencia que apacigüe la desesperación: ese remedio esta dado en un escandaloso abandono de sí mismo en un salto de fe hacia Dios que llena de sentido a la vida.
TD comienza haciendo una consideración antropológica, la cita es larga y contiene el núcleo desde donde se desenvuelve completamente TD:
“El hombre es una síntesis de infinito y finito, de temporal y eterno, de libertad y necesidad, en resumen, una síntesis. Una síntesis es la relación de dos términos. Desde este punto de vista el yo todavía no existe. En la relación de dos términos, la relación entra como tercero, como unidad negativa, y los términos se relacionan con la relación, existiendo cada uno de ellos en su relación con la relación (…) Si, por el contrario, la relación se refiere a sí misma, esta ultima relación es un tercer elemento positivo y nosotros tenemos un yo”[Ibíd.Pág. 34]
La síntesis mientras se mantiene fuera de vista es simplemente el anudamiento de determinaciones opuestas, en la medida en que se pone como foco de atención surge un yo que es ésta relación misma como retorno de la relación a si misma[Cf Ibíd.Pág. 40]. Aquí entra en escena la desesperación que surge como “la discordancia interna de una síntesis, de una relación que se refiere a sí misma (…) [siendo] la duración de la discordancia no viene de la discordancia sino de la relación que se refiere a sí misma”[Ibíd.Pág. 38-39]
En TD el malestar que produce la enfermedad mortal expresada en la desesperación es el motor para llegar hasta la fase religiosa. Cada etapa es necesaria como plataforma para saltar a la próxima; si esto pasa es porque tanto la fase estética como la ética no llegan a calmar la desesperación orientándola positivamente sino que la profundizan sin satisfacerla hasta poder dar el salto de fe hacia Dios. La orientación positiva de la desesperación es visible solamente al final del recorrido posibilitando el salto de fe, estableciendo un compromiso existencial ante y por (la idea de) Dios.
-Construyendo la desesperación II:de las diversas formas de existir desesperando
Proseguimos con la tematización de Figal sobre los rasgos generales de las diferentes formas de desesperar en TD, profundizando así en la desesperación.
La “desesperación es la disociación del sí-mismo en modos de comportamiento independientes uno de otro, y se intensifica a través de la errónea convicción de que es posible reparar esta disociación a través de una actitud determinada. Esta convicción tiene mucha fuerza a pesar de su carácter erróneo, porque el defecto en el sí-mismo debe ser reparado desde la propia fuerza del sí-mismo”[Figal 2012.Pág. 37] que al desear “ubicarse fuera de la relación para poder controlarla, y sin embargo permanece atrapado en ella”[Ibíd.Pág. 34] al estar el sí mismo “esencialmente marcado por el fracaso”[Ibíd.Pág. 33] está condenado a desesperar, y esto se debe a que los “diferentes modos del ser desesperado, que provienen, ya sea del exceso de infinito, ya sea del exceso de finito”[Wahl 1989.Pág. 28] al oscilar el sí-mismo entre la finitud y la infinitud la “desesperación es un dualismo ante el cual ninguna mediación es posible, es decir, una escisión de la vida”[Figal 2012.Pág. 35].Este dualismo se expresa en forma de carencia que al no poder salir del sí-mismo “un comportamiento se vuelve necesariamente unilateral si la determinación que no se realiza en él sólo puede hacerse presente en la realización a través de otro relacionarse (…) Dado que ambas determinaciones de la relación son vistas desde el punto de vista del relacionarse, son exclusivas y, en el marco del sí-mismo, se encuentran en absoluta oposición”[Ibíd.Pág. 36]
En este sentido “la desesperación devora su propio análisis e introyecta lo único que para el autor podría llegar a tener un valor liberador: la fe”[Ibíd.Pág. 42].Tanto la desesperación como la fe son categorías espirituales que poseen una profunda conexión con el pecado. Para el danés el pecado es una posición en la que se cree[Cf Kierkegaard 2012.Pág. 155] siendo ésta no un objeto del pensamiento especulativo[Cf Ibíd.Pág. 191] sino una categoría del espíritu[Cf Ibíd.Pág. 129] enraizada y sostenida en y por la voluntad[Cf Ibíd.Pág. 150] donde su seriedad y peso está en la realidad que posee para el individuo[Cf Ibíd.Pág. 192]. Se peca en el sostenimiento de la posición frente a (la idea de) Dios cuando se quiere o no se quiere ser uno mismo[Cf Ibíd.Pág. 121], siendo como Wahl explicita: “el pecado está ligado al ante Dios, cómo la más profunda interioridad se enlaza con la exterioridad absoluta, cómo la subjetividad da la verdad”[Wahl 1989.Pág. 61].
En la desesperación que brota al estar frente a (la idea de) Dios al querer o no ser sí mismo –o sea: al estar en pecado- se produce una profundización reciproca y un aumento tanto del yo como de la idea de Dios[Cf Kierkegaard.Pág. 127], de ésta manera la desesperación desemboca en “una ardiente nostalgia de la religión”[Ibíd.Pág. 123] siendo ésta “una desesperación saludable y salvadora, signo de una humanidad que se conoce a la vez como finita y como infinita. Es la puerta que se abre a la trascendencia del Absoluto, introduce en lo eterno”[Jolivet 1962.Pág. 63] el pecado se vuelve así la puerta ultima de la subjetividad que sirve de plataforma para un enlace profundo con Dios, un Dios que no es “Ni objeto, ni concepto, ni cosa; Dios es para mí una Persona y un Sujeto, Alguien, un “Tu” frente a mi”[Ibíd.Pág. 61]. Esa apertura a ese Otro absoluto (Dios) está dada por “la tensión entre la interioridad y la autoridad, entre la inmanencia y la trascendencia, [con la que] se caracteriza lo existente”[Wahl 1989.Pág. 53] ese salto a ese Tu absoluto se hace desde la voluntad apasionada ya que el “entendimiento no se moverá nunca sino en lo relativo. Lo que se mueve en lo absoluto es la pasión”[Ibíd.Pág. 57] porque “solo nos apasionamos por algo que no sea del todo seguro, por algo que sea un riesgo”[Ibíd.Pág. 59] ese riesgo infinito que surge de estar en relación con Dios llena de sentido mi vida y encarna la seriedad más honda a contrapelo de lo que la mayoría de la gente considera que es la vida: un mero juego en el cual jamás se arriesga el todo por el todo[Cf Kierkegaard 2012.Pág. 170]; propio del existir autentico es colocar un riesgo infinito por una idea infinita que constituye a ese Único, arriesgando el todo por el todo en y por una verdad, verdad por la cual vivir y por la cual morir[Cf Ibíd.Pág. 170]. Solo mediante una voluntad absolutamente apasionada que encarna un riesgo infinito adviene más que nunca ese Único que se es y que solo puede ser-así (Único) cuando establece relación con (la idea de) Dios. Esa fe infinita ante (la idea de) Dios involucra la mayor de las seriedades porque encarna el sentido profundo de la vida, ese sentido por el cual se realiza ese Único.
Podemos dar así por concluido el camino de la desesperación: el hombre comienza desesperado y al recorrer a través de las diversas formas de desesperación se va profundizando su subjetividad junto con su desesperación. Ese camino de la desesperación concluye en la última desesperación que es el paso previo para dar un salto de fe hacia (la idea de) Dios; el hombre disuelve su desesperación ante (la idea de) Dios, idea que encarna el sentido que realizara al Único que es cada hombre.
De aquí proseguimos nuestro camino con Frankl para ver como disolvemos la desesperación que acabamos de construir con Kierkegaard.
-Disolviendo la desesperación I:el sentido de la vida en Frankl como respuesta vital
La logoterapia de Frankl se encarga de analizar las neurosis que surgen por el vacío existencial, por la falta de sentido que encuentra al mundo el paciente. De cierto modo Frankl concibe esta búsqueda de sentido motorizada por la voluntad de sentido como una constante antropológica de la vida espiritual del hombre en la cual esa vida espiritual se asienta y se despliega. Debido a la autotrascendencia de la existencia “ser hombre implica dirigirse hacia algo o alguien distinto de uno mismo, bien sea realizar un valor, alcanzar un sentido o encontrar a otro ser humano”[Frankl 2004.Pág. 133] frente a lo cual aunque “Sin ninguna duda, el hombre es un ser finito y su libertad limitada. No se trata, pues, de librarse de los condicionantes (biológicos, psíquicos, sociológicos), sino de la libertad para adoptar una postura personal frente a esos condicionantes”[Ibíd.Pág. 149] estos condicionantes delimitan la libertad sin disolverla.
Esta necesidad espiritual de sentido está dada por una religiosidad inconsciente que debe entenderse como una relación latente inherente al hombre manteniendo la relación intencional con una trascendencia aunque sea a nivel inconsciente[Cf Ibíd.Pág. 82-3] asumiendo a la “religión como la búsqueda del hombre del significado ultimo”[Ibíd.Pág. 24] siendo ésta religión sostenida mediante la “creencia y fe como una confianza en este significado ultimo”[Ibíd.Pág. 24] ya que “La fe, la esperanza y el amor no pueden establecerse por ordeno y mando, ya que, sencillamente, no se da cumplimiento a un deseo. No puedo<<desear>>creer, no puedo<<desear>>tener esperanza, no puedo<<desear>>amar: y aun menos, puedo<<desear>>desear algo”[Ibíd.Pág. 24-5] por eso mismo el sentido último no se puede inventar sino mas bien des-cubrir ya que “esta religiosidad inconsciente emerge del centro personal del ser individual”[Ibíd.Pág. 87].
Siendo que el sentido último varía respecto de los individuos como recalca Swantee Hunt en la introducción al libro de Frankl:
“Puede que para algunos, Dios tome una forma antropomórfica. Para otros, puede que se confunda en el sí-mismo (el self). En todo caso, el significado ultimo es perfectamente capaz de absorber cualquier intento de comprender y definir lo infinito (…) La búsqueda inconsciente del significado ultimo puede conducir a fines nefastos: nacionalismo flagrante, celos obsesivos, odio étnico, trabajo compulsivo”[Ibíd.Pág. 14-15]
Como vemos en la última cita el sentido último está marcado por una ambivalencia: está más allá del bien y del mal. El sentido último puede coagularse en un sentido noble o infame. Puede ser religioso en el sentido habitual de la palabra o ser completamente agnóstico o ateo[Cf Ibíd.Pág. 76].
Para finalizar queremos recalcar que “Es cierto que no es posible conocer de forma intelectual si existe un sentido último para todas las cosas. Pero que no podamos responder esta pregunta en términos intelectuales no quiere decir que no la podamos responder existencialmente”[Ibíd.Pág.194-5].
El sentido último se lo posee poseyendo a quien lo posee como una religiosidad inconsciente a la cual se entrega la vida a ese Dios personal que encarna ese sentido siendo que éste sentido está más allá de los condicionamientos biológicos, psíquicos, sociológicos, pero delimitado por estos últimos. Éste sentido se muestra no intelectualmente sino en las vidas de las personas que lo expresan en sus vidas.
-Disolviendo la desesperación II:Balanceando(se) entre Frankl y Kierkegaard
En este trayecto hicimos dos desplazamientos: de la conciencia al inconsciente, y de la desesperación al sentido de la vida. Estos dos desplazamientos no pretenden anular lo anterior sino englobarlo y contenerlo como parte esencial de lo que es el fenómeno del sentido de la vida.
Este trabajo debe su surgimiento de estas sugerentes anotaciones tanto de Figal como de Frankl al hablar de la desesperación:
-“A primera vista resulta convincente que una relación cuya determinación fundamental es la finitud este marcada por una carencia de lo que conduce mas allá de los límites de la propia vida, y que en esta ocasión seria lo indeterminado. Sin embargo, esta carencia podría no ser en absoluto problemática si la infinitud sirviera a modo de horizonte del relacionarse. De este modo estaría presente no en el relacionarse sino en la vida, y podría intervenir como complemento del relacionarse”[Figal 2012.Pág. 35-6]
-“Por lo que respecta al sentimiento de falta de sentido per se, se trata más bien de un desespero existencial, y de un malestar espiritual, más que de un trastorno emocional o una enfermedad mental”[Frankl 1999.Pág. 177]
El trasfondo infinito de la conciencia no puede estar dada en la conciencia misma sino que tiene que situarse por fuera de ella: se sitúa en el inconsciente como una creencia fuertemente arraigada que se expresa como el sentido de la vida, siendo éste sentido de la vida una necesidad espiritual desde la cual la vida consciente se sirve de fondo infinito para disolver la desesperación. Al sentido de la vida no accedemos intelectualmente sino en un salto de fe en ese sentido -por el cual vivimos y morimos- que solo logramos des-cubrir una vez que transitamos el camino de profundización de la subjetividad a través de la profundización de la desesperación, éste camino nos sirve de plataforma para des-cubrir esa Idea inconsciente y profundamente arraigada en nuestro ser que brota del entre-cruzamiento de múltiples condicionamientos sobre la existencia. Esa Idea funciona a la manera de un Dios personal profundizando recíprocamente tanto esa existencia como esa Idea solapándose una sobre la otra fusionándose ambas convergiendo en la vida de ese existente: realizando así a ese Único.
-Bibliografía
Jolivet,Regis(1962):“Las doctrinas existencialistas desde Kierkegaard a J.P. Sartre”.España-Madrid.Gredos.
Wahl,Jean(1989):“Kierkegaard”.Argentina-Buenos aires.Universidad Autónoma de Puebla.
Frankl,Viktor(1999):“El hombre en busca del sentido ultimo”(II).España-Barcelona.Herder.
Frankl,Viktor(2004):“El hombre en busca de sentido”(I).Argentina-Buenos Aires.Paidos.
Kierkegaard,Soren(2012):“La enfermedad mortal”.España-Barcelona.Globus.
Figal, Günther(2010):“Indiferenciacion vital y distanciamiento”.Argentina-Buenos Aires.Biblos.