La vez pasada estuvimos viendo la primera parte de “La enfermedad mortal” a ver cómo se planteaba ahí la cuestión del espíritu, del yo que no se pone a sí mismo, y de las dos formas de desesperación, la que es por no querer ser sí mismo y la que es por querer ser sí mismo, y que ese esquema yo diría que lo mantengamos siempre presente, que lo tengamos en cuenta continuamente para ver en qué medida se puede referir a algunas cosas que vamos a hablar de estos autores.
Hoy vamos a empezar a leer las “Meditaciones metafísicas” de Descartes, que es un autor como todos saben del siglo XVI, XVII al que se considera habitualmente el iniciador de la filosofía moderna, o sea que es un pensador que aparece en un momento de crisis del pensamiento.
Formado dentro del catolicismo en Francia, en el colegio francés, uno puede presuponer que bajo la formación de lo que se llama la Escolástica.
Hugo: ¿ la Escolástica en ese siglo en Francia?
Oscar: sí.
Hugo: yo pensé que para el siglo XIII ya estaba...
Oscar: no, hasta el siglo XX hay Escolásticas.
Pregunta: la gran Escolástica si... 1300, pero se prolonga e incluso Suarez en el siglo XVI es de la Escolástica, Leibniz también tiene una formación escolástica, Brentano en Alemania, Heidegger también.
Oscar: no vamos a hurgar demasiado en lo que es la escolástica porque eso ya en sí es bastante complicado, porque es un movimiento filosófico que tiene su origen y su momento de máxima productividad en la Edad Media en las Universidades católicas europeas, y que trata de alguna manera de asimilar una impronta aristotélica dentro de una Teología cristiana, algo así...para decirlo muy brevemente y sin entrar en demasiadas disquisiciones.
Santo Tomás sería como el mayor exponente de eso.
Bueno, Descartes fue educado dentro de ese paradigma, ahora evidentemente en ese momento estaba en crisis ese paradigma, y estaba en crisis por motivos extrafilosóficos, ustedes piensen que muy cercano al tiempo de Descartes se está dando todo un proceso de crisis de la ciencia, y el surgimiento de la ciencia moderna, toda esa seguidilla de investigadores que empieza con Copérnico y sigue con Kepler, Galileo sobre todo que es alguien bastante contemporáneo con Descartes y Newton, bueno, se está dando un proceso en la ciencia, un cuestionamiento fuerte a partir del problema del geocentrismo, que la escolástica había tomado como si fuera suyo el problema, en realidad venía de la astronomía antigua. Ahí se estaba dando una crisis muy grande y una nueva forma de entender la ciencia, gente como Galileo sería como el personaje clave, porque si bien Galileo puede decirse que no introdujo ninguna tesis científica revolucionaria comparable con la de Copérnico, que la tierra se mueve, ni con la de Newton, la física; Galileo es alguien que anacrónicamente nosotros diríamos hoy es un epistemólogo, alguien que no solamente hacía astronomía y hacía física sino que también reflexionaba sobre qué es saber, y cuál es su fuente y su origen. Y entonces el modelo que se está constituyendo ahí es un modelo donde la matemática tiene una importancia crucial, o sea que se está tomando como modelo de saber, y la filosofía lo va a adoptar, porque se supone que la matemática tiene una solidez, una consistencia, una seguridad que parece que va a ser eterna, está desde la antigüedad y parece que nunca va a cambiar a esa altura del partido.
Y en confrontación con eso, el campo de la filosofía parece un campo de crisis y de incertezas, de dogmatismos y de cuestionamientos, un campo que a la altura de Descartes, parece un campo poco productivo, poco propicio para hacer algo interesante. Entonces Descartes representa en ese sentido la figura del individuo, del pensador que quiere encontrar un ancla para el pensamiento filosófico, que quiere encontrar un nuevo comienzo, y quiere rescatar las posibilidades de la filosofía de esa especie de pantano en la que se encontraba. Para lo cual me parece a mí que la palabra, una de las palabras clave que uno puede tomar para entender el movimiento ese que encarna Descartes es una cierta emancipación del pensamiento, un pensamiento que se emancipe de la tradición, esa tradición a los ojos de Descartes y a los ojos del espíritu de esa época había terminado por ser un poco estéril, es decir que en vez de posibilitar, nos coarta.
Entonces el hombre moderno, o sea , la encarnación del hombre moderno que sería Descartes, quiere fundar, quiere hacer una fundación desde cero, quiere empezar, quiere producir un nuevo comienzo. Y entonces lo hace desde su propia formación, desde su propia educación, desde las nociones que él adquirió a través de la educación, entonces lo que dice acá en las Meditaciones, él de alguna manera ya lo anticipaba en “El discurso del Método” que publicó unos años antes, y que él había llegado un momento de su vida en el cual se encontraba con la suficiente madurez y serenidad como para ponerse a revisar todas las bases de la educación que había recibido, y del saber acerca del mundo con el que había sido educado, para ver si él por sus propias luces y por su propia fuerza podía llegar a establecer qué es lo que realmente sabía ciertamente. Y separar lo que realmente sabía por certeza de lo que simplemente aceptaba por una especie de inercia de la tradición.
Entonces las “Meditaciones metafísicas” es un libro que está escrito en latín, porque él antes había escrito “El discurso del Método” en francés y esta distinción parece que tiene que ver con una especulación de Descartes acerca de cómo podía ser recibido, las ideas de cada libro, entonces él parece que al publicarlas en latín se resguardaba de que el libro se difundiera más allá de lo conveniente, para que lo leyeran solamente los entendidos.
“El Discurso del Método” se suponía que podía ser un libro menos controvertido y entonces lo publicaba en francés. A pesar de que en los dos está la misma cuestión, lo que pasa que acá en las “Meditaciones metafísicas” está de manera más amplia.
Antes de ponernos a leer quiero decir un par de cosas, que me parece que yo propongo como claves por lo menos para nuestro seminario. Que comúnmente se toma a Descartes como el filósofo que plantea el problema del conocimiento, lo que llamaríamos que abre las puertas de una gnoseología, de hecho en la facultad de filosofía se estudia Descartes y después vienen los empiristas, después viene Kant; como si el problema crucial de Descartes y de la filosofía moderna fuera si es posible conocer o cuáles son las condiciones de posibilidad del conocimiento, o sea, en qué medida el hombre puede conocer, qué es lo que el hombre puede conocer. Nosotros también podríamos decir así: cómo sé yo que mis representaciones subjetivas me dan a la vez un saber objetivo, o sea que no son sólo representaciones subjetivas. Entonces parece que el problema planteado desde Descartes en adelante es el de la validez del conocimiento, cómo puedo hacer yo para darle validez o para reconocer la validez de mi conocimiento.
Lo que pasa es que, lo que a mí me parece, esto no creo que lo haya descubierto yo seguramente inspirado en algunos autores, me parece que es una lectura reductiva porque ahora cuando leamos a Descartes vamos a encontrar que continuamente su lenguaje es vacilante, entre el problema del conocimiento y el problema del ser. Y muchas veces en una misma oración pasa de manera vacilante de la realidad a la verdad sin que se sepa muy bien cuándo aplica..., es decir, no reserva la palabra verdad para por ejemplo los juicios, a veces habla de cosas verdaderas, por ejemplo; y si bien él parece que comienza preguntándose qué es lo que yo puedo conocer con certeza, inmediatamente, en pocas páginas, lo que se va a estar preguntando él es qué soy yo, y en ese qué soy yo, cae una interrogación que es universal, porque es una interrogación acerca del mundo, o sea qué es el mundo, qué soy yo y qué es el mundo.
Con lo que podemos decir que me parece que se le quita riqueza a Descartes si uno lo lee solamente en términos del problema del conocimiento y no se da cuenta de que las preguntas que él hace son ontológicas, hace preguntas sobre el ser, no sobre lo que yo puedo conocer, sino sobre lo que son las cosas, qué soy yo, qué es el mundo.
Entonces yo diría que prestemos atención, ahora cuando leamos, a justamente esa oscilación que se plantea en Descartes entre lo que podríamos llamar el problema del conocimiento y el problema del ser, de la realidad, y el problema de ser mi propio yo, cuando él descubre el yo, inmediatamente aparece qué soy, un problema que excede totalmente un problema de conocimiento. Y entonces también prestemos atención, no solamente a esa oscilación entre saber y ser, sino también a la oscilación entre verdad y realidad, como él va oscilando, vacilando entre el empleo de estas palabras. Porque uno podría, usando un poco el sentido común, podría pensar así: cuando uno quiere hablar, cuando uno habla de la verdad, está hablando del conocimiento, es decir, según una definición habitual, la verdad es algo que concierne a los juicios que el hombre se forma acerca de la realidad, los que pueden ser verdaderos o falsos son los juicios, en cambio cuando hablo de las cosas, lo que es adecuado es usar la palabra realidad, las cosas son reales.
De hecho fíjense que el título de la primera meditación ya no puede ser más ambiguo, porque dice “de las cosas que se pueden poner en duda”; no dice por ejemplo de los juicios que se pueden poner en duda. Los filósofos posteriores a estas vacilaciones las van a atribuir al poco rigor de Descartes y a su indecisión para deshacerse de la tradición filosófica, muchas veces se dice que él cuando vacila entre el saber y el ser, es porque todavía no se emancipó suficientemente de la filosofía tradicional. Algo de eso le va a decir Husserl que después nosotros lo vamos a leer.
Pero un solo detalle más quería agregar, fíjense que este libro se llama “Meditaciones metafísicas” y que los libros cruciales de la historia de la filosofía que vienen después en casi todos los casos , lo que aparece el la cuestión de la subjetividad, por ejemplo “Investigación sobre el entendimiento humano” de Hume o “ Crítica de la razón pura” de Kant. Es decir que los grandes filósofos inmediatamente posteriores a Descartes parece que ya se han confinado en el terreno de la subjetividad, el entendimiento, la razón.
En cambio, todavía en el título de este libro dice “Meditaciones metafísicas”, es decir que no es un libro que habla acerca de la subjetividad, sino acerca de lo que habla la metafísica, el ser.
Entonces fíjense que yo podría decir que esto en el título es o poco riguroso, significativo digamos, o sea como un lapsus que a su vez da que pensar, o sea parece que son las cosas las que se pueden poner en duda.
Dice: “hace ya algún tiempo que he reparado en que desde mis primeros años, he recibido por verdaderas gran cantidad de falsas opiniones, y en que lo que después he fundado sobre principios tan poco firmes, no podría ser sino muy dudoso e incierto. Desde entonces he juzgado que me era preciso emprender seriamente, una vez en mi vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones que antes habían recibido crédito por mi parte y comenzar de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en la ciencia.”
O sea, acá aparece, en el final de la oración dice: “si quería establecer algo firme y constante en la ciencia”, el propósito de Descartes parece ser ese, pero para eso tiene que deshacerse de todas las opiniones y después comenzar de nuevo, desde los fundamentos, o sea que primero habría como un camino negativo; después crítico, que sería la descripción de las opiniones que él tenía por tradición, y después el camino positivo que sería la fundación de un nuevo comienzo, destrucción y fundación.
Pregunta: podría tomarse como abandonar esos preconceptos para poder arrancar de cero sin ningún tipo de contaminación para poder salir ¿no? Si no me equivoco en “El discurso...” lo toma desde ese punto, después de todas las lecturas como que se llega a las conclusiones a partir de otros y no a partir de uno mismo, entonces hay que borrar todo esto para poder...
Oscar: claro, a mí me parece que es un gesto típicamente moderno, el hombre que quiere fundarse desde sí mismo, no desde la tradición que es como una especie de lastre del que hay que deshacerse para poder pensar por sí mismo. Estas Meditaciones, lo que lo van a llevar es a replegarse sobre sí mismo, para auto examinarse.
Otra pregunta: ahora, él a la vez ve al escepticismo como un mal, como que es algo por lo que pasa pero que sabe que tiene que zafar de eso...
Oscar: acá dice “si quiero establecer algo firme constante en la ciencia”, su objetivo es ese, por eso es que el otro libro se llama “Discurso del Método”, es decir, se trata de un método, la duda que él va a poner en acción acá, es un método, no es un fin, o sea que no es un escéptico de espíritu.
Ana: a mí me llamó la atención cuando leí la primera parte, antes de lo que estás leyendo vos, el punto seis, casi al final, cuando se dirige, dice: “señores”
Oscar: ¿el prólogo?
Ana: sí, en el sexto punto hay un párrafo enorme, el primero, al final de ese primero dice que “no dudo en absoluto que si acaso esto se hace todos los errores y las falsas opiniones que se han vertido en lo tocante a estas dos cuestiones serán rápidamente borradas del espíritu de los hombres” ....se tiene una confianza total en que cualquier hombre inteligente va a captar la verdad.
Oscar: y sí, porque es algo que está en la naturaleza humana digamos, en la capacidad humana, y entonces eso el hombre lo puede arreglar consigo mismo, es un trabajo que puede hacer cada uno consigo mismo, él oscila continuamente (no, porque él dice que esto que está contando es algo que lo hizo él y no pretende que todos los hombres lo hagan), pero por otro lado hay como una apuesta fuerte a que estas son facultades humanas, por lo tanto alguien con la suficiente disciplina y método, y el espíritu abierto y la serenidad, bueno, hay como una especie de moral que él se prepara para acompañar. En “El discurso del método” hay como cuatro reglas que él se propone respetar para llevar a cabo esta nueva fundación del pensamiento. La más importante es la primera que dice que no hay que aceptar como verdadero nada que no se presente con la suficiente evidencia ante el espíritu, no me acuerdo exactamente las palabras, o sea, sólo aceptar como verdadero aquello que se presente ante mi espíritu con evidencia, y evidencia quiere decir que se tiene que presentar como claro y distinto, claro sería lo opuesto de oscuro y distinto sería lo opuesto de confuso, o sea que las cosas en la medida en yo las reconozco como claras y distintas, ahí las voy a aceptar como verdaderas.
Lori: objetivo?
Oscar: sí, se le podría llamar objetivo....pero la palabra objetivo es...
Lori: sí, objetivo es una palabra muy jodida
Oscar: lo que pasa es que esto es más que objetivo, es como condición de posibilidad de lo objetivo, kantianamente diríamos que es trascendental, es lo que te hace reconocer que algo es objetivo, es la claridad y la distinción, la evidencia. Entonces, evidencia ante mí, o sea, soy yo, es el individuo que no puede no reconocer algo como verdadero; es decir que el tribunal ante el cual se valida mi propio saber soy yo, con esto el quiere cortar con las mediaciones de la tradición, de las autoridades exteriores; es el hombre que quiere pensar por sí mismo. Esto yo digo que es un gesto típicamente moderno, que tiene repercusiones políticas, científicas. Si ustedes por ejemplo ven lo que por esos mismos años está haciendo Galileo, la manera como está tratando de defender sus ideas astronómicas frente al cuestionamiento de la Iglesia, de que le están advirtiendo y lo están amonestando y finalmente lo van a procesar....
En Kant, no me quiero alargar demasiado, porque sino sería..., en “La Crítica de la razón pura” la apercepción trascendental que es la condición de posibilidad de la experiencia, esto quiere decir: para que haya una experiencia consistente, para que el mundo sea consistente, tiene que haber un yo de este lado, o sea que toda experiencia es experiencia de un yo, y lo que da consistencia es que el yo es siempre el mismo, o sea, la continuidad que encontramos en las cosas, es la continuidad que pone el yo. Si vos te fijás más adelante en el análisis que hace de la cera dice, bueno, pero qué es la cera, la cera se derrite, cambia de color, cambia de temperatura, pero yo primero creo que dice, veo que es la misma; después se corrige y dice no, no veo que es la misma, yo pienso que es la misma, concibo que es la misma, y esto lo pongo yo, o sea que él vuelve a encontrar ahí el yo, y Kant, me parece que de una manera mucho más precisa y más pulida, desarrolla esta cuestión, o sea que en sentido no creo que se salga. Incluso los empiristas cuando dicen “investigación sobre el entendimiento humano”, ellos en lo que se mueven es en el campo de las subjetividades, del “pienso”, o sea que lo que examinan es una parte de ese “pienso”, porque dentro del “pienso” cartesiano, está también el percibo, en Descartes el pienso abarca los sentidos, y bueno y los empiristas están ahí, o sea que ellos se asientan en las percepciones sensibles, o sea que no pueden dudar que se trata de percepciones, por lo tanto ya hay un ego cogito, aunque ellos no lo quieran decir, hasta Hume, porque si él habla de percepciones, es como que la misma gramática de la palabra percepción te pide un yo, qué es una percepción sino algo referido a un sujeto.
Pero fíjense que entonces él ahora ya lo que está preguntándose tiene que ver no tanto con lo que sabe sino ya con lo que él es, porque él dice el argumento del estoy aquí, de si estoy aquí o no, de si estoy durmiendo o no, lo lleva a preguntarse ¿entonces qué soy?.
Sigue diciendo: “así supongamos ahora que estamos dormidos y que todas estas particularidades, a saber que abrimos los ojos, movemos la cabeza, que extendemos las manos, y cosas semejantes, no son sino falsas ilusiones, y pensemos que acaso, ni nuestras manos, ni todo nuestro cuerpo son tal y como los vemos, con todo hay que confesar al menos que las cosas que nos representamos en sueños son como cuadros o pinturas que no pueden formarse sino a semejanza de algo real y verdadero, de modo tal que por lo menos esas cosas generales, a saber: los ojos, la cabeza, las manos y el resto de todo el cuerpo, no son imaginarias, sino verdaderas y existentes”
Hernán: me acordé de lo que habías dicho de verdad y realidad, y acá dice reales.
Oscar: habría que ver en latín a ver qué dice.
Sigo: “pues verdaderamente los pintores que se apliquen con el máximo artificio o representar escenas y sátiros como figuras insólitas y extraordinarias, no pueden sin embargo darle formas y naturaleza enteramente nuevas sino que hacen solamente una cierta mezcla y composición de miembros de ciertos animales, o bien si acaso su imaginación es lo bastante extravagante para inventar algo tan nuevo y que jamás se haya visto nada parecido y así su obra parece una cosa totalmente dirigida y absolutamente falsa, al menos los colores con que la compone deben ser verdaderos”.
Hernán: igual ya que el color es algo real ya es medio...
Oscar: pero ahí es vacilante porque ahí el color es una percepción subjetiva.
Rodrigo: igual en el párrafo siguiente habla de cosas que son verdaderas y reales.
Oscar: sí, a veces usa las dos.
Dice: “y por la misma razón aunque esas cosas generales, a saber: cuerpo , cabeza, ojos y otras semejantes puedan ser imaginarias, sin embargo hay que confesar necesariamente que hay al menos algunas otras aún más simples y universales que son verdaderas y existentes, de cuya mezcla, ni más ni menos que de la mezcla de algunos colores verdaderos, están formadas todas esas imágenes de cosas que residen en nuestro pensamiento, sean verdaderas y reales, sean fingidas y fantásticas, a este género de cosas pertenecen la naturaleza corporal y en general su extensión “ , o sea que él dice que hay una base, un fundamento que tiene que ser verdadero y porque está en la base de toda posible composición imaginaria y él dice que esa base, ese fundamento es la naturaleza corporal en general y su extensión “junto con la figura de las cosas extensas, su cantidad o tamaño y su número así como el lugar donde están”. Bueno, todo esto se liga con lo que yo decía hace un rato de Galileo acerca de que Galileo dice que la naturaleza es como un libro que está escrito con signos matemáticos, o sea, es una cosa que yo no termino de entender bien, pero sin embargo lo encuentro en estos autores, que es como que la realidad tiene un diseño matemático, o sea que la cualidad última de las cosas tiene que ver con la extensión, con el número, con la cantidad, o sea, puedo entender qué quiere decir, lo que no entiendo bien es cuál es el fundamento.
Pregunta: es como un residuo pitagórico que surge ahí...
Oscar: y será...
Pregunta: en Leibniz aparece la fuerza, la potencia, esos son conceptos....pero en Descartes es lo geométrico, el mundo externo lo reduce a geometría
Ana: Platón también...
Oscar: pero parece que está claro que él lo pone en otra instancia, o sea que él puede dudar de las cualidades sensibles con mayor facilidad que de las cualidades matemáticas, dice que las cualidades matemáticas están un escalón por encima. Es decir, a mí se me ocurre que es más o menos así: yo puedo estar soñando en este momento y estoy frente a una ventana y a lo mejor no estoy frente a una ventana, pero yo percibo a la ventana como un rectángulo formado por rectangulitos, y entonces el rectángulo, eso es más verdadero que la certeza mía de estar frente a la ventana, porque todos incluso mis delirios o mis sueños están formados por figuras geométricas por lo tanto eso está siempre.
Pregunta: además es siempre evidente que dos más dos es cuatro....
Ana: sí, dos más dos es cuatro no sé tanto.
Juan José: es una convención
Oscar: pero no es una convención, más allá del asunto de si dos más dos es cuatro es una convención, yo no lo veo como una convención; a mí se me presenta como dado, o sea, no nace de un acuerdo mío con ustedes, yo estoy subjetivamente como forzado a aceptarla, digamos, no puedo cambiarlo, o sea, si vos venís y me decís que vamos a hacer una convención para que dos más dos sea tres yo no le veo mucho sentido a eso. Una convención puede permitirnos a nosotros decir bueno, nosotros en vez de nombrar a cada rato a Descartes vamos a decirle el francés, pero dos más dos es igual a cuatro nosotros no lo podemos cambiar a arbitrio.
Ana: pero hay un ejemplo todavía más evidente, me parece: que si vos decís que la suma de los ángulos interiores de un triángulo es 180 grados y cada vez que dibujas un triángulo y medís con un transportador siempre la suma va a dar 180 grados.
Pregunta: ahí está la diferencia me parece, porque la aritmética podría llegar a ser una convención pero la geometría no, por una cuestión de cuerpos y de espacios.
Lori: lo que pasa es que antes la geometría abarcaba todo.
Oscar: no sé, habría que analizar el argumento. A mí lo que me parece que acá lo que Descartes está poniendo con sentido fuerte es que yo puedo arbitrariamente conjugar y armar como una especie de juguete con esas figuras que son productos de mi voluntad, pero suponete el hecho de los ángulos rectos de rectángulo, no depende de mí, de la misma manera que dos más dos es igual a cuatro yo no lo puedo cambiar, a mí se me impone como verdadero, y yo ahí no veo la convención, salvo que la palabra convención quiera decir algo más difuso, porque yo entiendo por convención un acuerdo racional y consciente entre sujetos que se ponen de acuerdo para utilizar una cierta terminología o regla, pero suponete si vos me pagás la cuota y vos me decís te voy a dar veinte y me vas dando billetes de cinco y me das tres yo voy a decir que me diste tres y no me diste cuatro, y vos me decís dos más dos es igual a tres, entonces yo digo que no, que es igual a cuatro.
Ana: eso puede llevar al crimen...
Lori: son un montón de ideas éstas que... bueno...
Oscar: no son ideas éstas; son anclas de la realidad Si nosotros no tenemos esas cosas en las que apoyarnos se nos empieza a disolver la realidad, si no sé si me diste tres o dos, y si no sé si es los viernes o los jueves, si vos sos él.
Pregunta: a mí hay cosas con respecto a lo que decís vos que me hacen pensar por ejemplo cuando se descubrió la geometría de espacios curvos, lo que hizo Einstein con el modelo euclidiano...
Ana: pero no se disuelve el modelo euclidiano, porque no sé si se supera o no se supera, pero en el ámbito en que se aplica el modelo euclidiano funciona. El tema es que en espacios grandes, enormes, en el infinito, las rectas paralelas se cortan; pero en el ámbito de la realidad nuestra, a escala humana, las paralelas no se cortan.
Rodrigo: pero por ejemplo para los triángulos, está la geometría de que hay triángulos de una dimensión máxima y triángulos de una dimensión mínima, y en esa geometría los ángulos de un triángulo suman siempre menos de 180 grados, o sea que por eso uno tendría que decir que los ángulos de un triángulo suman 180 grados en la geometría euclidiana, o sea que no es que todos los ángulos de todos los triángulos suman 180 grados, sino que son los ángulos de ciertos triángulos.
Oscar: lo que pasa es que estas innovaciones de la ciencia son todas del siglo XIX para acá, y la subjetividad cotidiana no las termina de asimilar; todo eso está en el terreno de las especulaciones matemáticas.
Hugo: vos con la computadora estás haciendo combinaciones de números...
Oscar: lo que yo digo es que epistemológicamente veo que se arman con las matemáticas a partir de que empiezan a multiplicarse las geometrías, todavía no está resuelto, y lo de las convenciones para mí es una salida fácil, porque ahora en la posmodernidad son todas convenciones, son todos juegos de lenguaje; pero no todos los juegos de lenguaje son iguales, y nosotros no siempre somos capaces de deshacernos o de pasar de un juego al otro con la misma facilidad, porque nosotros estamos la mayor parte del tiempo jugando un mismo juego que no podemos interrumpir; de hecho, en la vida cotidiana, nosotros aplicamos la geometría euclidiana para comprender el espacio.
Rodrigo: pero no por eso vamos a pensar que el espacio es euclidiano.
Oscar: pero me parece que es una facilidad resolverlo epistemológicamente diciendo que son convenciones, porque para que haya convención tiene que haber un acuerdo libre, voluntario, expreso, porque sino convención sería como una convención inconsciente o sea que los hombre durante mil años estuvieron inconscientemente en la convención de la geometría euclidiana, la geometría euclidiana se impuso y Euclides es un accidente porque no se trata del principio de autoridad según el cual porque lo dijo Euclides nosotros lo aceptamos, sino que Euclides dijo algo de lo que nosotros no podemos deshacernos con tanta facilidad.
Lori: en la regla funciona pero en la realidad no, hay muchos cálculos que tienen la probabilidad de no...
Oscar: yo estoy diciendo otra cosa. Lo que estoy diciendo es que la consistencia de nuestra experiencia, o sea, Kant habla de que la naturaleza es una unidad que es consistente en la medida en que hay un sustento único, ese sustento único Kant tiene su manera de explicarlo como lo produce el propio sujeto, pero yo en mi vida cotidiana me asiento sobre la necesidad de que las cosas sean consistentes, eso que dicen los empiristas: ¿qué pasa cuando yo cierro los ojos o miro para el otro lado, siguen existiendo las cosas? O si yo salgo de esta habitación y no los veo a todos ustedes ¿ siguen estando ustedes o ya no están más? Yo necesito en mi vida suponer que ustedes siguen estando cuando yo no los miro o cuando yo cierro los ojos o cuando yo me voy al barrio de Pompeya supongo que acá la Iglesia Danesa sigue estando aunque yo no la vea, y eso porque mi experiencia está como dispuesta en una especie de espacio homogéneo en el cual yo me muevo, y ese espacio tiene cualidades continuas, donde la recta, el plano , el número, a mí me ayudan a entender lo que estoy viviendo, porque si a mí se me escapan estas cosas el mundo se me disuelve, sería tal vez como el mundo del sueño, o como la locura.
Pregunta: la pregunta esencial creo yo es si la realidad tiene una base matemática o si el hombre crea la matemática como un modelo para explicarse lo real.
Oscar: hay una tercera posibilidad: que no sabemos cuál es...no que yo la creo porque ahí el argumento de Nietszche sería que vos para crearla tendrías que saber que la estás creando; pero si vos te la encontrás como una...es como la discusión de los números, si los números son invenciones humanas o si los números son reales, son entidades reales; es decir si tienen un peso que tu voluntad no puede hacer nada con ellos, o sea que tiene que aceptar, es más, como que tu subjetividad se rige por ellos, son condición de posibilidad de tu experiencia, entonces yo no puedo decir que yo las creo, lo que sí podría decir es que eso me crea a mí, o sea que yo estoy constituido como yo con eso, yo no lo puedo cambiar, por lo tanto, ahí decir que el hombre lo creó es decir demasiado.
Hernán: siempre hay que diferenciar lo que es la humanidad de la subjetividad porque si fuera que hay que preguntarnos bueno, nosotros nos guiamos, nuestra distancia es tres cuadras, serán 400 metros y sin embargo si yo fuera un nuer (¿) en Sudán, diría: no, en realidad es más lejos para llegar allá porque tengo un enjambre de moscas tse tse que cruzar, entonces bueno, mejor me voy por las montañas donde no están las moscas y es más cerca, para él es la misma distancia; o por ejemplo que me paguen y me digan acá tenés son treinta pesos y yo diga, no, pero esto es, ellos lo llamaban “dinero de mierda” los nuer, era el dinero que conseguían los de su tribu, aunque esa palabra está medio criticada, limpiando retretes en las ciudades, entonces decían, no, ese dinero vale menos, el dinero que más vale es, no sólo el dinero, sino el ganado ancestral, entonces por ahí yo digo, no, por la vaca yo te doy veinte pesos, entonces tampoco es la matemática la guía. Además cuando yo veo esta mesa, los que veían antes de Euclides no veían un rectángulo, ni noventa grados, Euclides fue el que pudo abstraer, decir si claro, esto es un rectángulo, noventa grados.
O sea, yo ya sé que esto es un rectángulo porque ya me lo enseñaron, y bueno, a lo sumo puedo decir, esto se parece a esto a este libro, porque tiene la misma forma.
Pregunta: pero hay tipos de racionalidad que a veces obedecen al orden práctico de la vida, por ejemplo los chinos antiguos que inventaron el billete ellos lo llamaban papel volador porque se volaba con el viento, no usaban un concepto relacionado con el valor de la moneda, y bueno, en el libro de Foucault que cita a Borges que hace esa alusión al catalogo de animales chinos uno ve que en el mundo oriental la racionalidad era totalmente distinta, no era aristotélica sino que obedecía a...
Pregunta: volviendo a lo que decía yo que era una convención, vos me decías que era una salida simplista, pero a mí no me parece que es tal salida simplista, yo opino que el punto es que se compró la idea y a partir de eso no hubo ninguna idea mejor o que mejoró a eso como para poder, digamos cambiar la convención que tenemos todos, alguien dijo esto es un triángulo y consta de una figura con tres lados y tiene la particularidad que si sumamos todos los ángulos da 180 grados y la unidad de medida fue una convención del hombre que al círculo lo dividimos en 360 partes; a partir de ahí se fue midiendo absolutamente todo y se fue clasificando todo, entonces cuando vos decís dos más dos es cuatro, ya se tomó que dos más dos es cuatro, o sea dos cosas sumadas van a ser cuatro y no pueden ser cinco porque todos tomamos eso y para nosotros racionalmente, lo que nosotros tomamos como racional....
Oscar: yo te pregunto: ¿vos lo podés cambiar? Porque sino parecería que fuera...
Pregunta: no lo podés cambiar, pero no es por una imposibilidad de cambiarlo, sino que es el haber comprado algo...
Oscar: es como decir suponete que a mí me enseñaron que la tierra no se mueve y ahora me vienen a explicar que la tierra se mueve, yo eso sí lo puedo cambiar, pero dos más dos es igual a cuatro, no, porque es distinto ¿porqué? Porque es a priori eso.
Hernán: lo tomo o no lo tomo.
Pregunta: yo no sé si es a priori eso.
Oscar: pero vos ¿ lo tomás o no lo tomás?
Hernán: sí, porque me sirve muchísimo
Oscar: pero no podemos dejarlo, me parece que nosotros a lo mejor podemos decir en una tertulia filosófica que podríamos dejarlo, pero en la vida no lo podemos sostener.
Hernán: pero los nuer, sí.
Oscar: los nuer, pero yo no. Lo que a mi me parece es lo siguiente: que una cosa es la constatación en diversas culturas, diversas formas de organizar que tiene cada cultura, y otra cosa es que todo esto se disuelva en el modelo de la convención, o sea que a mí me parece que no se acierta a comprender lo que sucede a nosotros los seres humanos con estas cosas, cuando lo atribuimos a una convención, porque me parece que para los modernos estas cosas estaban en la naturaleza humana, era una absolutización de la experiencia occidental europea griega En nuestra época, como muchas de esas cosas entraron en crisis, ya la subjetividad se la disuelve en una especie de relativismo en el cual nosotros podríamos cambiar eso. Entonces a mí me parece que se produjo como una ficción que consiste en pensar que los hombres inventaron esto deliberadamente y que entonces con la misma deliberación podrían cambiarlo; o sea que si a mí me vendieron que dos más dos es igual a cuatro yo podría cambiarlo, pero yo no lo puedo cambiar, entonces no es que me lo vendieron, no tiene la misma forma de validación del argumento de la autoridad porque lo dijo Aristóteles. O sea, si yo digo acá hay tres acá hay tres y ahí hay tres quiere decir que hay...bueno...no sé cuántos, no es porque lo haya dicho Aristóteles que la suma me da así es porque yo lo constato en mi propio yo eso, o sea, funciona para mí, y si no hagamos la prueba para ver si funciona para cada uno; eso dice que nosotros estamos constituidos así, que nuestra experiencia del mundo está constituida de esa manera, y entonces nosotros no inventamos eso, porque si lo hubieramos inventado lo podríamos cambiar.
Hernán: es una explicación
Oscar: no es una explicación, cuando vos contás no explicás, no se trata de que vos decís porque lo dijo Euclides o fulano, vos contás uno, dos, tres, cuatro, cinco...no lo puedo cambiar, porque yo puedo empezar de acá, pero eso está contemplado dentro de la sucesión de los números, podés empezar por un lado o por el otro, y yo puedo hacerme una trampa a mí mismo y decir: uno, dos, tres, cinco y siete, bueno pero dura poco, si yo llamo cuatro al tres eso sería convencional.
Rodrigo: convencional no, pero quizás hay un genio maligno y dos más dos es tres.
Oscar: bueno claro, ahí es donde el genio maligno....pero eso ya no es una convención, es una cosa mucho más seria...para mí eso de la convención no explica nada, es un artilugio. Donde ocurre eso por lo cual nosotros quedamos atados a las matemáticas no es a través de una convención humana, es en otro plano que no sé bien. O sea que si Descartes tiene que apelar al genio maligno a diferencia de las otras cosas, porque de las otras cosas se deshace fácilmente, dice: yo le daba crédito a lo que decía fulano, ahora no le voy a dar más crédito, ya está, punto; pero esto él lo encuentra en sí mismo...entonces ahí tiene que apelar, porque si dice, bueno, si yo estoy hecho de tal manera que siempre me engaño, estoy mal hecho y siempre me engaño y vuelvo a cometer siempre el mismo error, a diferencia del otro error, suponete, de que la tierra se mueve, donde yo me doy cuenta de que la tierra se mueve. Antes creía que no se movía y ahora me doy cuenta de que se mueve, o antes creía que estaba durmiendo y ahora me doy cuenta de que estoy despierto, pero en esto yo siempre vuelvo a caer en el mismo error: que dos más dos es igual a cuatro, entonces acá tengo que apelar a que yo estoy mal hecho como sospecha.
Hernán: sobre este tema hay un cuento sobre un jubilado que estaba aburrido, y entonces dice por ejemplo en vez de sillón voy a decir libro, entonces decía: me levanto del libro, me caliento agua en la manija, iba y compraba el reloj y se ponía a leer y leía ¿pero qué dicen las mesas en el...?, después nadie le entendía y terminaba casi loco, ¿ te imaginás apagando la torta a la mañana?...está bueno el cuento.
Oscar: sí, él se entiende a sí mismo, no lo entienden los demás. Lo que dice Descartes es que si se deshace de las matemáticas. él no se entiende a sí mismo. Incluso él haciendo un exceso que tiene que ver con la época, pone a las matemáticas hasta en los sueños, ahí no estaría tan seguro, que sé yo...él dice: yo estoy seguro que acá hay trece, pero estoy durmiendo, así que no estoy con ustedes, no estoy en la Iglesia Danesa, pero yo por lo menos estoy seguro de que hay trece, aunque sean soñados, o sea que podemos suspender la tesis de si existen en el mundo exterior, donde sea que estén, hay trece, entonces él dice que hasta en los sueños se sigue manteniendo la verdad de las matemáticas. Lo que pasa es que después con el argumento del genio maligno eso ya queda puesto en duda, porque ahí dice: si esta manera mía de encontrar consistencia en mi propia continuidad para entender lo que vivo yo, entenderme a mí mismo, mediante estas ideas tan simples de sucesión que son las que nos dan los números, de contigüidad, de orientación espacial, si todo eso fuera falso, tendría que ser por algo que yo no me voy a dar cuenta y ahí tiene que atribuir que hay en mí algo que yo no sé qué es, y lo que queda como resultado de esa operación es que yo no me puedo sostener a mí mismo, o sea que mi experiencia no es auto consistente, porque yo puedo concebir la posibilidad de que yo esté equivocado, aunque nada me hace pensar que esté equivocado.
Hernán: él después va a recuperar todo, así que...
Oscar: lo que pasa es que me parece que lo va a recuperar de una manera que no va a estar a la altura de lo que planteó. Lo que va a aparecer después es la demostración de la existencia de Dios.
Bueno, vamos a leer el comienzo de la meditación segunda, porque lo que sigue de ahí en más es la cuestión de poner en duda incluso las matemáticas, en la meditación primera.
En la meditación segunda dice: “de la naturaleza del espíritu humano que es más fácil de conocer que el cuerpo”. Dice: “la meditación que llevé a cabo ayer, ha llenado mi espíritu de tantas dudas que desde ahora ya no estará en mi poder olvidarlas, y sin embargo no veo de qué manera podría resolverlas, pues como si de improviso hubiera caído en aguas muy profundas, estoy tan sorprendido que no puedo afirmar los pies en el fondo ni nadar para mantenerme a flote en la superficie. Me esforzaría, no obstante, y seguiría en derechura el mismo camino que inicié ayer alejándome de todo aquello en lo cual pudiera imaginar la menor duda, incluso aunque conociera que fuera absolutamente falso y continuaría siempre en ese camino hasta encontrar algo cierto o al menos, si no me es posible otra cosa, saber con certeza que no hay nada cierto en el mundo.
Para mover el globo terrestre de su lugar y trasladarlo a otro, Arquímedes no pedía sino un punto fijo y seguro. Así tendría yo derecho a concebir grandes esperanzas si fuese lo bastante afortunado como para encontrar solamente algo cierto e indudable.
Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; me convenzo de que jamás ha existido nada de cuanto mi memoria llena de mentiras me representa; pienso que no tengo sentido alguno, creo que el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son sino ficciones de mi espíritu. ¿Qué podrá considerarse verdadero, pues? Acaso sólo que no hay nada cierto en el mundo.”
Esto es todo como un resumen de lo dicho en la primera meditación, o sea que ese estado de incertidumbre, de haberse caído al agua y no hacer pie y no poder salir a la superficie, todo provocado desde su propia voluntad de encontrar una verdad cierta, sometiéndose a su propia regla, en el momento en que aparezca algo evidente, aceptarlo como evidente, lo lleva a haber puesto en suspenso todo.
Hernán: ahora pienso que lo que dice de Arquímedes, dice que pedía un punto firme y el también, Arquímedes también pedía una palanca suficiente, que es también lo que va a necesitar Descartes y no lo nombra a propósito quizás, necesita hacer palanca para...
Oscar: y sí, puede ser. “.. pero ¿qué se yo si no habrá alguna cosa diferente de las que acabo de juzgar inciertas y de la que no pueda caber la menor duda?. ¿no habrá acaso un dios o algún otro poder que me ponga estos pensamientos en el espíritu?”. Fíjense una cosa, que acá lo que está preguntándose es qué hay, si hay algo o si no hay nada, o sea que esta pregunta ya no es gnoseológica, es una pregunta ontológica, se está preguntando si acaso hay algo...
“esto no es necesario, pues quizás yo soy capaz de producirlos por mí mismo. Pero al menos ¿no soy acaso alguna cosa?. Pero ya he negado que tenga algún sentido ni cuerpo alguno. Vacilo, sin embargo, pues, ¿qué se sigue de ahí? ¿soy de tal modo dependiente del cuerpo y de los sentidos que no pueda existir sin ellos?. Pero he llegado a convencerme de que no había absolutamente nada en el mundo, que no había ni cielo, ni tierra, ni espíritu, ni cuerpo alguno. ¿ acaso no me he convencido también de que no existía en absoluto?. No, por cierto; yo existía, sin duda, si me he convencido, o si solamente he pensado algo. Pero hay un engañador (ignoro cuál) muy poderoso y muy astuto que emplea toda su habilidad en engañarme siempre. No hay pues ninguna duda de que existo si me engaña, y engáñeme cuando quiera, jamás podrá hacer que yo no sea nada en tanto que piense ser alguna cosa. De modo que después de haber pensado bien, y de haber examinado cuidadosamente todo, hay que concluir y tener por establecido que esta proposición: yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera siempre que la pronuncio o que la concibo en mi espíritu.”
Hernán: este era el párrafo donde salió todo lo de Matrix
Oscar: ¿cómo es lo de Matrix? Porque yo no la vi la película.
Hernán: es un tipo que vive y después descubre que en realidad está como en una incubadora y que el mundo no es como pensaba, entonces existía una computadora que era el genio maligno que hacía que todo el mundo existiera como tal, entonces él dice: yo existo en la realidad, yo trabajo, todo eso...? no, yo estoy en una incubadora hace años, no sé si existen los años siquiera. Se dio esa interpretación más allá de la película que era de acción.
Oscar: la ciencia ficción creo yo que usó mucho esta idea, hay otras películas que plantean la misma sospecha, “El vengador del futuro”, creo, donde a ellos les implantan unos recuerdos falsos, vacaciones virtuales, después le dicen al tipo: pero vos no sos el que creés que sos, sos ese que está ahí aliado con ellos que vos considerás tus enemigos, y le muestran una pantalla en la cual él está abrazado del tipo que más odiaba como diciendo es mi mejor amigo éste, estás engañado, todo lo que vos creías que sos, no sos. Me parece que usan esa misma idea, la sospecha de que todos nuestros recuerdos sean falsos, que nos hayan implantado recuerdos falsos.
Rodrigo: “eterno resplandor de una mente sin recuerdos”
Oscar: me parece que siempre se parte de esa sospecha cartesiana de que me parece que uno se da cuenta que hay algo ajeno en la propia experiencia.
Pregunta: a lo mejor es la esencia de la metafísica por el planteo ese de si existe algo, algo real, o algo en sí mismo, porqué el ser más bien que la nada.
Oscar: eso por un lado, y por otro lado el sospechar el gran engaño, como si fuera un gran complot, o por lo menos un engaño cuyo origen no puedo detectar, está puesto de tal manera que yo no lo reconozco
Hugo: con lo que estaba diciendo corría peligro que le cortaran la cabeza, por eso dice lo del genio maligno, porque en ese momento la sacralidad del cuerpo humano era una cosa dada por hecho y él lo pone en duda, él dice que es imperfecto y que queda librado a su libre albedrío.
Oscar: lo que a mí me parece es que el peligro no era tanto coyuntural acerca de lo que lo podían castigar por decir esto, sino que es un peligro más bien metafísico porque es peligro lo que él dice al principio: que estos son unos insensatos, los que dicen así, y si yo pensara así sería un loco, entonces él siempre mantiene ese objetivo de reconstituir una experiencia racional y una ciencia cierta, me parece que el peligro ese es que a vos ya te escape la consistencia de la realidad...
Hugo: la reacción nuestra ante ese tipo de cosas que estábamos contando de las películas, es otra, llegado el caso es como un consuelo compartido, me parece que el espíritu de Descartes no tiene nada que ver con eso.
Pregunta: es un tema muy de la época, de “La vida es sueño” de Calderón, está muy en la literatura el planteo del siglo XVI de decir lo real tiene una base...
Oscar: Descartes por un lado, plantea el descubrimiento de la subjetividad moderna y establece más o menos los parámetros sobre los cuales se va a mover, que esto de la prioridad de las matemáticas, la continuidad, que después los otros filósofos van a tratar de ir haciendo más preciso; lo que me parece es que Descartes junto con eso encuentra la fisura de esa subjetividad, a la vez que encuentra y descubre el yo pienso, encuentra que el yo pienso tiene una falla, o sea que hay algo que falla, hay algo que no termina de cerrar.
Ana: ahora, la base en las meditaciones me parece que es el yo soy, yo existo, no yo pienso.
Oscar: ¿pero de dónde sale el soy? El soy sale del pienso, él dice ¿habrá algo en el universo o tengo que decir que no hay nada? Dice ¿pero yo acaso no soy? Bueno, pero yo acabo de decir que a lo mejor no tengo cuerpo, y él dice, pero yo no me refiero a eso, digo a que si estoy siendo engañado, si estoy soñando, es decir, si pienso en un sentido amplio de pensar entonces mientras pienso no puedo dejar de saber que soy, lo que me agarra al ser es el hecho de estar pensando, en ese sentido amplio, de percibir, de afirmar, de negar, de desear, de querer...
Pregunta: a ver si este es el párrafo: “ soy el mismo que siente, es decir, que percibe ciertas cosas por medio de los órganos de los sentidos, puesto que en efecto veo la luz, oigo el ruido, siento el calor, pero se me dirá que esas apariencias son falsas y que estoy durmiendo. Bien, sea así, sin embargo, por lo menos, es cierto que me parece que veo luz, oigo ruido y siento calor, esto no puede ser falso, y esto es propiamente lo que en mi se llama sentir, precisamente es pensar, por donde que empiezo a conocer quién soy con una mayor claridad y extensión que antes”
Oscar: yo estoy en contacto con algo que es inequívocamente y a lo que no soy capaz de ponerlo en duda, eso soy yo, yo veo muchas cosas todas las cuales yo puedo llegar a pensar que son dudosas, yo puedo dudar de que veo el libro en el sentido del libro, pero no puedo dudar de que yo lo veo, el verlo es parte de mí y, eso es indudable.
Pregunta: está descubriendo el campo de lo fenomenológico, digamos
Oscar: sí, podríamos decir el campo de la subjetividad, o sea que todo el mundo se aparece como un correlato de un yo que es el perceptor y por tanto el fundamento.
Hernán: la crítica que le hacen es que él nunca aclara que todo lo que piensa existe, primero hay que decir que todo lo que piensa existe, para decir pienso luego existo.
Oscar: esa objeción la responde él; dice que no es un silogismo eso que hace, sino como una intuición directa.
Hernán: pero ahí ya es una palanquita.
Oscar: es una evidencia, es una prueba digamos. No puedo concebir ninguna situación en la que yo no sea, porque el fundamento d,e toda esta indagación soy yo mismo que estoy tratando de buscar, yo que dudo, el punto de partida es yo dudo, eso es pensar, eso no se puede poner en duda.
Rodrigo: “soy una cosa que piensa, es decir que duda, afirma, niega, conoce pocas cosas, ignora muchas otras, ama, odia, quiere, no quiere y también imagina y siente” todo eso es pensar.
Pregunta: después dice “¿qué soy pues? Una cosa que piensa ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y también imagina que siente”
Lori: ¿y la existencia qué es?
Oscar: el ser, yo soy, él ahí no se lo cuestiona
Ana: pero por eso, cuando él dice ¿qué soy entonces? Una cosa pensante.
Pregunta: porque está mal puesto, el tema de pienso luego existo, sería porque pienso, existo.
Oscar: “luego” no es temporal; es lógico, es “por ende”.
Ana: cuando él dice ¿qué soy? Es la pregunta ontológica.
Oscar: eso es posterior del soy, porque pienso, soy, yo que pienso ¿acaso no soy algo?, pero puedo estar siendo engañado, pero siendo engañado soy engañado, entonces soy, pero puedo estar durmiendo, pero estando durmiendo, soy, porqué soy? Porque pienso, es la prueba del ser, y ser se aparece como pensamiento
Ana: pero el pensamiento justamente es lo que leyó recién Rodrigo, siento, dudo, odio, quiero, todo eso, no es tanto lo racional, no es tanto lo que uno concibe con el término pensar.
Oscar: para mí pensar es concebir, es percibir , en un sentido amplio.
Ana: pero también sentir, puedo sentir odio, puedo sentir amor, puedo sentir cualquier cosa, falso, no falso, pero la realidad es que lo siento, además va a decir ¿qué soy? Una cosa pensante, fijate que tiene que estar la cosa.
Oscar: ahí se le escapó, ahí cuando dijo “cosa” se le escapó algo, se expresó a sí mismo como cosa, pero lo cierto es que él toma contacto con algo que es, lo que no hay que olvidar es que el paso inmediato anterior es que entonces no hay nada en el mundo, y la respuesta a esto es sí, hay algo en el mundo, porque estoy dudando, esto prueba que hay quien duda, o sea que yo sumergido en la duda, entonces yo soy, todo lo demás ¿qué soy yo? Está puesto bajo el terreno de la duda, pero lo que no está puesto en el terreno de la duda es mi ser, que soy, y eso es porque lo estoy captando en el mismo momento en que dudo.
Hernán: ya leyendo la primera parte el objetivo de Descartes es qué soy yo y por ende qué es el hombre, me parece que las meditaciones es eso, no tanto qué es el mundo o hacer un desbarajuste, es bastante explícita al decir que al final lo que quiere probar es que hay un alma, entonces bueno...
Oscar: hay algo más. Él quiere dar un fundamento cierto para la ciencia, él no separa todo esto de la física, del mundo. Así como las matemáticas para funcionar necesitan un axioma, los principios indudables, el conjunto de la ciencia tiene que encontrar sus principios indudables, y para él el principio indudable es el saber de sí mismo, es como la sustancia de todo saber, todo saber se constituye a partir del saber del yo. Para mí, su pregunta no es qué es el hombre, sino qué es nuestra realidad.
Hernán: sí, pero finalmente en realidad lo que prueba que es lo primero que se pregunta que es el descubrimiento de la subjetividad, del hombre y de qué es el hombre.
Oscar: a partir de ese momento, el hombre es entendido como el yo que piensa, el hombre queda reducido al yo pensante; ese es el fundamento, todo lo demás es reconstruido a partir de eso, es una respuesta también de qué soy yo, soy un yo, el no dice yo soy un hombre, eso es como subsidiario, como derivado, lo que él dice es yo soy una cosa que piensa
Hernán: entonces la prima filosofía se acaba acá en la segunda meditación.
Oscar: no la va a poder terminar ahí porque el yo solo no puede, tiene que venir Dios.
Ana: ahí está el Poder que lo fundamenta.
Oscar: la vez que viene vamos a seguir con la tercera meditación y yo les voy a traer lo de Nietszche ya las fotocopias y lo de Mariten, lo que dice sobre Descartes.
Esto es actas de un congreso de unas jornadas Nietszche y hay una ponencia de una investigadora tucumana que se llama Lucía (¿) que está basado sobre los fragmentos póstumos de Nietszche sobre el tema de pensar, sujeto, lenguaje y metafísica en un fragmento póstumo del año 85 que es donde el hace la crítica al yo cartesiano
Pregunta: creo que en “Más allá del bien y del mal” hace ....
Oscar: sí, también.
RESUMEN DE LA REUNIÓN Nº II
En esta etapa del Seminario Kierkegaard estamos rastreando el tema de la finitud en la filosofía moderna, tal como aparece en las Meditaciones metafísicas de Descartes:
- En las Meditaciones Descartes se propone: “la tarea de deshacerme de todas las opiniones que antes habían recibido crédito por mi parte y comenzar de nuevo desde los fundamentos (para) ...establecer algo firme y constante en las ciencias”. Lo cual marca la meta y el camino de su pensamiento: establecer algo firme y constante en las ciencias, comenzando desde los fundamentos; y para eso deshacerse antes de todas las opiniones a las que le había otorgado crédito (es llamativo que este propósito que Descartes declara en la primera oración de la Primera Meditación no concuerda exactamente con lo que dice en la nota “A los señores decanos y doctores de la sacra Facultad de Teología de París”, a saber: “que las dos cuestiones de Dios y del alma son las principales de las que han de ser demostradas más bien por las razones de la filosofía que por las de la teología”.¿Hay discrepancia entre los dos propósitos declarados o hay un vínculo necesario entre el fundamento firme y constante de las ciencias y las cuestiones de Dios y del alma?).
- Estas Meditaciones llevan a cabo, entonces, un momento destructivo: deshacerse de todas las opiniones a las que le había dado crédito (la educación que había recibido, el peso de la tradición) y uno constructivo: sentar las bases seguras de la ciencia.
- La manera de deshacerse de las opiniones a las que había dado crédito es la duda metódica. Lo que resista a la duda (si es que algo resiste) se constituirá en la base segura de las ciencias.
- El modelo de saber que inspira a Descartes para fundamentar la totalidad de las ciencias es el de las matemáticas. Frente al estado de disputa de la filosofía, la matemática se erige como un saber basado en la intución de verdades evidentes e indiscutibles (en esto Descartes coincide con otra figura clave de la modernidad, Galileo). Se trata de encontrar, entonces, aquel o aquellos axiomas cuya verdad se imponga con evidencia (claridad y distinción) y que sean el fundamento a partir del cual pueda edificarse la ciencia en su conjunto.
- A Descartes no le cuesta mucho poner en duda el conjunto de las opiniones recibidas de otros mediante los argumentos del engaño de los sentidos y del sueño. Pero en el caso del sueño, la duda parece extenderse más allá del simple propósito de una revisión de la validez de los conocimientos adquiridos y toca el nervio de una cuestión no solo gnoseológica sino también ontológica: ¿cómo sé que estoy aquí, que tengo este cuerpo, que incluso soy un hombre? ¿Y si estas nociones formaran parte de un sueño o de un delirio?
- Lo que parece mantenerse en pie ante el argumento del sueño son las verdades matemáticas. ¿Cómo se puede tomar esta distinción que. hace entre la matemática y el resto del saber adquirido? Parece que el saber en su dimensión tradicional, histórica y cultural puede ser puesto en duda porque este sólo se sostiene si “yo” le doy crédito. (Forma parte de ese conjunto de creencias que, como dijo el viernes un integrante del seminario, “me vendieron”). Si yo le suspendo el crédito se vuelve dudoso. En cambio, el saber de la matemática sigue hablando cuando la educación, la cultura y la tradición se han acallado, puesto que lo matemático es aquello que yo sé cuando me quedo solo conmigo mismo; por ej., que 2+3=5. Aquí no se trata de dar crédito a otro, porque soy yo el que me digo a mí mismo que 2+3=5 o, para ser más exactos, el que hago la operación. Se trata de una operación que ocurre en el terreno de lo que llamaríamos la subjetividad, acto más cierto aún que el hecho de creer que yo sea René Descartes, filósofo, francés, que viva en el siglo XVII, incluso que yo sea un hombre, creencias todas ellas harto dudosas.
- Pero aquí Descartes da otra vuelta que va a ser decisiva, porque fija el problema de toda la filosofía posterior: ¿cómo sé yo que lo que me parece evidente es verdadero? ¿De dónde –o de quién- viene lo que pienso (en sentido amplio: lo que percibo, es decir, lo que siento, pero también lo que juzgo, deseo, quiero, creo)? ¿De dónde viene mi acto de dar crédito a las opiniones adquiridas, pero también mi asentimiento a la evidencia de los juicios que sostengo aun cuando me quedo solo conmigo mismo, como por ejemplo que 2+3=5, o la operación de contar: 1, 2, 3...?. ¿Y si mi mente estuviera mal constituida? ¿Si se tratara de una falla constitutiva (innata), de modo tal que nunca pudiera advertir el error, sino que siempre tuviera que caer en el mismo sin darme cuenta? ¿Si otro, totalmente desconocido, me dictara lo que pienso, de tal manera que yo ni siquiera me diera cuenta? Este es el auténtico sentido del argumento del genio maligno. Por supuesto que Descartes no afirma la existencia de un tal genio, sino que instala la sospecha de que mi pensamiento en el fondo no es mío. Si los anteriores argumentos (engaño de los sentidos y sueño) me hacían retraer desde la confianza cotidiana hacia mi subjetividad, este nuevo paso hace que la subjetividad se revuelva contra sí misma. Y parece que después de haber alcanzado esta inquietud ya no se puede volver atrás. Este es el estado de angustia que Descartes evoca al comienzo de la segunda meditación: no poder hacer pie en el fondo ni poder salir a la superficie.
- Lo que me haga salir de tal estado tiene que ser algo que venza incluso a la sospecha que afecta ahora a todos mis actos subjetivos. Y eso para Descartes es la percepción (no sensible) de que “Yo soy”. Puesto que aún si los sentidos me hacen equivocar, aún si estoy soñando, aún si me equivoco en lo que me parece evidente al pensarlo yo mismo, aún si otro me dicta lo que pienso sin que yo lo sepa, en todos esos caso hace falta que sea el que sufre la equivocación, el que sueña, el engañado; es decir, que yo sea. Lo que percibo no es seguro que sea, pero es seguro que yo lo estoy percibiendo. Soy yo el que advierto que no sé lo deseo saber. Y el advertir esa falta, el dudar, eso me hace tocar mi propio ser de manera directa. Yo dudo, por ende soy. No se trata según Descartes de un silogismo “Todo el que piensa es. Yo pienso. Luego, yo soy”. Sino de un “contacto” directo con mi ser dudante (es decir: ser carente de lo que daría reposo a mi inquietud, ser imperfecto, ser finito).
- De este modo, Descartes, mediante el Cogito, ergo sum describe un doble movimiento. Por un lado, establece la base de todo saber (lo que primero sé, lo que sé mejor que nada es que yo soy). Base que él quiere que sea el fundamento firme de las ciencias; pero que en cambio será el terreno problemático de toda la filosofía moderna (desde Hume y Leibniz hasta Husserl, pasando por Kant y Hegel, toda la filosofía moderna se mueve en el terreno de la percepción y el sujeto percipiente; lo dicen los propios títulos de estas obras: Investigación sobre el entendimienmto humano, Tratado de la naturaleza humana, Crítica de la razón pura, Fenomenología del espíritu, Meditaciones Cartesianas). Pero a la vez Descartes, el descubridor de la subjetividad en sentido moderno, descubre en el mismo acto la falla de la subjetividad: lo que yo sé bien es que yo dudo, es decir: que quisera saber, que no sé de dónde viene lo que pienso, que puede que haya otro que dicta mi pensamiento. Es decir: en el genio maligno está prefigurada la necesidad de Dios. Y aún más: está prefigurado el propio Nietzsche: (el pensamiento no viene cuando “yo” quiero, sino cuando “ello” quiere). El yo se capta a sí mismo como inconsistente, necesitado de un fundamento que él mismo no puede poner.
- Todo este planteo excede ampliamente el problema del conocimiento que Descartes al principio se propone resolver. Se trata de una cuestión auténticamente metafísica:
¿qué soy yo, esa cosa que duda?
Como veremos en la próxima reunión, el Ego cogito, ergo sum tiene un status ambiguo, ya que es un fundamento inconsistente, puesto que no puedo dar crédito de mí mismo (o sospecho de lo que, como cosa pensante, pienso) y necesito de Otro que garantice la validez de lo que pienso. Ese Otro no sale de cualquier lado, sino de la propia experiencia de mi imperfección: me sé imperfecto porque tengo noticia de lo Perfecto; me sé finito porque sé lo Infinito. Es decir, el yo, la primera verdad encontrada en el camino, no es primera en el orden ontológico, ya que la verdad del yo se funda en la verdad de Dios; el yo es un fundamento fundado en Otro.
El planteo de Descartes va a ser comentado en nuestro seminario teniendo en cuenta lo que dicen dos pensadores totalmente diversos: Nietzsche (con su crítica al “Yo pienso” y su postulación del “Ello”) y Maritain (esa ciencia que Descartes pretendía fundar “es el sueño de una noche de otoño, conjurado por un genio travieso dentro del cerebro de un filósofo: es "el sueño de Descartes”). Ciencia, finitud, ello y sueño.
En esta etapa del Seminario el problema de la finitud se despliega desde la pregunta por el saber. Podríamos denominar a todo este primer tramo: “Finitud y saber”. O “Saber finito y saber de lo Infinito”.
Pero en el segundo mes del Seminario, la cuestión de la finitud aparecerá en otro marco: en el del amor: el amor estético –amor de un ser finito por lo finito- y el amor al prójimo –fundado en el amor Infinito-, tal como aparece en sendas obras kierkegaardianas: La repetición y Las obras del amor. Se podría llamar a esta segunda parte “Amor y desesperación” o “Amor por lo finito y amor infinito”.
Y el tercer tramo del seminario lo reservamos al tiempo y a la muerte: la existencia como temporalidad, el ser de cara a la propia muerte (Heidegger). Finitud, tiempo y muerte.