REUNIÓN IV
23 mayo 2008

Oscar: la vez pasada habíamos comenzado con una discusión que no sé qué nombre le podríamos poner. Tiene que ver con tratar de comprender la posición desde la cual habla esta voz del joven esteta, comprender esta posición, la lógica o la verdad de esta posición. Me parece que en torno de eso fue que giró toda la discusión. Incluso el tono que usa, su sarcasmo, su ironía o su burla. Qué había detrás de eso. Supongo que lo que trae ahí Ana puede ser muy pertinente en la medida que hable del temple.

Ana: no, ¿sabés a qué se refiere lo que traje? Hay una nota al pie de página que es larguísima en “El concepto de la angustia” y como parte de la discusión de la vez pasada se refería a la comparación entre el Joven A y el joven de “La repetición”, que había armado bastante problema, hay una parte (no voy a leerla toda porque es muy larga la nota al pie) que dice: “En el dominio de la naturaleza, la repetición reviste una necesidad inquebrantable. En el dominio del espíritu, la tarea no consiste en que se le sonsaque a la repetición una que otra variación y así encontrarse uno mismo en cierto modo a sus anchas a la sombra de la repetición, como si el espíritu solamente estuviera en una relación extrínseca con sus repeticiones en virtud de las cuales el Bien y el Mal alternasen en él a la manera en que lo hacen el verano y el invierno dentro del ciclo de la naturaleza. No, la tarea en este orden ha de consistir en transformar la repetición en algo interior, en la propia tarea de la libertad, en su más alto interés, de suerte que realmente se vea si la interioridad es capaz, mientras todo cambia en torno suyo, de poner en práctica la repetición. Aquí el espíritu finito se desespera. Esto es lo que ha querido indicar Constantin Constantius dejándose personalmente a un lado, y dejando que la repetición apareciera en el hombre joven en virtud de lo religioso. Por esta razón Constantino nos dice muchas veces que la repetición es una categoría religiosa, demasiado trascendente para él ya que importa un movimiento en fuerza del absurdo. (...) Lo mismo quiere significar cuando en la página 142 nos advierte que la eternidad es la auténtica repetición”.

Oscar: ¿de quién es la nota?

Ana: es de Kierkegaard o Vigilius Haufniensis. Está hablando en realidad de la ética, de que “el pecado pertenece a la ética en cuanto esta llega a su mismo concepto con la ayuda del arrepentimiento”. A partir del arrepentimiento empieza con todo esto. Pero es muy largo. No me parece que tenga sentido leerlo todo sino solamente esa parte.

Corina: pero vos ¿por qué lo trajiste?

Ana: porque la otra vez había quedado como que el joven de “La repetición” era más o menos lo mismo que el joven A de “O lo uno o lo otro”.

Oscar: no, que era una posición estética, no que era más o menos lo mismo.

Ana: me pareció que la mayoría decía que eran más o menos lo mismo…..

Oscar: no

Ana: …..uno y otro y que los dos representaban una posición estética.

Oscar: eso sí.

Ana: y yo lo que decía, y Erica también y Ezequiel también, era que el joven de “La repetición” es bastante distinto al joven A por cuanto no es que solamente sufre y llora.

Oscar: eso es lo que aparecía.

Ana: no es que sufra y llore. Es por algo que pone a Job como modelo. Y por algo se refiere a él en toda la parte final del libro y entonces acá aparece Vigilius Haufniensis diciendo que justamente Constantin Constantius se hace a un lado para dejar....¿ves?....que era lo que te decía,

Oscar: ¿qué aparece?

Ana: que sugiere que la repetición sólo se da en lo religioso y que eso aparece sugerido por el joven de “La repetición”.

Oscar: pero a ver, esperá, vamos por partes. Vos dijiste ahí que lo dice Vigilius Haufniensi.

Ana: sí, porque es el seudónimo de “El concepto de la angustia”.

Oscar: o sea que este de “El concepto de la angustia” se está refiriendo al joven de “La repetición”.

Ana: sí. En realidad es bastante cómico porque le hace críticas a Constantin Constantius en esta misma nota a pie de página, no sé si tiene sentido traerla a colación y leer todo.

Oscar: me parece que el libro “La repetición” merece una lectura muy atenta porque es un libro muy complejo, muy enrevesado. Lo que yo recuerdo haber dicho y que desencadenó la discusión que para mí fue muy interesante, o sea que me parece que fue muy productiva esta comparación, entre los dos jóvenes enamorados, o los dos jóvenes estetas, quiero decir.

Ana: sí, el otro difícilmente se enamore.

Oscar: afortunadamente el otro no se enamora.

Ana: por suerte, sí, sí, es verdad.

Laura: ¿por qué por suerte?

Ana: los dos dijimos por suerte, mirá Oscar.

Oscar: creo que desde distintos lados.

Ana Z: y bueno ¿por qué?

Oscar: porque yo sospecho que el máximo obstáculo del joven melancólico es el presunto enamoramiento que tiene hacia la joven, que lo que desencadena en él es su desesperación, en la forma de la melancolía o en sentir que la perdió cuando todavía la tiene. Entonces, es depositar en un objeto ese tipo de expectativa que el objeto no puede cumplir. En cambio, desde un punto de vista, el joven esteta del libro que estamos leyendo está como incapacitado para depositar amor en un objeto, porque todos los objetos le parecen igual de vanos. Por lo menos, desde cierta perspectiva, afortunadamente no se enamora. Lo que  digo es que los dos personajes están de cara al mismo problema, que aparece en la forma del tedio en el joven A y que aparece en la forma de la melancolía en el joven de “La repetición”. Que el problema es el mismo, es cómo sostener en el tiempo una vinculación con lo pasajero, sin estar agarrado a nada más que a lo pasajero. Y el joven enamorado,  además, con la ilusión de que eso pasajero puede ser eterno. El joven A en un momento dice que su recurso es hacer absoluto lo accidental, creo que decía.

Ana: ¿lo fortuito? ¿lo circunstancial?

Oscar: Lo casual. Eso que dice ahí de “La repetición” es un poco difícil de entender desde afuera del texto. Esta cuestión clave que aparece como pregunta en el libro “La repetición” es cómo hacer para mantener el amor siempre en su pináculo y que cada vez no sea un desgaste del amor porque contra lo que tiene que luchar el joven enamorado es contra el amor sensual (?). Entonces en un determinado momento, cuando la tiene a ella todavía, se representa que ya la perdió, porque se figura, tiene una estructura como anticipadora por la cual él vive la pérdida, aun teniéndola. A eso lo llama melancolía. Yo lo que decía es que los dos personajes están de cara al mismo problema. Ahora, “La repetición” es un libro muy complicado para mí, lo leí muchas veces y me parece un libro fracturado, como si le faltaran pedazos. La aparición del Libro de Job en el final de la obra no me cierra, me parece que está puesto de una manera repentina y está puesto como la indicación de algo, pero yo no comprendo qué movimiento hizo este joven que de pronto se siente jubiloso por haber encontrado a Job y que ya parece haber resuelto su problema con la enamorada o consigo mismo.

Ana: a mí me parece que Job es diferente en relación con Abraham porque Abraham recupera a su hijo, renuncia pero al mismo tiempo recupera al hijo, en cambio Job lo pierde todo.

Laura: INAUDIBLE

Ana: es verdad, pero por eso lo veo al joven de “La repetición”, en ese sentido, más parecido a Job porque en realidad Job es como Jacob, el que lucha con el ángel de Dios hasta que Dios lo vence....una cosa así...hay como una pelea de Job con Dios a pesar de las falsas consolaciones que pueden ofrecerle los amigos, y justamente por eso Dios lo escucha, si se puede hablar así, como diría Kierkegaard, humanamente hablando. Parece que Dios lo escucha porque Job no se contenta con un falso consuelo y lo enfrenta, lo pelea a Dios.

Oscar: ahora, cómo resuelve el joven enamorado todo ese matete con su enamorada y cómo encuentra en Job la salida para mí está fuera de...

Ana: yo lo veo. Él perdió, ¿viste que él pierde a la enamorada? Creo que le cuenta a Constantin Constantius que la chica se casó con otro.

Oscar: sí, pero después de que él se borró por años.

Ana: sí, ya sé, un poco como decía Ezequiel lo de Regina Olsen y Kierkegaard ¿no?

Oscar: sí.

Ana: pero él encuentra en Job como la salida o la....

Oscar: ¿para vos la encuentra? Si la encuentra, yo no la encuentro en el libro.

Ana: el joven enamorado me parece que sí, que está sugerido que la encuentra porque como acá dice “la repetición sólo está en lo religioso”. La repetición no va a estar en ninguna otra cosa. La repetición no tiene que ver ni siquiera con la recuperación de algo temporal como sería el caso de Isaac para Abraham que es su hijo.

Oscar: “La repetición” no es un libro religioso.

Ana: no, no, pero está sugerido, está anunciado o prefigurado, no sé cómo decirlo.

Oscar: no sé, para mí, el problema es el mismo, que es que si nosotros nos posicionamos en una presunta salida religiosa entonces parece que todo lo estético pierde sentido porque ya nosotros encontramos la salida.

Erica: igual me parece que lo religioso en Kierkegaard no es una salida.

Ana: yo creo que hablamos mal cuando lo planteamos en términos de salida. La persona religiosa no tiene ninguna salida. La persona religiosa sufre tanto como el estético como el ético y como cualquiera. Porque es persona, no es un ángel, no es un extraterrestre, no sé cómo decirte.

Oscar: lo que digo....

Ana: yo creo que está mal que lo plantees diciendo que el religioso ya superó todo, no superó nada. El religioso tiene más problemas. Como dice Kierkegaard: mirá, si vos no querés tener problemas en la vida y querés pasarla genial y fantástico, no seas cristiano. Ni siquiera te dice no seas religioso, te dice que no seas cristiano. Si no querés sufrir persecuciones, dolor, sufrimiento, no seas cristiano.

Corina: no seas humano.

Ana: la vas a pasar fabuloso.

Oscar: lo que pasa es que está bien, eso es para no ser cristiano. Pero para ser cristiano, se te tiene que aparecer Cristo.

Ana: para ser cristiano tenés que imitar a Cristo.

Oscar: no sólo imitarlo. Primero te tiene que llamar.

Ana: seguir a Cristo

Ezequiel: Cristo dice que los llamados son todos.

Ana: es verdad, llamados están todos.

Oscar: yo no lo escucho.

Ana Z: no, bueno pero realmente estás cayendo en algo bastante vulgar, esto de esperar el llamado, por ahí el llamado uno lo puede sentir de distinto modo.

Oscar: porque sino queda como que todos hubiéramos recibido en nuestro contestador automático el llamado de Cristo.

Ezequiel: no sé qué perspectiva querés tomar o te referís…

Oscar: no, yo…..

Ezequiel: desde una interpretación mía, por ahí no, pero...

Oscar: pero no es una interpretación mía, yo te hablo de mi experiencia. Yo no fui llamado por Cristo.

Laura: pero Kierkegaard tampoco diría que...

Ana: si leés “Las obras del amor”, dice claramente que todos somos llamados.

Laura: ¿que todos son llamados?

Ana: que todos son llamados, todos.

Oscar: ahí me parece que pasa lo siguiente: que la posición religiosa obtura la posibilidad de comprender a la voz del esteta porque está como siempre aniquilado por la palabra religiosa que él parece que se niega obstinadamente a escuchar. Entonces no hay nada que comprender, como si fuera un necio. Parecería que naturalmente todos sabemos de qué se trata la fe.

Ana: no, no lo sabemos. Vos decís que lo sabemos.

Erica: claro. Para vos, es una salida.

Oscar: para mí, no es ninguna salida...Acá parecería que todos fuimos llamados por Cristo. ¿Y si no?

Ana: y sí. Si para eso vino. Vino para llamar.

Oscar: pero yo no escuché la llamada, ¿qué hago?

Ezequiel: INAUDIBLE... estamos a 400 años de teología

Oscar: ¿qué tiene  que ver la teología? A mí, la teología no me hace nada, si yo no escuché la llamada.

Ezequiel: estás siendo calvinista: son predestinados algunos, yo no he sido llamado a la fe y entonces no soy cristiano, esa es la tradición calvinista.

Oscar: ¿vos querés que yo sea cristiano?

Ezequiel: no, no quiero que seas cristiano, digo que la interpretación que tenés es esa.

Oscar: no, no es ninguna interpretación. Yo no escucho la llamada.

Ezequiel: nadie es llamado, todos son llamados.

Oscar: pero yo no sé lo que quiere decir eso.

Laura: ¿en el Antiguo Testamento, hay llamado?

Ezequiel: estamos hablando de la gracia.

Laura: bueno, pero ¿no estamos hablando de Kierkegaard? Porque yo soy judía, no sé...

Ana: pero Erica también lo es, ¿y?

Laura: INAUDIBLE

Ezequiel: INAUDIBLE...desde una perspectiva neotestamentaria, si querés, pasándolo por el tamiz de Kierkegaard, somos todos llamados, ahora que vos quieras escuchar el llamado...

Oscar: esa es una posición...

Ezequiel: es tu subjetividad y vos decidís si sí  o si no, no es que vos sos peor y yo soy mejor.

Laura: si yo digo que yo no fui llamado y vos decís que sí, ¿cómo se entiende?

Oscar: ¿cómo sabe él que yo fui llamado?

Laura: eso es leer a Kierkegaard desde el Nuevo  Testamento y no al revés, el Nuevo Testamento desde Kierkegaard.

Ezequiel: bueno, está la lectura desde la libre interpretación y una lectura desde una dogmática, si querés llamarlo así.

Oscar: pero no es una cuestión de libre interpretación, sino de hacerte cargo de tu experiencia porque vos no podés fingir haber recibido un llamado que no recibiste. O saber de qué te están hablando cuando decís que recibiste el llamado de Cristo. No es que yo no recibí el llamado, yo no sé de qué me están hablando.

Ana Z: bueno, pero me parece que justamente una persona de fe lo que hace es intentar saber de qué se trata eso

Oscar: ¿la persona de fe? Y, pero si es una persona de fe, qué voy a hacer yo...

Ana Z:  no es que tenga todo cerrado y tenga todas las respuestas; todo lo contrario, la fe te genera preguntas, no respuestas.

Ana: exactamente, en el Evangelio aparece un montón de veces: “Señor, creo, ayuda a mi incredulidad”, “haz que crea”, pide el creyente. Pide poder creer; no es: qué fácil que es.

Oscar: el creyente...

Ana: justamente es lo paradójico.

Oscar: lo que pasa es que acá el creyente está tapando la voz del esteta, lo estamos silenciando y lo estamos condenando a la...

Ana: yo no condeno nada, te digo de verdad, Oscar. No condeno al esteta. Si vos me dijiste la otra vez que yo estaba reaccionando como esteta y te dije que sí. Sí, porque no llego a eso...no llego a la fe.

Oscar: por esta razón, el seminario se llama “El Kierkegaard estético” y la propuesta es escuchar las voces estéticas, sin el tutelaje del religioso.

Ana: perfecto.

Oscar: porque sino parecería que hay una posición verdadera desde la cual impugnar o poner entre paréntesis, o interpretar el desvío o el extravío del esteta. Entonces de esa manera todo lo que dice está como neutralizado. Porque lo único que hace es preparar la llegada del religioso.

Erica: no, porque el propio Kierkegaard no lo piensa en esos términos: preparar la llegada del religioso.

Oscar: por eso se los estoy discutiendo a ustedes, porque así es como leen ustedes.

Ricardo: entonces ¿cuál es tu lectura? Porque esa justamente es la lectura de Kierkegaard.

Oscar: no, yo estoy proponiendo leer al esteta sin el tutelaje del religioso para no estar traduciendo toda la experiencia del esteta en código religioso: este esteta lo que pasa es que está así porque le falta esto. Porque me parece que es posible esa operación de lectura, porque no hay porque siempre interferir con el religioso.

Ana: sí, es posible. Desde un punto de vista, es posible, pero lo que creo haber entendido que dijo Ricardo recién es que no es igual, no es ése el propósito de Kierkegaard. Se puede hacer, pero no es el propósito de Kierkegaard.

Corina: a mí, me parece que tal vez ése sea el propósito de Kierkegaard.

Ana: ahí yo me opongo absoluta y terminantemente a lo que diga Oscar.

Oscar: yo lo que discuto es que el propósito de Kierkegaard sea crear un personaje ficticio solamente para señalar sus carencias en contraste con la posición religiosa que es la buena. Entonces yo digo que entremos en este terreno sin haber decidido de antemano cuál es la buena. Escuchemos lo que dice este, después en otro seminario, en otro momento, escuchemos lo que dice el hombre de fe que es Abraham, es Anticlimacus, porque ni siquiera Kierkegaard se anima a ser Anticlimacus.

Ana: bueno, pero se anima a escribir “El instante”, se anima a escribir “Juzga tú mismo” se anima a escribir “Para un examen de conciencia”.

Oscar: pero también se anima a escribir todo esto.

Corina: aparte en la vida hay estetas. Si vos lo podés escuchar para ver qué le pasa y tratar de entender al esteta por sí mismo….

Ana: a eso no me opongo

Ana Z: lo que pasa es que uno puede escuchar al esteta por sí mismo y me parece que tampoco nos desviamos tanto la vez pasada. Lo que sí, uno también está atravesado por ciertas lecturas y yo te puedo decir que entiendo al esteta, pero quedate vos con esta postura esteta. Yo después salgo a la calle y sigo con mi vida y no puedo tener una postura así.

Corina: igual hay que pensarla, porque por ejemplo a mi me sirvió mucho porque yo, la verdad, como dije el otro día, pensaba al esteta como el pelotudo alegre.

Ana Z: no, no.

Corina: este te muestra diferentes voces de estetas que no son tan pelotudos y te dice que hasta por ahí es más interesante esta posición que la ética, que por ahí estamos más acostumbrados a decir: ah, no, pero el ético tiene sus valores, no sé qué mongo, y no sé si es tan fácil entender ninguna de las dos posiciones. Porque si no, uno está superado y ya pasó, pero me parece que está bueno pensarlo.

Ana Z: no, ni siquiera desde lo superado, precisamente es fuerte lo que dice el texto: yo esto no lo puedo sostener pero desde mi...es un tipo que va contra todo.

Corina: ¿qué cosa no podés sostener?

Ezequiel: la mirada cínica.

Ana Z: pero es fuerte lo que dice el tipo…. Y vos decís yo mañana continúo con mi vida, hoy cuando salgo de acá. Ahora, lo que está diciendo no es una tontería, a mí me surge la pregunta de, bueno, está bien, no le hago caso en todo pero también en algunas cosas de mi propia realidad también me hace pensar con qué te agarrás y con qué no. A eso es a lo que voy, pero me parece que lo que se habló la vez anterior, yo no sentí que haya sido una lectura atravesada ni por la fe ni por lo religioso. Lo que sí no pretendan es que en algún momento uno salte y diga bueno, no mirá, mi postura frente a esto....yo le puedo contestar o no. Lo que pasa es que es verdad que hay una instancia en donde uno lee el texto y más allá de juzgarlo, primero probar qué le pasa con eso, si no es como que no lo lee, me quedo con mi postura y ya está, sigo así la vida.

Oscar: está claro que nuestra postura está donde está.

Ezequiel: a mi criterio, estamos leyendo cosas de un autor eminentemente religioso. El otro día vos decías que era un estético por antonomasia.

Oscar: pero es una etiqueta eso de eminentemente religioso.

Ezequiel: Kierkegaard está apuntado o proyecta un horizonte religioso

Oscar: ¿y qué quiere decir eso?

Laura: nosotros lo estamos leyendo para ver con qué nos encontramos.

Ezequiel: digo que no podés tapar una perspectiva teológica o religiosa desde el texto que estábamos viendo.

Corina: no, pero tampoco la estética.

Ezequiel: no, porque es estética.

Ana: sigamos leyendo, leamos “El más desdichado”.

Oscar: hay que escuchar al esteta porque finalmente no se lo escuchó.

Corina: aparte, lo que decíamos también la otra vez, que Kierkegaard también en su vida hizo cosas que...porque si uno está jugado en lo religioso, para qué hacía cosas en su vida que realmente uno no entiende: eso de ir al teatro, salir corriendo para que lo vean de una manera, en ese sentido es estético también.

Laura: pero es una manera de convivir.

Ana: pero Corina, eso lo aclaramos.

Corina: para mí, no se aclaró, perdoname. Vos porque estás superada, a vos se te aclaró todo; a mí, no.

Ana: ¿por qué lo que es oscuro para vos tiene que ser oscuro para todo el mundo?. Para mí, es claro porque él lo explica en los Diarios y lo explica en otros libros. Ahora, si vos leíste un capítulo de un libro, no podés decirlo.

Corina: si yo leí un capítulo de un libro del que digo que a mí muchas cosas no me cierran  y si leí dos o tres libros o un capítulo, es lo mismo para mí. Vos porque pensás que si uno lee todo, entiende todo y ya se le aclara todo.

Ana: no, yo me remito a lo que él habla, me remito a lo que Kierkegaard habla. Entonces, cuando explica en los Diarios porqué hace eso de ir al teatro y que lo vean unos minutos y después se vuelve para que la gente crea que ese seudónimo es el que escribió el libro y no él, es porque busca una distancia con el lector. Porque el cristianismo no es un algo que se pueda transmitir de cualquier forma, eso es lo él que dice. No es algo que se pueda transmitir como una leccioncita de profesora.

Corina: pero vos entendés lo que dice Kierkegaard como directo también.

Ana: yo no lo entiendo directo.

Corina: sí, porque vos decís como dice en los Diarios es y es y ya está.

Ana: no.

Corina: no hay lenguaje indirecto en la escritura de Kierkegaard, porque vos entendés literal lo que explica y te cierra todo.

Ana: escucháme,  pelotuda no soy.

Corina: ¿y quién dijo eso?

Ana: él me dice que va al teatro para hacerse ver un rato y que todos crean que es el dandy, el estético y qué se yo. Le contaba a Erica el otro día que en una desgrabación que estábamos haciendo de las Jornadas, cuando estuvo Darío González, él dice que daba con la mano derecha los escritos religiosos que el lector toma con la izquierda y con la izquierda los escritos estéticos que el lector toma con la derecha. O sea, en un juego especular. Incluso hace una comparación entre las tres partes de “Las etapas en el camino de la vida” y tres discursos religiosos que se llaman “En ocasión de una confesión”, “En ocasión de un casamiento” y “Ante una tumba”. Son tres discursos religiosos y los publica exactamente el mismo día que “Las etapas en el camino de la vida” y la relación de los tres discursos es especular, el tercero se relaciona con el primero, el primero con el tercero.

Corina: ¿eso quién lo dice? ¿Darío González?

Ana: Darío González. No yo. ¿Hay o no hay algo cierto sobre lo que dice alguna gente que sabe más que nosotros que leímos re poco (me incluyo en eso)?

Corina: pero para mí, no es el tema si uno lee re poco, sino las preguntas que a vos te despierta y cómo vos lo pensás, yo realmente más allá de toda esta intelectualización y cosas que uno puede hacer, uno puede escuchar lo que dice Kierkegaard, yo existencialmente no entiendo para qué existencialmente hace eso.

Ana: lo hace por esto: el cristianismo no puede ser enseñado, no es una enseñanza.

MUCHAS VOCES JUNTAS!!!!!!

Ana: lo que quiere decir con esto es que no es una estrategia ni es un juego boludo, no es un juego boludo, entendés, no es un juego estético.

Oscar: ¿puedo hablar?

Ana: y él dice: yo me tengo que distanciar, yo me tengo que apartar para que esté Cristo y el lector. Él hace como una retirada, de la cual habló muchas veces Oscar en otros seminarios, eso de que se retira para que el lector se encuentre con lo que está diciendo y que se escuche, que escuche en su propio interior lo que tiene que escuchar.

Oscar: ¿puedo hablar?

Ana: no es sólo el Kierkegaard, el gran escritor  de Dinamarca, ¿viste?, el que tiene que ser el célebre escritor que todo el mundo lee. Lo que está diciendo es: no sean boludos, fíjense adónde van y adónde tienen que ir, no a mí, no a mí que soy un simple escritor y que me hago pasar por poeta, porque lo que muchos dicen es que es un poeta, también lo dice en “El instante”: yo me tuve que hacer pasar por poeta, no que él es un poeta. Entonces, oíme, el que tenga oídos para oír que oiga, me parece a mí.

Oscar: ¿puedo hablar?

Ana: no es todo fácil, es todo difícil, no fácil.

Oscar: ¿ahora yo puedo hablar? Siguiendo por ese mismo camino, en que él se retira para dejar al lector que conquiste su propia posición, uno  puede mediante esa operación poner ahí en cuarentena al Kierkegaard que firma como Kierkegaard y que te explica porqué hace todo lo que hace. O sea que como cualquier otro autor, filósofo o no filósofo, uno no tiene porqué tomar al pie de la letra todo lo que dice, tiene que escucharlo y tener en cuenta que lo dijo, lo que no quiere decir que esa sea la solución para interpretarlo. Uno puede tener sospechas acerca de la posición de Kierkegaard a pesar de toda la explicación que te haga en “Mi punto de vista”. Eso no quiere decir hacer oídos sordos a lo que dice, pero significa no tomarlo como la instancia inapelable para interpretar a este autor. De la misma manera que uno no toma...

Corina: ....lo que dijeron de Nietszche, que está loco, ¿por qué? Porque él pone una distancia y no le cree...no hace falta creer todo, a ninguno. Vos te metés en Hegel y le creés todo.

Ana: y justamente es lo que Kierkegaard trata de hacer: no me crean a mí, crean en Cristo.

Oscar: cuando él dice que es un escritor religioso, no le creamos o, si querés, creéle, pero me parece que no es indefectible tener que creerle.

Ricardo: pero más difícil me parece que es creerle desde dónde puede hablar él del matrimonio, por ejemplo, si nunca estuvo casado. Me parece que todas sus obras estéticas están como produciendo una experiencia existencial dando cuenta desde donde habla.

Oscar: él se niega a casarse, no dice yo no me casé, dice: yo no me quiero casar, que es otra cosa.

Ricardo: sí, pero habla del matrimonio.

Oscar: pero él no se quiere casar, obviamente.

Ricardo: bueno, pero a mí no me interesa él, sino lo que dice sobre el matrimonio. En general, todas las experiencias estéticas, todos esos personajes, no son fantasías, no es un literato, quiere decir que es una experiencia existencial.; todo esto que estamos leyendo son experiencias que él ha vivido, ahora ¿desde dónde las ha vivido? Mentalmente, desde la soledad.

Oscar: ¿quién te dijo eso? Eso parecería como que la referencia es pensar cada uno en su propia experiencia.

Ricardo: claro, pero ¿de dónde se autoriza él?  Se autoriza desde la escritura.

Oscar: ¿Kant estuvo en contacto con la razón pura o Hegel estuvo en contacto con el espíritu absoluto?

Ricardo: pero eso es distinto, me parece que no es lo mismo.

Oscar: es lo mismo, porque vos al filósofo lo escuchás como una voz más, no tenés que creerle al filósofo o pedirle credencial para ver si...

Corina: nadie podría hablar del suicidio, nadie podría emitir opinión sobre el suicidio porque nadie se suicidó.

Ricardo: lo que creo es que en el texto es auténtico, él tuvo la experiencia auténtica, yo cuando leí este texto pensé: este tipo que habla es auténtico, no es un personaje literario que inventó el que está hablando.

Oscar: qué lo autoriza es un problema que nosotros nunca podemos llegar a resolver.

Ricardo: lo autoriza desde una experiencia interior.

Oscar: no, o exterior, yo que sé.

Ricardo: bueno, pero está plasmado en la escritura.

Oscar: eso es concreto, la escritura es algo concreto. Ahora, lo que yo digo es que no hay que creerle nunca. A ningún filósofo hay que creerle.

Ricardo: hay que estudiar, ¿porqué creerle?

Corina: hay que pensarlo, poder pensar.

Ricardo: no entiendo porqué decís que hay que leerlo y no creerle.

Oscar: en respuesta a lo que decía Ana, hace un rato, acerca de que en determinado momento Kierkegaard aclara porqué hacía lo que hacía. Uno puede escucharlo, pero no hay porqué creerle, porque la creencia no me parece que sea un vínculo fructífero con un filósofo. Un filósofo nos plantea preguntas.

Ana: pero vos ¿a qué decís que no hay que creerle? ¿a que hacía eso por lo que él dice?

Oscar: claro, exactamente. Como no hay que creerle a Hegel cuando dice que él llegó a...

Ana: pero entonces invento cualquier cosa acerca de cualquiera y ya está, nos ponemos a imaginar, a fantasear.

Oscar: no es cualquier cosa, ¿vos a todos los que te hablan les creés lo que dicen de sí mismos?

Ana: no, me doy cuenta de si...

Oscar: por eso.

Laura: ¿pero cómo te das cuenta? Diferenciás enunciado del lugar de enunciación por ejemplo, esa es una manera de darse cuenta. La manera en que escribe y lo que dice. Creo que en Kierkegaard se está trabajando eso. Algo que uno dice, cómo lo dice, en el contexto, en relación a un montón de cosas...

Ana: Lo que pasa es que yo pienso que la posición de ustedes respecto de eso es que entonces me puedo ir a una infinitud imaginativa que no me conduce a ningún lado.

Oscar: ¿ y porqué te tiene que conducir a algún lado?

Laura: imaginativa, pero en relación al texto, porque él dice leer, escuchar. No creer, escuchar...

Ana: por eso. Y yo leo en los textos lo que él dice y no le tengo que creer, ¿y por qué no le tengo que creer?

Oscar: para mi la relación con un texto que vos leés no es la de creer, salvo que sea un texto sagrado y que  vos seas un fiel.

Ana: no estoy hablando de creer en el sentido religioso; yo no tengo porqué dudar de que dice que hace algo por lo que dice que lo hace.

Corina: por ahí él cree que hace algo por eso y lo hace por otra cosa, en realidad, como nos pasa a todos. Pensamos que hacemos algo por algo pero en realidad lo hacemos por otra cosa de la que no nos damos cuenta.

Ana: las posiciones están planteadas. Cada uno se queda con la suya.

Oscar: era referido específicamente a esto: que está claro porqué Kierkegaard hizo toda su obra estética. Está claro, si vos asumís como válida la explicación que da en ciertos pasajes de su obra, pero también uno puede distanciarse de ellos, no tiene porqué adherir como el sustrato verdadero...

Ana: tampoco tengo porqué no adherir, por eso te digo, están planteadas las posiciones. Ni yo te voy a convencer a vos ni vos a mí, me parece.

Oscar: lo que es cuestionable es decir que está claro para mí.

Ana: pero para vos está claro que no tenés que adherir.

Oscar: no está claro

Ana: para mi está claro que no tengo porqué no adherir a lo que él me dice.

Andrés: lo que yo entiendo que viene insistiendo Oscar es que lo pongamos en suspenso a lo que él mismo dijo acerca de cómo debe interpretarse su obra estética y en vistas de que tiene la magnitud que tiene, la riqueza que tiene, pareciera que Kierkegaard al ponerlo en esos términos tan simples es parte de una estrategia, o yo soy un poeta, o esto lo hice para distraer. El mismo como que lo achican ¿no? Y vale la pena dejar que...

Ana: si está planteado como vos lo decís, como vos lo decís, no como Oscar lo dice, como vos lo decís, yo lo acepto. Como Oscar lo dice, no.

Oscar: ¿por qué?

Ana: porque lo decís distinto.

Oscar: y bueno, sí, él es él, Andrés.

Ana: lo decís distinto, y Andrés está haciendo una interpretación de lo que vos decís.

Corina: ¿te hago una pregunta? Vos decís que en Kierkegaard hay como un sistema entonces, como que todo cierra.

Ana: no, para nada. Lo religioso no es ningún sistema.

Corina: no, digo que este libro aclara esto, el punto de vista, porqué escribió...

Erica: no, para nada, nosotras nos estamos volviendo locas leyendo “El concepto de la angustia”.

Oscar: pero vayamos a lo que dijo específicamente que estaba claro de porqué Kierkegaard había asumido esas posiciones estéticas, donde él dice: “yo soy un escritor religioso”. Para mí, esa es una afirmación sujeta a sospecha.

Erica: la misma sospecha que lo que dice en estos textos.

Oscar: de lo que dice cualquier hombre.

Erica: ¿un seudónimo está en el mismo nivel que el firmado por Kierkegaard?

Oscar: es una cuestión de voces y de hombres, o sea que está sujeto a sospecha como lo que dice cualquier hombre, y además está sustentado por cosas que el propio Kierkegaard conquistó como pensamiento, como esto de decir que él se quiere apartar para no encimarse a vos, entonces vos podés continuar ese movimiento y que se te encime incluso cuando habla con su propio nombre, tomar que ahí está hablando directamente.

Ana: claro, pero también tenés que entender para qué se aparta. Se aparta para entender al joven esteta.

Oscar: para dejarte pensar a vos. Por lo tanto, no tenés que dejarle la última palabra. Él se aparta porque sos vos el que tenés que hacer patente el pensamiento de tu corazón.

Ana: por eso.

Oscar: y hacerlo callar a él, porque si no, en determinado momento él se te aparece y te empieza a hablar del amor al prójimo, de Job. Entonces, ya que se quiere apartar, que se aparte

Ana: yo no tengo problema, dicho así.

Oscar: suponete que él dice: “yo soy un escritor religioso”, bueno está bien, pero ahora apartate, porque vos dijiste que te ibas a apartar para que yo pueda escucharme a mí mismo, así que apartate, no me vengas a decir que sos un escritor religioso.

Erica: lo que pasa que lo  de apartarse lo dice él mismo también, es como una cosa que vuelve sobre él mismo.

Oscar: es como dice Zaratustra: me habéis encontrado demasiado pronto ahora tenéis que perderme

Ana: no es lo mismo que Zaratustra.

Oscar: es lo mismo, en ese sentido es lo mismo.

Ana: no es lo mismo.

Oscar: es lo mismo

Ana Z: la verdad que yo leí muy poco de Kierkegaard, así que no puedo decir si es religioso, si es estético. Tendría que leer un poco más. Ahora, como lo vienen tildando de escritor religioso, leí algo de “Las obras del amor”. Sí, me impresionó cuando leí el texto y dije: cómo se animó este Kierkegaard, realmente se quebró y se animó a ir un poco más allá. Entonces me parece que se merece eso que vos decís de distanciar un poquito lo del escritor religioso y decir: vamos a leer Kierkegaard para ver adónde está...

Ana: pero vos, Ana, ¿entendés que eso lo aceptamos desde el principio? Yo creo que lo acepté desde un principio; Erica también, pongámoslo entre paréntesis.

Corina: igual, no hay equipos acá.

Andrés: a mí me interesa cuando vos decís: uy, un escritor religioso que se anima a decir esto, hay como un prejuicio con respecto al cristianismo como lo presentan las iglesias que muy apuradamente damos respuestas, creemos que sabemos cómo es la vida y cuáles son las soluciones y en realidad no conocemos la vida tal cual es. Acá nos estamos dando la oportunidad de reencontrarnos con un Kierkegaard que nos muestra realmente facetas de la vida tal cual es. Veamos cómo es la vida antes de responder cuál es el sentido, o dónde están las respuestas si es que están en algún lado, porque si no conocemos eso, las respuestas siempre van a ser pobres, o ser respuestas a preguntas que nadie se hizo.

Oscar: como dicen de la escuela, que a los chicos se les dan todas las repuestas antes de que se hayan hecho las preguntas.

Andrés: claro, exacto. En ese sentido también es interesante el ejercicio que estamos haciendo acá, ¿no?

Oscar: claro, la riqueza de esto es que él muestra lo difícil que es sostener la existencia y con cosas muy prácticas y muy concretas. Por ejemplo, los compromisos más habituales que uno llega a hacerse en la vida, tener amigos, tener una pareja, tener hijos, tener un título, tener un trabajo. Desde una posición, te muestra la insostenibilidad de eso. ¿Cómo se logra la repetición? Y él da miles de vueltas y vos leés el libro y yo no encuentro la respuesta ahí, y la nota al pie tampoco me la hace vislumbrar cuando dice: es lo religioso...y qué se yo, no sé ¿qué es? ¿qué quiere decir eso? Cómo se logra la repetición es cómo se sostiene una existencia minuto a minuto, es eso....ese es un problema. Kierkegaard en algunos momentos de su obra señala que hay una salida religiosa, que hay una posición religiosa, o un llamado, no sé qué. Está bien, pero la obra me parece que es más rica que para ir directamente hacia ese lugar.

Erica: lo que pasa es que así planteado parece que lo religioso está al final de camino, es lo que vos encontrás al final, la superación de algo, la salida de algo y no es así, no está planteado así en Kierkegaard.

Oscar: si vos no sabés lo que es, cuando te dice ahí que la repetición es una categoría religiosa, es una frase impenetrable, no es que está al final o está al principio, es que no sabés qué te está diciendo.

Erica: ¿y lo religioso cómo está planteado en Kierkegaard? ¿como algo que es una salida?

Oscar: yo no sé.

Erica: para mí, no.

Oscar: pero yo no dije eso, ¿vos me escuchaste decir a mí que lo religioso es la salida?

¿o que Kierkegaard dice que lo religioso es la salida?

Erica: sí.

Oscar: estás equivocada, traéme la desgrabación a ver dónde yo lo digo, yo digo que ustedes dicen eso, no que Kierkegaard dice eso.

Erica: no, yo no digo eso.

Oscar: (...) supongo que hay una experiencia.

Corina: para mí, hay una experiencia pero basada en el juicio. Primero, está puesto el ideal y el valor y después o midiéndose o viéndose respecto de….

Erica: ¿pero el texto que leímos la vez pasada no enjuicia, para ustedes?

Oscar: el joven A no dice esto está bien y esto está mal, él dice: a mí nada del mundo me convence, yo no puedo comprometerme con nada, no me hagan elegir porque...

Erica: ¿basado en la experiencia?

Oscar: es basado en la experiencia, por supuesto. Yo esa experiencia la siento muy cercana. Veo la faceta de verdad…

Erica: claro, como no estás comprometido.

Oscar: ¿ves? Ahí me estás juzgando. Yo estoy diciendo que veo la faceta de verdad de alguien a quien nada lo convence porque le parece que todo es vano y que cualquier...Eso no quiere decir que yo entonces esté en la posición de éste porque, de hecho, no estoy en esta posición. Sin embargo, lo entiendo porque me parece que es así, que desde un punto de vista, las cosas son todas vanas. El habla acá de la esperanza, habla del recuerdo, y todos los proyectos están como atravesados por el tedio. En cierto punto, tienen algo de mentirosos. O por lo menos es mentiroso querer asumirlos sin estar convencido de su necesidad. Y muchas veces la vida neurótica nos conduce a asumir cosas sin necesidad, asumirlas porque los demás las hacen o porque estamos evitando otra. Entonces vamos por ahí, eso es muy común. Cuando tenés que terminar la secundaria, tu papá te dice o estudiás o trabajás y uno dice: no, estudio porque no quiero trabajar y después uno funciona muchas veces así: estoy acá porque no quiero estar allá, o estoy acá para no estar solo, o estoy acá para no quedarme en mi casa.

Erica: claro, pero como propone un método...entonces no sé...para mí, tiene relación con la ética. Se la pasa juzgando, sin decir que está mal. Decir: el matrimonio conduce al tedio, eso es un juicio.

Oscar: él dice lo siguiente: yo no puedo comprometerme con una persona para toda la vida, me parece que es una cosa sin sentido.

Erica: está bien, pero dice que el matrimonio conduce al tedio.

Oscar: esa frase es sin sentido. Porque si no, es una crítica formal, como no hay que hacer juicio no hagamos juicio, no hagamos nada.

Corina: él dice: no me puedo comprometer eternamente, no entiendo cómo alguien puede decir que se compromete por toda la eternidad, se casa y al tipo le parece mejor decir: bueno, seguramente hasta Navidad voy a poder sostenerlo, pero no lo sé. Es más sincero. Es más sincero que decir que te voy a amar para toda la vida, ¿y cómo carajo sabés?

Erica: para mí, la sinceridad no es un valor de por sí.

Oscar: ¿pero cuál es tu posición? Porque no entiendo.

Erica: no, solamente pensaba si no tiene una veta ética también, eso nada más.

Oscar: ¿pero qué quiere decir eso?. Si vos me decís si es una posición distinta, es una posición totalmente distinta, es una opción existencial totalmente distinta. No es que el estético es nada, no siente nada, no piensa nada, no hace nada. Opta por algo completamente distinto a la posición ética, no se rige por la posición ética.

Erica: ¿responde a la ética?

Oscar: no le interesa la ética como oposición suya.

Laura: lo que hace el estético otro diría que eso es una ética y lo otro es moral.

Oscar: desde un cierto punto de la palabra ética, que no es la que usa él acá, ética en otro sentido como prescripciones para la vida, para la auto regulación como decíamos el otro día en el sentido epicúreo o estoico. No entendido como la ética universal que nos dicta a todos lo que tenemos que hacer. Hay como un método para evitar el tedio, para no aburrirse, para poder sobrevivir, como para no matarse.

Erica: pero el método ese es universal.

Oscar: no es universal porque él no te dice que vos lo sigas, el problema ahí es tuyo.

Erica: pero no hace falta que diga: vos tenés que hacer esto, ¿o sí?

Oscar: claro que hace falta. Porque él dice: yo no puedo asumir esa opción.

Erica: no, él dice que el matrimonio conduce al tedio.

Corina: ¿vos negás eso? ¿Creés que la gente está igual de apasionada al principio del matrimonio que después de cuarenta años?

Erica: no, yo no universalizo.

Willy: la vida cotidiana dice lo contrario, ....INAUDIBLE como que la vida cotidiana es así, no hay tedio, pareciera que es lo que vos querés decir.

Erica: yo no quiero decir eso.

Willy: vivimos en un mundo de una crisis tremenda en lo cotidiano y parecería que no es así.

Erica: no es lo que estoy diciendo.

Willy: a mi me parece que no es razonable lo que estoy diciendo.

Oscar: no se sabe qué es lo que decís.

Erica: lo que digo es que me parece una frase universal que está expresada (?) por un juicio, nada más.

Oscar: pero es una crítica formal porque vos ahí no ponés nada de tu experiencia, sino que es una cuestión puramente formal, como es una oración de sujeto y predicado.

Corina: y aparte no sé si está acá.

Erica: no importa, después te la busco, ¿está bien?. Lo dice todo el tiempo.

Ana Z: yo creo que también, lo diga o no lo diga él.

Ana: parte del axioma de que todos los hombres son tediosos.

Corina: pero después dice que está ironizando justamente con los que... entonces saca este que produce la repulsión por parte de todos...

Oscar: de todas maneras, suponete: al axioma no lo tomés como axioma, no hace falta adherir a ese axioma, tomalo como interrogación que todos los hombres son tediosos ¿son tediosos todos los hombres?

Ana: mirá, el tedio, te digo sinceramente, no es una experiencia que yo haya vivido.

Oscar: está bien, por suerte.

Ana: contrariamente a muchas otras personas. No sé si es bueno o malo pero la verdad es que no lo experimenté, en mi vida no lo experimenté.

Oscar: puede ser, pero por eso yo lo que digo es que no hay porqué tomarlo como axioma a eso. Tampoco hay que tomarlo como axioma cuando te dice lo otro, entre el axioma del ético y el axioma religioso. Son tres axiomas pero sí me parece que son interrogaciones que se dirigen a la misma cuestión que es cómo es posible sostener una existencia, una existencia con los otros, cómo es posible soportar al prójimo o amarlo.

Ana: claro, la experiencia es más vale por ahí de tortura; existencia torturada, la mía.

Oscar: el sufrimiento es una forma de entretenimiento.

Ana: no sé.

Oscar: por ejemplo, dos personas que conviven y se odian. La pasión del odio te da una energía tremenda. Estás pensando a ver qué le voy a hacer y qué me va a hacer: es la sal de la vida.

Ana Z: no creo que cualquier cosa que se haga sea para escaparse del tedio.

Oscar: no digo que sea para escaparse del tedio. Lo que digo es que tal vez es para escaparse del dolor, de la angustia, o del sin sentido. O de una pregunta por el sentido.

Laura: así termina “Las palmeras salvajes”: entre la pena y la nada, me quedo con la pena.

Oscar: Godard lo menciona  eso.

Laura: él toma de Nietzsche, que es lo de la “Genealogía de la moral”: entre la voluntad de nada y nada de voluntad: voluntad de nada.

Oscar: me parece que el tedio es una de las formas en que se te aparece esto, o es un nombre. Tampoco pongamos ahí todas las fichas al tedio. Es lo mismo que el joven que se aterra cuando ve en perspectiva su vida con la enamorada.

Ana: yo me identifico muchísimo más con ese joven, pero no porque llora.

Oscar: por Job.

Ana: no, por su manera de conectarse con la vida.

Oscar: llorosa.

Ana: no es nada tediosa.

Oscar: es melancólica, claro, el tipo se apasiona.

Ana: no, es una experiencia muy temprana, porque es un joven justamente. Y yo también tengo una experiencia muy temprana, muy temprana, de la finitud. Eso no te produce tedio. El tener experiencia de la finitud a una edad muy temprana, seis o siete años, lo recuerdo perfectamente por x causa, no porque yo la haya pedido, no porque yo haya querido tener esa experiencia. Pero la experiencia de la finitud lleva aparejada un ansia de eternidad y de infinitud y eso no es nada tedioso.

Oscar: pero esta experiencia que el tiene también es una experiencia de finitud

Ana: sí, una mala infinitud.

Oscar: ¿porqué es mala?

Ana: porque lleva al tedio y te aburrís de todo.

Oscar: pero eso es tomarlo demasiado literalmente porque me parece que en el fondo hacen alusión a lo mismo. Son distintas reacciones frente a una misma cuestión que es esa de la eternidad con la que no sabemos qué hacer.

Ana: por ejemplo, en “Temor y temblor”, también aparece eso, no cuando habla de Abraham sino cuando habla el autor de “Temor y temblor” y pone todos los ejemplos de la muchacha, etc, etc. Esa es la misma experiencia de ansia de eternidad, que no es tediosa, al contrario, te tiene despierto todo el tiempo.

Oscar: pero a este también lo tiene despierto, por eso ahí lo desvalorás.

Ana: no, es como un paraíso artificial.

Oscar: ¿y qué? ¿llorar por la amada no es un paraíso artificial?

Ana: no, no es eso. Yo creo que es el dolor de que algo que para vos tiene un gran valor, para él no tiene ninguno. Para este joven, nada tiene valor. Para vos sí tiene mucho valor, como aparece en “Temor y temblor”, y vos podés perderlo. Es como un deseo infinito de poder recuperarlo en algún lugar, o desde algún lugar y no perderlo. Me parece que esa es la pasión realmente.

Oscar: pero es una pasión por lo finito.

Ana: es la pasión infinita por lo finito, con eso yo me identifico. También puede ser estético eso. Es la pasión infinita por lo finito. No es el tedio. Es otra experiencia, a eso me refiero.

Cinthia: eso va en gusto de cada uno.

Oscar: no sé si es el gusto porque en realidad uno no tiene más remedio que aburrirse o apasionarse o sufrir.

Corina: como que al principio también dice eso del axioma y del juicio y que también está ironizando con el tema del tedio desde el principio, ¿no? Es un tipo que está pensando varias cosas a la vez, el tema del juicio, el tema del axioma, el tema de qué axioma tomás para empezar a explicar.

Laura: además, toma el modelo aristotélico de que todos los hombres son mortales y empieza hablando de la experiencia de finitud.

 

LARGO SILENCIO

Oscar: a mí me parece que la discusión es pertinente. Estamos discutiendo sobre algo que produce la obra de Kierkegaard. O sea, que él como persona y como autor te despierta esta pregunta: si él encontró la vuelta del asunto. Para mí, nadie la encuentra.

 

Pregunta INAUDIBLE

 

Oscar: el tema de la estética lo habíamos hablado en las primeras reuniones. Es un poco ambiguo, se lo puede tomar en varios contextos, según se lo oponga por ejemplo a lo ético, como aparece en este libro que es el estético frente a lo ético, como las dos vías: o lo uno o lo otro. Por otro lado, cuando Kierkegaard declara su estrategia de escritor en “Mi punto de vista” dice que todas las obras seudónimas son estéticas y eso incluye no solamente a esta sino también a la segunda parte, donde es un tipo ético el que habla, o en “Temor y temblor”, donde está hablando de Abraham y de la fe, todas esas obras son estéticas. Cuando se define a si mismo, se define como escritor religioso y se confiesa como tironeado por dos vocaciones o por dos inclinaciones, digamos. Una lo lleva a ser escritor y podría haber optado por ese camino de ser escritor, pero por otro lado, siente el llamado de la fe y está tironeado entre esas dos posiciones. Él me parece que escribe esos libros porque de alguna manera es un esteta. Lo que no quiere decir que entonces no sea religioso en otro sentido. Pero me parece que no hay que ser reduccionista y reducir todo al religioso. Si él es un tipo que está disociado, hay que dejarlo disociado. Kierkegaard da cuenta de toda una  experiencia estética que no hay que aniquilar para llegar de pronto a “Las obras del amor” y ahí está el amor al prójimo y ahí todos sabemos lo que tenemos que hacer. Me parece que es un tipo disociado, su obra así lo manifiesta, y todos esos seudónimos son él.

 

Pregunta INAUDIBLE

 

Oscar: él mismo armó todo este berenjenal, porque otros filósofos han construido una única voz a lo largo de su obra y no se plantean esta cuestión a ver adónde está, porque parece que estuvieran siempre en el mismo lugar. Hay otros que no, pero la posición más típica del filósofo es el haber construido una única voz.

Erica: hay ahí una cosa en la que yo no estoy de acuerdo con lo que vos decís.

Oscar: para mí, el gran paso adelante de la filosofía, del pensamiento, es el haber desestructurado las voces para hacerte pensar en ellas.

Martín: acá interviene la subjetividad de cada uno….. INAUDIBLE

Oscar: él es todos nosotros.

Martín: es algo tan vivo que es como si estuviera. En otros pensadores, quizás, es algo más. Que hay que seguirlos porque sino estás afuera.

Oscar: claro, porque han construido una voz única. Por ahí Nietszche jugó más y en eso, de vuelta, me parecen parecidos.

Erica: en eso que vos decís de “Las obras del amor”, que las leemos y ahí ya sabemos todo, lo que tenemos que hacer es lo contrario de lo que dice en el libro.

Oscar: amar al prójimo.

Erica: claro, pero eso no se sabe lo que es.

Laura: ¿ahí se vuelve tedioso?

Oscar: no, hay que amarlo al prójimo.

Erica: en “Las obras del amor” lo que está diciendo es que no se sabe, no que se sabe.

Oscar: sí, bueno, pero el asunto es que no hay porqué quedarse fijado en “Las obras del amor”.

Erica: vos planteás que en el estadio religioso se sabe lo que tenés que hacer. No, no se sabe nada, al contrario.

Oscar: insisto en que yo no dije eso. Yo digo que hay algunos que leen al religioso como si ya se supiera.

Erica: es lo que vos estás diciendo.

Oscar: yo no digo eso, pero vos no me escuchás, vos escuchás tu propia voz.

Erica: pero vos decís que si no, pensamos que cuando leemos “Las obras del amor”, entonces ahí ya sabemos.

Oscar: estoy ironizando sobre la posición que cree que todas las respuestas están en “Las obras del amor”. No la estoy asumiendo como propia, estoy criticándola.

Erica: ironizando...bueno, está bien...perfecto.

Ana: al final no leímos nada

Laura: ¿seguimos con la estética? ¿todavía no pasamos a las obras éticas?

Oscar: no, seguimos con “El más desdichado” y después pasaríamos a un ético que, desde otro lado, también es una posición estética. Porque es el que desde la ética le responde a este joven sobre cuál es la vida correcta. Para captar un poco de qué se trata la ética a diferencia de la estética, está el tema de la corrección: hay cosas que son correctas y este es incorrecto. Wilheim le está diciendo continuamente que es incorrecto y le explica porqué es incorrecto. Este no ve la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. Creo que en el Prólogo dice esto de que si leés este libro, te arrepentirás y si no lo leés, también te arrepentirás

Ana: de todo te arrepentirás: leas o no leas, te cases o no te cases, trabajes o no trabajes.

Oscar: LECTURA PÁGINA 62 DE “O LO UNO O LO OTRO”

 Oscar: es un poco complicado, pero tiene que ver con lo que decía Corina hace un rato sobre el escepticismo.

Corina: está pensando el lenguaje: el o bien o bien, la contradicción en Hegel.

Ana: igual después, en el párrafo siguiente, ahí también se dedica a derrumbar cuanto pueda ser edificado por la ética.

Oscar: él dice que comprender su axioma significa no tomarlo como axioma. No parte de ningún axioma.

Laura: pero el arrepentimiento tiene que ver con partir de un axioma.

Oscar: el arrepentimiento es una estructura ineludible: hagas lo que hagas te arrepentirás. La existencia te conduce al arrepentimiento. De cualquier cosa que elijas te vas a arrepentir.

Laura: ¿y cuál es la diferencia? ¿partir o no de un axioma? Dice: yo no me detengo porque no parto...porque él no parece decir que está arrepentido cuando se distancia del “o bien o bien”.

Ricardo: también está el arrepentirse desde un punto de vista religioso.

Laura: cita a Spinoza que dice que el arrepentimiento es una bazofia, que es dos veces miserable el que se arrepiente: cuando hace el mal y cuando se arrepiente.

Ricardo: creo que Nietszche dice algo parecido.

Ana: en el libro que citaba Ricardo la vez pasada, “La pureza del corazón es querer una sola cosa”, el arrepentimiento y el remordimiento son los dos guías, los dos maestros que tenés para purificar el corazón y querer una sola cosa. Es un libro firmado por él, sin seudónimo. El arrepentimiento está tomado de una manera muy distinta que acá.

Ana Z: ¿Spinoza dice que el que se arrepiente es dos veces miserable?

Ana: porque pierde el tiempo en arrepentirse.

Ana Z: no duda, nada, sigue de largo, no se arrepiente de nada...es lo que a mí me habilita a...

Laura: no te habilita, léelo, porque es re-interesante. Está haciendo algo muy afirmativo, no es irresponsable.

Andrés: decía ¿Aldo Rico? eso del arrepentimiento.

Oscar: no, decía: la duda es la jactancia de los intelectuales. De todas maneras, todas las posiciones filosóficas pueden ser tildadas de locura. Porque la sensatez de la vida cotidiana es una locura.

Ana: lo que yo quería leer de acá es donde dice: “feliz y alegre como un dios paso entre la gente y éstas envidian mi felicidad; me río, pues yo desprecio a la gente y me desquito”

Nada que ver con “Las obras del amor”, por ejemplo: “nunca he deseado hacer mal a nadie, pero siempre he dado la impresión de que cualquier persona que se me acercase iba a ser ultrajada y agraviada. Cuando oigo a otros alabar su felicidad, su honradez, me río pues yo desprecio a la gente y me desquito.”

Oscar: ¿a vos ahí no te parece que habla Kierkegaard? ¿para vos es una cosa que inventó y él es un santo que ama al prójimo?

Ana: no, no me parece que sea Kierkegaard.

Corina: de hecho, en los Diarios también muestra su división entre lo que muestra y lo que es.

Oscar: LECTURA DEL PÁRRAFO QUE CIERRA DIAPSALMÁTA

Es Nietszche eso.

Andrés: ya nos reíamos antes de haber leído esa parte, así que evidentemente le fue concedido.

Laura: ya con ese pedido...

Ricardo: y pasaba por ser lo más serio del mundo Kierkegaard.

Oscar: pero eso porque uno piensa en Kierkegaard y se imagina un dark vestido de negro y con ojeras.



(Los textos leídos corresponden a "O lo uno o lo otro", Escritos 2, Editorial Trotta, Madrid, 2006.) 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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